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La cultura edificante en Puebla: arte y tragedia urbana, 2011-2017 Destacado

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Pues se suponía que la convocatoria era en el Zócalo. Sin embargo, te recibe un tianguis de universidades patito dando patadas de ahogado por captar clientes: la Realística, la del Valle de Puebla... la del Valle de Lágrimas, piensa uno. ¿A quiénes hacen pagar estos negocios encubiertos de instituciones educativas? ¿A dónde van a parar sus egresados? En Puebla hay al menos seis instituciones de educación superior que forman a artistas visuales (IAVEP, UDLAP, UNARTE, Bauhaus, BUAP, IBERO). Basta un rápido cálculo mental: deben titular a más de un centenar de artistas, como poco, cada año. ¿Cómo sobreviven? ¿Dónde están? Ah, ahí, en el corazón del Zócalo.



Manifestantes en contra del Programa de Artistas Urbanos, Zócalo de Puebla, 9 de julio de 2017 (Foto: Etcétera Espacio Experimental)



Cartel en una jornada de protesta



Ya hablan algunos de los artistas contra el Programa de Artistas Urbanos, que se oficializó a fines de junio de 2017 a propuesta del Cabildo de la ciudad.[i] Ha generado polémica y, sobre todo, rechazo de músicos, poetas, payasos, actores de teatro y otros creadores. La reacción se debe especialmente a dos de los aspectos más notorios del Programa: el primero, pagar “derechos por la ocupación de espacios públicos”,[ii] que a partir de ahora se reducirán a trece emplazamientos exclusivos designados por las Secretaría de gobernación del Municipio;[iii] el segundo, por las audiciones a las que tendrán que someterse los artistas ante un Comité Asesor del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP), que dictaminará su calidad y pertinencia para ser incluidos o no en un padrón de artistas urbanos, supervisando los “contenidos artísticos” de dichos artistas y realizando su “capacitación”.[iv] Sin esa aprobación previa, no podrán actuar legalmente en la calle. La respuesta de las artistas y creadores no se hizo esperar: por una parte, denunciaron que con la nueva normativa se estaba privatizando el espacio público (no ya sólo por cobrar por su ocupación sino también porque al hacerlo se fuerza a hacer un uso económico de él); por otra, señalaban que se estaba abriendo la puerta para que el Ayuntamiento decidiera y censurara qué tipo de actividades y artistas podrían ocupar dichos espacios y qué mensajes transmitirían.

En realidad, estas medidas no son exclusivas ni originales de la ciudad de Puebla. De distinto modo, en Barcelona, Nueva York, Londres o Málaga, los ayuntamientos regulan el uso que los artistas pueden hacer del espacio público.[v] Desde hace ya dos décadas, el motor económico de esas ciudades ha dependido cada vez más de su conversión en un atractivo turístico, un proceso en el que la cultura ha jugado un papel crucial en la redefinición de la ciudad como marca.[vi] Del mismo modo que las empresas hacen un uso celoso de su imagen corporativa y productos, a los administradores de las ciudades-marca les urge controlar y regular los “espacios públicos”. Puebla inició ese experimento hace algunos años: la privatización y las decisiones arbitrarias han sido los dos principales motores del posicionamiento que las instituciones públicas han asumido desde 2011 en el terreno del arte y la cultura. Este Programa de Artistas Urbanos no cabe entenderse sino como un paso más en la violenta y problemática “globalización” de Puebla, es decir, su conversión en un destino turístico donde se espera que la cultura sea la nueva fábrica de plusvalía y los artistas, gestores culturales, guías, vigilantes de sala, montadores y técnicos, su precaria mano de obra. Se trata, como el propio IMACP subraya sin el menor recato, de poner a la masa precaria de artistas a llevar a cabo una “[r]ecuperación integral de espacios públicos subutilizados del Centro Histórico, mediante actividades recreativas y culturales.”[vii] El objetivo que se marca una institución pública no es que los habitantes de Puebla o los artistas tengan una vida más digna o placentera sino que “los espacios públicos subutilizados” produzcan valor económico.

Espectacular de la campaña del gobierno estatal, “Que siga el progreso”, centro de Puebla, 23 de febrero de 2017.

