Los trabajadores de la tierra Destacado

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Los trabajadores de la tierra

A Emma Yanes Rizo

Atados al pasado, al socavón profundo del tiempo, los trabajadores de la tierra nos abren al futuro. Los albañiles, los alfareros, los ceramistas alumbran con sus manos las que serán nuestras casas, las vasijas que cocerán nuestros guisos, las piezas que nos recordarán la belleza de la vida diaria.

Los trabajadores de la tierra rascan, palean, cargan la entraña negra, la zalea roja del monte. La muelen, la ciernen, la baten. Con el agua la rocían, le recuerdan la lluvia. La atemperan, la amasan, la amoldan, le calman sus ansias, le devuelven sus sueños ocultos. Le dan forma. Con el agua y con sus manos la cargan de vida.



Vienen de lejos, los trabajadores de la tierra, del tiempo de la piedra y la caverna, de cuando el fuego y la tormenta dieron rostro a los dioses, de cuando los senos y las caderas eran una misma madre tierra. Tienen el humor antiguo, el que se trae en la sangre, el que se metió en el cuerpo de tanto apretarlo con las manos. Por ello, los trabajadores de la tierra sienten el tiempo, lo llevan en la piel, no tienen que medirlo, van a su aire, lo comprenden. Hay sol, hay nube, hay viento, hay polvo. Hace calor, está todo muy reseco. Hace frío, se viene la helada negra. Es de madrugada, cae el rocío, como que se viene el agua. Entre sus manos y la tierra corre el tiempo.

Los trabajadores del barro son la memoria de la tierra.





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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...