Será vil o sacro este arte antiguo de respirar por la palabra un mejor mundo: la poesía de Günter Petrak

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Mundo Nuestro. El miércoles 21 de febrero se presentó en La Casa del Puente, en San Pedro Cholula el libro de poemas Será vil o sacro, del escritor poblano Günter Petrak, con la participación del autor y como presentadores Gabriela di Lauro y Sergio Mastretta, de quien ofrecemos el texto escrito para el evento.



Es un juego la vida, la vida en imágenes como en una lotería de desvaríos.

Jugar con las fotografías de Günter Petrak, con los títulos de sus poemas, reconocer sus territorios, mirarlos como propios, como habitaciones compartidas, espacios nuestros por los años suyos y míos.

Dos imágenes mías que alumbra Günter:

Ahí está la hacienda de Guadalupe en ruinas, su torreón sobreviviente de guerras y temblores. Un cilindro rotundo desde hace mucho inexpugnable, con sus ventanales oscuros abiertos al valle campesino, a lo que queda de él, a los pueblos que poco a poco dejan de serlo, que han visto llegar a ellos los ductos petroleros y la catástrofe social que llamamos huachicol.

El volcán cenizo, mustio le digo yo, una extremidad de nubes, dice el poeta, un níveo perro de humo alegre, la barba hirsuta de un rufián, el cielo nuestro en el que nos miramos todos, la mirada al poniente que a todos nos contiene.



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¿Qué son las palabras para estas imágenes? Tal vez el viento leve, el viento agreste, el viento que se exhala. La utilidad, si la tiene, primigenia de la poesía: la que respira al mundo, la que lo mece, la que lo sueña, la que lo vierte:

Con las preguntas vitales en Lágrimas

Con la búsqueda atada a la palabra Viaje:

Intentar así gozar al máximo este juego que propone Günter:

Las palabras son larines que se intercambian, gritar como los niños que intercambian las estampas para el album ¡no, ya, ya, ya, noo! para avistar los cuadros de la vida que se van llenando, que quedan truncos, que anuncian el futuro.

Las palabras se gritan a la vista de la lotería, juguemos ahora mismo, nadie nos impone una ruta… Y qué sale, una azarosa línea de tiempo: nubes, barcas, fortaleza, adiós, cuenco en el corazón, ciudad, fumarola, el niño, puerta, monstruos, suicida, rieles, aceptar mi tiempo...

"Pero no hay álbum --escribe el poeta-- que pueda guardar las mudanzas, las maletas, la lluvia en la ventana, el pan enmohecido..."

Ganar y perder en ese juego entre lo vil y lo sacro:

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De la lírica a la interpretación de este mundo compuesto y electrónico desde el que ha partido este objeto antiguo que nos ha entregado en las manos el escritor-poeta-fotógrafo-artesano-editor en que se convirtió aquel vistoso portero en las fuerzas básicas del Puebla. Porque desde esa emoción tan llana que tiene del juego viene Günter Petrak.

¿Qué es, si no una maravilla, este librito-folleto de poemas plantados así, en láminas breves, con fotografías chispazos certeros que introducen al breve torrente de palabras...?

Intentar comprender entonces la trama lúcida que se contiene en esta propuesta artesanal de la poesía, en este tiraje de trazos libres en papel, en esta solvencia estricta para resolver el juego Autor-Lector por el que nosotros, los que nos contemplamos lectores, encontramos en nuestras manos el instrumento para la más libertaria de las lecturas.

Libertad. Dos veces en un párrafo esta palabra antigua, la de todas nuestras desavenencias con el mundo.

Un mundo que ya difícilmente nos reúne para hablar de poesía y de libros. Que ya difícilmente alberga lectores con las palabras en las manos. Que ya nos impone el ritmo atroz de nuestros dedos grasos sobre las teclas de los celulares.

En esto pienso cuando tengo en la manos esta propuesta artesanal.

El poeta no es tan sólo el mago antiguo que nos encanta tras la bruma de las palabras en el aire.

Es fotógrafo: nos invita a leerlo desde una perspectiva concreta. Igual sus monstruos que sus nubes o sus barcas o sus viajes o sus lágrimas.

Y es artesano: ha librado la tranca de la imprenta y la obsesión de lo formal. Sus larines son metáforas en sí mismas que sus manos han recortado para nosotros y envuelto en una foto que es un cuadro y un marco para encerrar el mundo digital, al que sin remedio la modernidad nos ha encomendado.

Querámoslo o no, hoy todos somos absolutamente ceros y unos, la abstracción más concisa, el cuadro más puro, la soledad más precisa que nos contiene retratados en esos espejos letales con los que fundimos el rostro letal de la tiranía que ejerce la necesidad –o necedad—de comunicarnos con los otros.

A la manera de cada quien, con memes y desgarriates chateros, nos encontramos miembros distinguidos de una comunidad de escritores electrónicos.

“Hoy –dice Eugenio Tisseli, al hablar de la posibilidad de construir comunidades extendidas--, la digitalización de todos los ámbitos de nuestra existencia y coexistencia con otros se ha convertido en una realidad sofocante.”

Y me ayuda más a entender lo que ha creado Günter Petrak en su esa comunidad extendida que ha generado en ese agujero sin fondo que llamamos facebook: la foto y el texto breve.

Dice Tisselli.

“Y es precisamente entre la densidad en apariencia intangible de esta creciente abstracción donde nos encontramos como comunidad de escribientes electrónicos. No obstante, la abstracción, o desmaterialización, a menudo identificada de modo erróneo como la esencia de lo digital, encuentra su contradicción en una materialidad exacerbada que, paradójicamente, esquiva nuestra percepción de forma constante. Aquello que se suele describir como inmaterial, de manera más bien miope o ingenua, no es más que la manifestación final de complejos ensamblajes de todo tipo de materiales, escondidos detrás de un pesado velo de nubes.”

Qué ensamblaje éste de lo vil y lo sacro: la invención de nuevas formas poéticas, exploración en ese territorio irreal en el que nos arroja la tecnología. Pensar ese mundo inhóspito en el que nos enredan los dispositivos desde este instrumento de papel antiguo, arte-objeto le llamarán los enterados, formato original, inspiración de esténcil setentero, propaganda verosímil del mejor de los espíritus.

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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...