Mónica Espín Iturbe, la niña que quería escribir

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Nació en Puente de Ixtla, Morelos, pero se considera veracruzana, porque su mamá estaba en ese lugar morelense y fue donde la pudo parir. Pero vivió y creció en Nuevo Morelos, Veracruz, donde era un niña que recitaba, de memoria, el monólogo de Segismundo, el personaje de La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca.

Es niña que cantaba las tablas de multiplicar como si se las supiera, creyó que los versos del español eran lo más sencillo frente a lo ofrecido por el profesor y que había sido escogido por sus compañeros.



Años después se daría cuenta hasta dónde había aprendido e interiorizado no sólo la métrica utilizada por al fraile, sino también su reflexión escatológica, sus preguntas ante lo que nadie parece tener respuesta: la vida y la muerte. ¿Es la vida que vivimos un sueño y lo que corresponde es despertar? Si es así ¿dónde y cuándo despertaremos?

Mónica escribió un primer libro, Morir para vivir. Aun cuando ella no estuviera completamente consciente de ello, y aún no se lo plantee así, vivió durante años en un sueño, semejante a los sueños de opio, cuando el fumador languidece y cuanto sucede a su alrededor adquiere un velocidad tal o una bruma tal, que parece producto de una ensoñación, de una alucinación o de una pesadilla.



Después supo que el cáncer de mama había sido un gran artificio para despertarla: la sacó del sopor, del cansancio vital, del sueño, y la trajo de regreso a la vida. Entonces supo que los sueños, sueños son, Y los dejo atrás.

Ese fue el despertar de donde obtuvo el impulso para volver a escribir, versos, sí, porque eso era lo que siempre había soñado y había tarareado antes de escribir; pero también simple y llana prosa que era la única con la cual podía retomar el pasado, situarse en el presente y avizorar el futuro.

Hubo críticas, claro: antes las cosas urgentes ¿cómo dedicar los días a los versos, a la poesía? Pero Mónica no cejó: sabía que tenía entre manos un libro a través del cual ella había podido escuchar un llamado: ¡Vive, porque la vida es hoy, aquí y ahora!



Esas críticas le decían que, puesto que iba a publicar el libro, debía imprimir sólo unos cuantos ejemplares, y no mil. Pero ella sabía que la respuesta hallada podía ser compartida, y, de ese modo, aprovechada por hombres y mujeres que vivía en el mismo sopor sin sentido en el que ella había vivido.

El libro iba más allá de la anécdota del cáncer de mama, pero no era el alegato de una víctima: era un recuento que le permitía soltar cuando había cargado, sin que fuera suyo, para poder caminar ligera y retomar su propia vida.

Hoy Mónica ha vendido más de 600 ejemplares de Morir para vivir, y no se arrepiente de haber impreso mil, pero sí está pensando en una segunda edición.

Mas ella vio que la historia no terminaba ahí: el prurito por la escritura continuaba y ella tenía muchas cosas más por decir. Y lo sabía porque, terminado el primer libro, la visitaba la poesía, llegaban a ella las historias en prosa que pedían ser escritas.

Al principio Mónica, al escribir, creyó que sólo ensayaba, que no iba a publicar aquello que, primero, le llegó a través del canto del pijul, y después se fue extendiendo hasta llevarla a escribirle a sus padres, lo mismo a su madre que a su padre; a su abuela Teresa, a su abuelo Silvino que le enseñó que quien se pierde el amanecer, se pierde la mejor parte del día. Y retomó elementos del nacionalismo mexicano (tequila, pero sólo un trago; reboso, actitud a la Lucha Reyes; recapitulación retro de Pedro Infante) y escribió, y se divirtió, se rio sola al releer lo que había escrito, y entendió que tenía entre manos un libro y debía darlo a la imprenta.

Y ese segundo libro es Memorias que nunca olvidan. A casi un año de que fuera presentado su primer libro, Morir para vivir este jueves 14 de junio, en una fecha muy especial, presentará este ejemplar en la Sala de la Librería del Complejo Cultural Universitario, a las seis de la tarde. Y Mónica llega segura de que escribió lo que tenía que escribir, y que sea el lector quien complete la tarea iniciada por la escritora: leerlo, para que se complete el ciclo y el libro adquiera vida, trasmita la vida que rezuma.

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Sobre el autor

Moisés Ramos Rodríguez

Moisés Ramos Rodríquez, poeta, cronista, reportero y crítico cultural. Toda una personalidad del periodismo poblano. Su programa radiofónico Tiempos oscuros, ha marcado un sendero por su calidad y estilo en la crónica policiaca en Puebla. Entre sus libros el mas reciente Raíz de luz (BUAP, 2014). Actualmente escribe en Milenio Puebla y colabora en Radio BUAP.