En la actual transformación de la ciudad y de sus modos de trabajo y vida hay inscrita una profunda violencia, como la hubo en todos los procesos de “desarrollo” capitalista previos. Ya se tratara de la maquinización del sector textil, de la implantación de la industria automotriz o de la maquila, desde el siglo XIX en Puebla la implantación de esos “sectores productivos” ha venido ligada a complejos experimentos de ingeniería social. En este sentido, la implantación de la “economía naranja” –como denomina el Banco Interamericano de Desarrollo a la economía ligada a la cultura– implica regular las prácticas culturales y a la población misma con la finalidad de hacerlas productivas, además de construir infraestructuras y una nueva geografía urbana orientada a esa finalidad.[viii] Los esfuerzos de los administradores de la ciudad por obtener títulos como el de Ciudad Creativa del Diseño[ix] o su empeño por asociar a Puebla con el discurso de la Smart City o ciudad inteligente[x] son claro testimonio de esa estrategia de transformación del modelo productivo en el que la ciudad se convierte en una gigantesca fábrica. En este sentido, el “rescate del Centro Histórico”, “embellecer Puebla”, inaugurar un Museo Internacional del Barroco o implementar un Programa de Artistas Urbanos no manifiestan otra cosa que la incursión en un nicho económico que aún no había sido explotado. Lo denigrante en estos procesos es el papel de las instituciones públicas y el abandono de su responsabilidad con los ciudadanos: es el estado el que vela por los intereses de las élites empresariales y provee los marcos legales y los mecanismos de control para la explotación de la población y la cultura como una nueva fuente de recursos para producir valor económico. Las iniciativas de la “economía naranja” en Puebla equivalen a la imposición violenta e interesada que en su día trajeron consigo el trazado del ferrocarril o la urbanización ligada a la maquinización de las fábricas textileras en el siglo XIX.

Sin un programa de exposiciones definido, la deriva en el Museo Internacional del Barroco es notoria. Automóviles de Audi usan el MIB como showroom, octubre de 2016.

Con mierda, sí, con las aguas negras del Río Atoyac se inundó la flamente Casa de la Música de Viena que había inaugurado en junio de 2015 el gobierno del Estado en la antigua fábrica téxtil La Constancia Mexicana.[xi] La maloliente realidad de una ciudad que sobreexplota y desprecia sus recursos acuíferos, masivamente contaminados por la industria,[xii] se sublevaba contra los apresurados intentos de conversión cultural puestos en marcha por la maquinaria estatal.

En una serie de decisiones opacas, verticales y precipitadas, en Puebla se ha asistido desde 2011 al veleidoso recurso a la cultura como bulldozer para la transformación urbana. Aunque no fuera determinante, sí fue significativo que se desmantelaran programas y espacios que a su manera paternalista y clientelar articulaban cierta escena local. En 2014, tras 12 ediciones anuales se canceló el encuentro estatal de artes plásticas, se suprimió temporalmente el Programa de estímulos a la creación y el desarrollo artístico y se cerró definitivamente la Galería de Arte Moderno y Contemporáneo. Para 2016 se clausuró la Casa del Escritor.[xiii] Eran ciertamente espacios y programas notablemente limitados y tradicionales en su concepción de lo que cierta élite entendía por “alta cultura” pero no dejaban de hacer una concesión (envenenada) a artistas y creadoras locales con aspiraciones de hacer carrera individual y tener “éxito y reconocimiento”.[xiv] Lo revelador no fue su cancelación sino lo que los vino a sustituir.

De entrada, en 2011 se había degradado la Secretaría de Cultura a un Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Puebla (CECAP), lo que anulaba su autonomía presupuestal y lo hacía un órgano dependiente, que tuvo una errática marcha –llegó a estar encabezada por cuatro secretarios ejecutivos distintos– hasta su desaparición en 2017.[xv] A su vez, se configuró un Consejo Ciudadano para la Cultura, un órgano meramente consultivo y conformado por distintos representares de la sociedad civil, funcionarios y creadores propuestos todos por el gobernador del estado, quien presidía el Consejo. Con ese perfil, se trataba de cualquier cosa menos de un órgano autónomo y ejecutivo, como es fácil imaginar. Su papel de “análisis y opinión” ha brillado por su ausencia en todos estos años, aunque alguno de los artistas que pagaron con su silencio ser representantes de los intereses del gobierno –que no de sus colegas– en el Consejo obtuvieron notables beneficios personales.[xvi] En realidad, el CECAP no parece que tuviera mucho que decir en la orientación de los “proyectos culturales” que se acometieron, que fueron básicamente de infraestructura: construir o remodelar museos.

