Ábrele la puerta al diablo y rompe el espejo/La historia de los artesanos Ruiz

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Foto tomada de feriamaestros.com

A veces estar en una oficina todo el día me hace querer gritar. A veces veo mis libros y me pregunto: ¿Quién puede escribir cuentos, historias, memorias, metido en una oficina? A veces no me gusta trabajar, no me gusta ir a la escuela. Es a veces, porque hoy no fue uno de eso días:



Últimamente Dostoyevsky me acompaña a la oficina. Me ve con su barba y me juzga ligeramente mientras estoy metida en las redes sociales; me juzga porque sabe que no podría escribir nada si no salgo de esa red que nos atrapa a todos como peces. Estaba metida en el Capítulo VI: El monje ruso de "Los hermanos Karamázov". Este capítulo tiene mil y un referencias bíblicas que a veces no percibo e incluso me desesperan, que me hacen tachonear las hojas y preguntarme en los bordes: ¿Quién decide quien es Dios o el diablo? De nuevo, Dostoyevsky me juzga.

Entró mi jefa a decirme que había dos artesanos esperándome para hacerles una entrevista. Cerré mi libro y me fui corriendo a conocerles. Lo primero que vi fue dos amistosas caras, con miradas diferentes, más orgullosas que cansadas, y posturas firmes. Se presentaron como Los Hermanos Ruíz, escultores de miniatura en hueso. A su lado se posaban muchas figuras blancas, me acerqué a verlas y los detalles salieron del hueso para decirme que estaba a punto de escuchar una gran historia:

Los hermanos Ruíz son de Ciudad Nezahualcóyotl, en el Estado de México. Lugar que ellos describen como "el cinturón rojo del cinturón rojo", donde ni el gobierno sabe por donde empezar y, entonces, mejor ni empieza. Ahí esta el taller de estos maestros artesanos. A unas cuadras de la carnicería de donde sacan los huesos de res para tallar, día y noche, sin descanso, cuentos sobre la muerte y el diablo; sus dos protagonistas.

"Nosotros no nos vamos de Ciudad Neza --me dijo uno de los hermanos Ruiz--, porque si nos vamos, sería faltarle el respeto. ¿Cómo le puedes faltar el respeto a tu calle? Si por ahí caminas, sin ella tus pies ni propósito tendrían. A todos les da miedo allá la muerte, esta forma tan cotidiana de vida. Sí, en Ciudad Neza hay caos; a veces los balazos no te dejan trabajar. Pero ahí también hay sol, frío, noche, día. A veces hasta estrellas tenemos, y sino, las pintamos. A nosotros no nos puede dar miedo nada, porque si nos da miedo el futuro, no trabajamos. Nosotros tenemos mucho que contar y pocas reses para hacerlo, tenemos que hacerle caso a nuestro diablo para que nos de el privilegio de retratarlo."

Uno de ellos tomó una de sus obras y me la enseñó. Era un diablo descalzo, arrodillado frente a una Catrina.



"A la gente le da miedo el diablo --reflexionó--, porque el diablo es uno mismo. Si tú le tienes miedo al diablo es porque sólo te conoces en un espejo, en una imagen que rechaza los cuernos porque no entienden que son una corona. Éste de aquí, este diablo enamorado, soy yo predicando mi amor diario a mi Catrina. Enamorado y tonto, claro, porque somos diablos pero no intocables."

Terminó la entrevista y yo no quería irme. Ahí estuve, casi dos horas, tratando de conocer más a estos filósofos, explicándoles que a veces me parte la cabeza querer escribir de México pero sentir que cada día lo conozco menos. Se rieron y me dijeron: "Dejar de agotar tu mente es la única forma de entender tu narrativa; porque tu narrativa no son solo palabras, es tu fuego y tu magia. Ábrele la puerta al diablo y rompe el espejo, y así, como para nosotros el hueso y para ti el papel, el diablo te dejará retratarlo."

Les agradecí por su tiempo y me aventuré a abrazarlos, porque mentes tan sabias no se deben dejar en un apretón de manos.



(Fotografía de la portadilla: fotograma del video Hermanos Ruiz-Talla en hueso/Turismo y Cultura Morelos)

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Sobre el autor

Emma del Carmen

Emma del Carmen (Ciudad de México, 1996) es escritora. Actualmente estudia Literatura y Creación Artística en Casa Lamm.