La lista es larga hasta completar más de una docena de espacios entre 2011 y 2017. Con el “rescate” de la La Constancia se dio pie a instalar allí en 2015 la Casa de la Música de Viena, el Museo Infantil de La Constancia y el Museo Casa del Títere Marionetas Mexicanas, para en 2016 inaugurar el Museo del Automóvil y el Museo de la Música Mexicana. Previamente, se habían abierto o remozado el Museo de la Fuerza Aérea y el Ejército Mexicanos, el Museo Interactivo de la Batalla del 5 de mayo, el Museo de la No Intervención, el Museo de la Evolución, el Museo del Agua en el Puente de Bubas, el Museo Regional de la Revolución Mexicana Hermanos Serdán, éste último en 2016, más el Museo Regional de Cholula en 2017. No obstante, por el presupuesto invertido y la visibilidad mediática que cobró, fue el denominado Museo Internacional del Barroco (MIB), presentado en 2016 y diseñado por el prestigioso arquitecto japonés Toyo Ito, la más ambiciosa de esas infraestructuras culturales. La inversión económica que arrastra esta ecuación que traduce la cultura en infraestructura es multimillonaria: sólo el MIB significó una inversión inicial de 1,390 millones de pesos que aumentaría a lo largo de los siguientes 23 años a 7,280 millones de pesos.[xvii] No es en absoluto una cuestión menor que la gestión del Museo se ceda a una empresa a la vez que la obra se financie con dinero público en el popularizado e indefinido formato de Asociación Público Privada (APP): no es el estado el que da empleo ni mantiene el espacio pero sí el que provee los fondos para su funcionamiento.[xviii] A nadie se le escapa la irreflexiva justificación puesta sobre la mesa una y otra vez por los funcionarios estatales en busca del “efecto Guggenheim”:[xix] usar la cultura como excusa para la inversión multimillonaria en infraestructura con dinero público, revalorizar el sector inmobiliario para ser capitalizado por el sector privado y poner en valor como destino turístico a Puebla como una ciudad-marca, con el volátil proceso de precarización laboral y gentrificación urbana que esa turistificación conlleva.[xx]

Logo de PUEBLA frente al MIB.

El MIB se ubica en la zona de mayor especulación y plusvalía inmobiliaria de Puebla.

El MIB exhibe la réplica gigante de la portada de la revista National Geographic dedicada a sí mismo, octubre de 2016.

Casi sobra señalar que por lo precipitado de su construcción y el desinterés por sus contenidos y operación estos “museos” difícilmente están a la altura del nombre: ni se les conoce un programa anual de actividades, ni un patronato, ni curadores, ni misión, ni, por lo general, director.[xxi] Para que no cupiese duda alguna del papel prioritariamente económico de toda esta infraestructura museística, en enero de 2017, como parte de la estrategia del nuevo gobierno estatal que estaba por tomar posesión, se desapareció el CECAP para disolver todo lo que con cultura tuviera que ver en la Secretaría de Turismo (ahora también de Cultura) y se creó un “organismo descentralizado de la administración” bajo el nombre Museos Puebla[xxii] y cuya finalidad era proveer “una administración mercantil, una administración de recursos humanos y una rígida definición de lo que se va a mostrar en las salas”.[xxiii] Parece que lo único que se pretende regular “rígidamente” son los contenidos de todos los museos a su cargo pues de lo que hacer con ellos ya se encargará la “libre mano” del mercado a la que el estado ya le ha tendido la suya cómplice. Entre los cometidos de Museos Puebla están los de “concesionar los servicios y espacios bajo su administración” y constituir o participar en fideicomisos públicos o privados “a los que podrá aportar parte de los recursos que integran su patrimonio”.[xxiv] Este proceso vertical de privatización ha sido acelerado y muy costoso, y no sólo por los centenares de millones de pesos despilfarrados sino por la transformación a la que han sido sometidas las instituciones y prácticas ligadas al arte y a la cultura en Puebla en apenas unos años.

Esta obscena y banal inflación de museos descansa sobre un presupuesto clave: la cultura es un lugar de consenso. Ahora de un modo espectacular, el estado promueve la cultura como algo que debe venerarse y respetarse. El estado abusa, como lo ha hecho históricamente, de su capacidad para construir y manipular interesadamente la identidad. ¿Qué padre o madre de familia va a estar contra un Museo del Niño o del Títere o del Barroco? ¿Qué poblano digno de su gentilicio no se va a postrar ante la belleza resguardada en el Museo del Automóvil? Esos “recintos culturales” exigen deponer la crítica ante la identidad orgullosa: por eso a uno lo recibe en la entrada la ubicua escultura-logo de alegres colores, escenografía obligada para el selfie, que enarbola el nombre de PUEBLA. Es decir, que el estado poblano parece haber descubierto ahora que el de “cultura” es un término que quizás sólo pueda competir con el de “progreso” –¿quién va a estar contra el progreso?– para exigir aquiescencia y consenso a la ciudadanía. No obstante, a pesar del orgullo inflamado, es imposible no advertir que los museos apenas ocultan ser una excusa para colocar franquicias de cafeterías, restaurantes y tiendas de souvenirs. Para que la cultura se dé como un hecho inapelable es clave transformarla en cultura oficial, es decir, una cultura regulada por el estado.

En realidad, la neutralización de la disidencia cultural es relativamente simple de llevar a cabo cuando en Puebla ha sido el estado el principal mecenas y promotor de la cultura. De hecho, hasta hace muy poco su interés por la cultura era anecdótico... hasta que ha descubierto que su mercantilización entraña un enorme potencial económico y la excusa perfecta para intervenir la ciudad en términos inmobiliarios. De ahí la necesidad y urgencia por legislar y regular la práctica de artistas, de espacios e instituciones. El mensaje es obvio: no puede haber más cultura que la oficial. La cultura oficial hoy es la destinada al entretenimiento, al turismo y al consumo. Cualquier práctica que se salga de esas lindes, debe ser criminalizada o censurada o ahogada por la falta de financiamiento. Esta actitud, por provenir de instituciones públicas, obvia decirlo, es profundamente antidemocrática y, a corto plazo, socialmente calamitosa. Lo que no entre en el entramado de la cultura oficial sólo podrá sobrevivir como cultura popular, folklore o manifestaciones alternativas que encajen en el engranaje productivo del hotel boutique, del turibús, de la ruta guiada o del tianguis de artesanía.

Personas formadas para entrar a la exposición Tutankamón. La tumba, el oro, la maldición. Palacio Municipal, febrero de 2016, una iniciativa de la empresa History Time, compuesta básicamente de réplicas, que en Puebla acogió el IMACP.

Un ardid recurrente en estos años en Puebla para equiparar todo arte y cultura con el arte y cultura oficiales ha sido reivindicar la “alta cultura”. Lo que el estado presuntamente ofertaría sería un arte que edifica –nunca mejor dicho–, educa y forma a mejores ciudadanos. Como la música vienesa, el arte de élite amansaría a las fieras. El problema es que la alta cultura, no nos engañemos, ha sido siempre un privilegio de las élites. Lo que las instituciones públicas nos ofrecen hoy son sucedáneos de la alta cultura: la sucursal de la Casa de la Música de Viena; un Tutankamón de cartón; las copias de obras de Miguel Ángel Buonarroti; un Barroco imaginado por pantallas y proyectores; un parque de miniaturas de la Torre Eiffel y el Coliseo romano... No es “alta cultura” sino versiones low cost de las grandes marcas lo que se exhibe en los escaparates de los museos y galerías poblanos. Se trata con esto de domesticar a la ciudad y a la ciudadanía y de atraer y entretener al turista con los nombres del arte de la élite. Como si al hacer cola, como si al formarse para presenciar los simulacros del buen gusto, pudiera uno llegar a algún sitio. Antes quizás sí: el acceso a la alta cultura abrigaba la promesa para artistas, algún académico y recién llegados a la clase media de ascender socialmente, de codearse con la élite económica y política en sus cócteles y cenas, en las fiestas y vernissages. Aún más: el arte podía emancipar y distinguir a la persona culta de los zafios e ignorantes, con o sin dinero. El Estado nos ha dejado claro que en Puebla esa vana aspiración se acabó, que a lo que le apuesta es a la construcción de catedrales del sucedáneo y a capillas de la experiencia vicaria. No nos hagamos ilusiones: la cola para entrar al museo hoy no conduce al ascenso social sino a la tienda de souvenirs y al frapuccino del café franquicia.

La dimensión de la tragedia de este experimento puede ser colosal en un momento de profunda incertidumbre para la ciudad. Estamos acuciados por la degradación medioambiental, por la violencia criminal profesional y doméstica, por la destrucción descontrolada del territorio a manos de la especulación inmobiliaria, por la precarización laboral y, sí, en última instancia, por la ausencia de un relato del que nos sintamos parte y nos hagamos cargo colectivamente. El cuento de la patria protectora y del estado del bienestar por venir se ha descoyuntado con el paso de los años por los intereses de una minúscula élite económica y política que ostenta ufana su codicia y a la que acompaña una cohorte de bufones que ha hecho del arte un pasatiempo trivial. Entrar al casting de esta debacle, hacer de comparsa y recoger la morralla o, simplemente, mirar para otro lado cínicamente ya no son hoy opciones para sobrevivir dignamente.

¿Qué podemos hacer? Frente a la sucedánea cultura de élite que impera –administrada vertical y excluyentemente por una burocracia voraz y torpe– es momento de reivindicar y hacer mediante la cultura de los muchos.[xxv] Frente a la precarización y la estafa neoliberal del emprendedurismo cultural (“Se empresario de ti mismo”), es momento de reivindicar la autogestión, la organización colectiva y otros modos colaborativos de hacer y gestionar las instituciones públicas. Frente a las decisiones unilaterales e ineptas, es momento de reivindicar otras formas de gobernanza, mediante el diálogo, el debate argumentado y el disenso. Frente a la privatización, es momento de reivindicar unas instituciones abiertas, comunes y participativas. Es momento de tomarnos el arte y la cultura en serio y de decir en voz alta que eso que unos pocos pretenden que sea el arte y la cultura en Puebla no es el arte y la cultura que queremos. Es momento de decir esto porque tienen razón las artistas y creadores que denuncian el Programa de Artistas Urbanos: implica la privatización y la censura de otros modos de hacer y enteder el arte en Puebla. Lo que parece que no advertimos suficientemente es que ese Programa no es un casual intento de regular la presencia de trabajadoras culturales precarias que se disputan las monedas de turistas y paseantes en una ciudad con una altísima tasa de empleo degradado. Ese Programa es una arista más de una transformación profunda y drástica en la que no está en juego sólo el trabajo cultural. Se están intentando cancelar otros modos de hacer ciudad y de vivir la vida. No se está legislando el presente, se nos pretende expulsar del futuro.

[i] Paula Carrizosa, “Por tercera ocasión en 2 semanas, creadores dicen no al Programa Artistas Urbanos”, La jornada de Oriente, 10 de julio de 2017. http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2017/07/10/tercera-ocasion-2-semanas-artifices-dicen-no-al-programa-artistas-urbanos/. Kara Castillo, “Llaman a derogar ley de artistas urbanos y demandan foro abierto al IMACP”, e-consulta, 9 de julio de 2017, http://www.e-consulta.com/nota/2017-07-09/sociedad/llaman-derogar-ley-de-artistas-urbanos-y-demandan-foro-abierto-al-imacp.

[ii] Lineamientos para el Programa de Artistas Urbanos, Capítulo 3, Artículo 13, Periódico oficial del Estado de Puebla, Tomo DVI, número 19, 27 de junio de 2017.

[iii] Íbidem. Capítulo 1, Artículo 5.

[iv] Íbidem. Capítulo 3, Artículo 12.

[v] Nieves Mira, “Así es la legislación de los músicos callejeros en otras ciudades”, ABC, 23 de agosto de 2013, http://www.abc.es/local-madrid/20130823/abci-legislacion-musica-calle-201308211011_1.html.

[vi] Los efectos devastadores de este proceso están sobradamente documentados y en la actualidad el propio Ayuntamiento de Barcelona tiene en el crecimiento descontrolado del turismo un grave problema. “Van a seguir devaluándonos las vidas. O se da un giro radical de modelo de ciudad y se apuesta por economías socialmente sostenibles o la ciudad va a quedar como un mero decorado. Como un parque temático gigante”, Daniel Pardo citado en “Barcelona: el problema del turismo masivo”, euronews, 28 de junio de 2017. Para una genealogía crítica de esta transformación, véase el estudio de Mari Paz Balibrea, “Barcelona: Del modelo a la marca” en Jesús Carrillo e Ignacio Estella Noriega (eds.) Desacuerdos 3. Sobre Arte, Políticas y Esfera Pública en el Estado Español. Barcelona: Arteleku- MACBA-Universidad Internacional de Andalucía, 2005, http://www.centroguerrero.es/wp-content/uploads/2016/01/Desacuerdos-3.pdf.

[vii] Se cita desde el IMACP el Plan Municipal de Desarrollo en su eje 3 “Desarrollo Sustentable y Crecimiento Metropolitano”, dentro de las líneas de acción del Programa 19 “Centro Histórico Revitalizado”. Véase el Programa de Artistas Urbanos, http://www.imacp.gob.mx/convocatorias-y-talleres/item/3435-programa-de-artistas-urbanos.

[viii] Banco Interamericano de Desarrollo, “La economía naranja: una oportunidad infinita”, https://publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/3659/La%20economia%20naranja%3a%20Una%20oportunidad%20infinita.pdf?sequence=4&isAllowed=y. Felipe Buitrago, “La ‘economía naranja’ emerge con fuerza en América Latina”, El país, 20 de agosto de 2014, https://elpais.com/elpais/2014/08/20/planeta_futuro/1408528197_688200.html.

[ix] UNESCO, “Puebla, Ciudad Creativa del Diseño para la UNESCO”, 19 de enero de 2016, http://www.unesco.org/new/en/media-services/single-view/news/puebla_ciudad_creativa_del_diseno_para_la_unesco/. “En diciembre de 2015, gracias a las gestiones e impulso del entonces alcalde y hoy gobernador Antonio Gali, la capital poblana fue integrada a la Red de Ciudades Creativas, en la categoría de Diseño. Lo anterior por contar con políticas públicas que subrayan la creatividad y la cultura como motores esenciales para un desarrollo urbano sostenible” en “Puebla será sede de reunión Ciudades Creativas UNESCO, en área de diseño”, e-consulta, 3 de julio de 2017, http://www.e-consulta.com/nota/2017-07-03/ciudad/puebla-sera-sede-de-reunion-ciudades-creativas-unesco-en-area-de-diseno.

[x] Redacción, “Presentan el Smart City Expo LATAM en Puebla”, Tribuna noticias, 21 de junio de 2017, http://www.tribunanoticias.mx/presentan-el-smart-city-expo-latam-congress-en-puebla/. “Es un buen momento para preguntarnos en qué tipo de lugar queremos vivir (…) una ciudad inteligente es en la que la mayor parte de la población puede vivir bien, una ciudad que funciona para la mayoría es una ciudad inteligente”, Luis Banck Serrato citado en Manuel Flores Jiménez, “Banck define el rumbo de Puebla para convertirse en Smart City”, Diario Cambio, 29 de junio de 2017, http://www.diariocambio.com.mx/2017/secciones/metropolis/item/14348-banck-define-el-rumbo-de-puebla-para-convertirse-en-smart-city.

[xi] Redacción, “Desborda río Atoyac en Puebla; inunda museos”, El Universal, 1 de junio de 2017, http://www.eluniversal.com.mx/articulo/estados/2017/06/1/desborda-rio-atoyac-en-puebla-inunda-museos.

[xii] Sergio Mastretta, “Atoyac, un río clínicamente muerto”, Nexos, 1 julio de 2017, http://www.nexos.com.mx/?p=32776.

[xiii] Ámbar Barrera, “Cuatro puntos para entender la política cultural de Moreno Valle”, Lado B, 10 de enero de 2017, http://ladobe.com.mx/2017/01/puntos-entender-la-politica-cultural-moreno-valle/.

[xiv] En cualquier caso, el proceso de cercamiento y exclusión contra los artistas salta a al vista. Como ha señalado Rosa Borrás: "No pueden quitarnos la calle. Como artistas, nos han quitado la Galería de Arte Contemporáneo, la Fototeca, la Casa del Escritor, que fue muy importante, la Casa del Torno. Nos han despojado de todos los espacios y ahora quieren quitarnos la calle”, citada en Laura Ruiz, “Ven en Programa de Artistas Urbanos un atentado contra el espacio público”, e-consulta, 22 de junio de 2017, http://www.e-consulta.com/nota/2017-06-22/sociedad/ven-en-programa-de-artistas-urbanos-un-atentado-contra-el-espacio-publico.

[xv] Mario Martell, “Abofeteó el gobierno de Puebla al sector cultural”, Intolerancia, 18 de diciembre de 2015, http://intoleranciadiario.com/detalle_noticia/139801/cultura/abofeteo-el-gobierno-de-puebla-al-sector-cultural.

[xvi] Yadira Llaven Anzures, “Eroga gobierno estatal 5 mdp en compra de esculturas para Ecoparque Metropolitano”, La Jornada de Oriente, 24 de marzo de 2015. http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2015/03/24/eroga-gobierno-estatal-5-mdp-en-compra-de-esculturas-para-ecoparque-metropolitano/.

[xvii] Redacción, “El museo de los 7,280 millones de pesos”, Sin embargo, 10 de febrero de 2016. http://www.sinembargo.mx/10-02-2016/1616656. Aunque hay valoraciones que sitúan su costo en 18,337 millones: Mónica Camacho, “PRI: oculta gobierno costo real del Museo Barroco, será 151% superior al anunciado”, La jornada de Oriente, 6 de diciembre de 2016.

[xviii] Jorge Castillo, “Indignación enmarca el Museo del Barroco”, Intolerancia Diario, 28 de agosto de 2014, http://intoleranciadiario.com/detalle_noticia/124395/politica/indignacion-enmarca-el-museo-del-barroco.

[xix] Las pretensiones nunca estuvieron ocultas: EFE, “Puebla espera que su nuevo Museo Barroco sea lo que el Guggenheim para Bilbao”, eldia.es, 25 de junio, 2015. http://eldia.es/agencias/8175220-M-XICO-MUSEOS-Puebla-espera-nuevo-Museo-Barroco-sea-Guggenheim-Bilbao.

[xx] Salma Martínez Campos, “El Museo Barroco Internacional de Puebla: tendencias y peligros”, Nexos, 4 de febrero de 2016. http://cultura.nexos.com.mx/?p=9802. Este fenómeno está sobradamente estudiado. Noemí de Haro y Alberto López Cuenca hemos analizado el uso de la infraestructura cultural en la redefinición económica del territorio en España en las últimas décadas: "Arte contemporáneo, infraestructura y territorio en el estado de las autonomías" en Por el Centro Guerrero. Política cultural, crisis institucional y compromiso ciudadano. Antonio Collados (ed.) Granada: Ciengramos, 2014, https://www.academia.edu/10342354/_Arte_contemporáneo_infraestructura_y_territorio_en_el_estado_de_las_autonom%C3%ADas_en_Por_el_Centro_Guerrero._Antonio_Collados_ed._Granada_Ciengramos_2014. Cómo el “efecto Guggenheim” desarticuló la escena local y precarizó las condiciones laborales en Bilbao –algo de lo que no se suele hablar– ha sido señalado por Arantxa Rodríguez, “Reinventar la ciudad: milagros y espejismos de la revitalización urbana en Bilbao”. Lan Harremanak. Revista de Relaciones Laborales, 6, 2002-I, 69-108. Aunque el trabajo más referido respecto a las ambiciones y espejismos del Museo Guggenheim Bilbao es el de Joseba Zulaika, Crónica de una seducción. El Museo Guggenheim de Bilbao. Donostia: Nerea, 1997.

[xxi] Del buque insignia de este proceso, el MIB, no se tenía noticia ni de su programa de exposiciones, ni de su organigrama, ni de sus curadores, ni de su patronato, ni de su director a un año de haber sido inaugurado el 4 de febrero de 2016. A día de hoy, de todas esas carencias sólo se le conoce un director nombrado siguiendo los más estrictos estándares “internacionales”: a dedo. Nada de concurso público con un comité independiente que seleccione el proyecto mejor sustentado y al candidato más cualificado. Mejor se coloca a un burócrata al frente: al depuesto Secretario ejecutvio del CECAP, que carece de experienca previa en la dirección de museos. ¿Y –no puede dejar de interrogarse uno– el ayuntamiento pretende hacer una audición a los artistas urbanos para que comprueben sus credenciales y calidad?

[xxii] Museos Puebla lo pasaría a dirigir Iván de Sandozequi Cornejo, otro burócrata sin ninguna capacitación en temas de arte y cultura: Ernesto Aroche Aguilar, “Iván de Sandozequi, el administrador a cargo de los museos en Puebla”, Lado B, 10 de abril de 2017, http://ladobe.com.mx/2017/04/ivan-sandozequi-administrador-cargo-los-museos-puebla/. Bajo la gestión de Sandozequi se encuentran mada menos que 15 museos, según esta nota de prensa. En Puebla parece que sólo son los artistas urbanos los que deben probar su competencia, como pide el Programa de Artistas Urbanos... ¿No nos urge más un Programa de Burócratas Culturales?

[xxiii] Paula Carrizosa, “Cumple la Secretaría de Turismo y Cultura estatal un mes de inactividad cultural”, La jornada de Oriente, 8 de marzo de 2017, http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2017/03/08/cumple-la-secretaria-turismo-cultura-estatal-mes-inactividad-cultural/. Véase también: Paula Carrizosa, “Alista el gobierno estatal un proyecto para mercantilizar el patrimonio cultural de Puebla”, La jornada de Oriente, 13 de febrero de 2017, http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2017/02/13/alista-gobierno-estatal-proyecto-mercantilizar-patrimonio-cultural-puebla/.

[xxiv] “Concesionar los servicios y espacios bajo su administración, que sean susceptibles de ello previa autorización del Órgano de Gobierno” (DECRETO del Honorable Congreso del Estado, por el que crea el Organismo Público Descentralizado denominado “MUSEOS PUEBLA”, 27 de enero de 2017, Capítulo 1, Artículo 3, X). Constituir, participar, administrar o coadyuvar en la operación de fideicomisos públicos o privados; así como formar parte de sus Órganos de Gobierno, en coordinación con los sectores público, social o privado, a los que podrá aportar parte de los recursos que integran su patrimonio...” (Ídem. Capítulo 1, Artículo 3, XIII). http://ojp.puebla.gob.mx/index.php/decretos/legislativos/item/decreto-del-honorable-congreso-que-crea-el-organismo-publico-descentralizado-denominado-museos-puebla.

[xxv] Merece la pena hacerse eco de la reflexión de Luis Moreno-Caballud en Culturas de cualquiera. Estudios sobre democratización cultural en la crisis del neoliberalismo español. Madrid: Acuarela y A. Machado, 2017. “Estas culturas [de cualquiera] han surgido sobre todo en torno a movimientos sociales de base y en espacios de colaboración propiciados por la tecnología digital, pero se están extendiendo a muchos otros ámbitos sociales, incluidos aquellos tradicionalmente reservados para 'la cultura'. En ellas se tiende a propiciar que sean todas las personas potencialmente afectadas o concernidas por una situación quienes puedan participar en su transformación, pero no desde un supuesto 'todo vale', sino mediante procesos de empoderamiento y aprendizaje colaborativo que permitan desarrollar capacidades y saberes de cualquiera” (25-26).

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