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Recordar el Teleférico de Moreno Valle para entender el nombramiento de Sergio Vergara Berdejo en Cultura Destacado

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Mundo Nuestro. Publicada originalmente en enero de 2013 en Mundo Nuestro, esta crónica da cuenta de los excesos en los que incurren los gobernadores y sus negocios inmobiliarios en Puebla. El teleférico de Rafael Moreno VAlle, fallido en su idea de montar su estación de arranque en la Casa del Torno, en el Barrio del Artista. Sirve la mirada larga para entender la apuesta de Miguel Barbosa con Sergio Vergara Berdejo, un personaje que sintetiza en su accionar como funcionario público la conjunción negocio inmobiliario-cultura que define la política del Estado poblano para el centro histórico de la ciudad de Puebla.

La vida es breve: la ciudad bajo el amparo de los ciudadanos

Memoria de una defensa contra un gobernador inmobiliario



Ciudad de Puebla, enero de 2013

La vida de un proyecto gubernamental en Puebla puede ser larga, pero arranca siempre de la misma manera: sin permisos institucionales y sin consensos claros sobre su viabilidad. De cuando en cuando, también, con la movilización ciudadana que con acciones legales enfrenta a los hombres en el poder.

La vida en una ciudad es breve y se puede apreciar al vuelo de una semana de disputas por un proyecto gubernamental que transforma gravemente la idea que tenemos de la conservación del patrimonio arquitectónico y artístico y el uso que los ciudadanos le damos. El Teleférico de Puebla.



La vida de una ciudad puede ser larga, pero estará siempre sometida a un interrogante simple: cómo salva su pasado con verdaderos proyectos de futuro. Y a una respuesta grave: que la historia y la cultura son una razón de Estado.

Así lo ha dicho, como veremos, el nuevo Director General del INAH, el etnólogo Sergio Raúl Arroyo.

Esta es una historia breve en la que precisamente las instituciones del Estado han violentado la ley: la Secretaría de Infraestructura estatal, la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas municipal, el Centro INAH Puebla federal. Federación, estado, municipio.



Esta es la historia corta de una semana en la que tres mujeres de la sociedad civil se han enfrentado al gobernador Rafael Moreno Valle ante la justicia y con la ley en la mano. Tres académicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla con reconocido prestigio nacional. Sí, de la BUAP, la institución de educación pública del Estado, la principal impulsora del reconocimiento de la ciudad como patrimonio histórico de la humanidad en 1987, y que en este enredo ha guardado un irresponsable silencio.

1

Martes 8 de enero. A las tres de la tarde no se mira a nadie en la obra de construcción de la última de las torres del teleférico, la que se levanta sobre el terreno en el que algún día estuviera la Antigua Casa del Torno en el Barrio del Artista; los albañiles no se han trepado hoy a la maraña de varillas que forman la cimbra para la estructura de concreto que soportará la torre de veinte metros, justo en la esquina sur del Teatro Principal. El gobierno de Rafael Moreno Valle ha decidido acatar la orden del juzgado federal Cuarto de Distrito que suspende provisionalmente la obra hasta en tanto se determine si la casona era o no monumento histórico catalogado. El evento ha provocado dos días de intenso revoloteo de los medios, felices de observar a los funcionarios del INAH, del Ayuntamiento y del propio gobierno estatal, uno por uno, con los dedos de la ilegalidad de la construcción atrapados en la puerta de la justicia. Pareciera que sólo así, con la intervención de un juez, se puede discutir a fondo un proyecto.

No sé en qué acabe el pleito, pienso al seguir en detalle el mamotreto gris atrapado en una empalizada de madera que lo rodea. Probablemente los políticos se saldrán con la suya, pedirán perdón, en todo caso pagaremos con los impuestos la multa que imponga la justicia, volverán a pedir perdón y supongo que algo inaugurarán para el arranque del tianguis turístico en primavera.

Pero sí sé que si el centro histórico de la ciudad en que vivo desde hace 58 años ha resistido los embates de los políticos se debe a la movilización y terquedad de lo que con toda certeza llamamos sociedad civil organizada.

2

Domingo 6 de enero. En un rato Montserrat Galí, Rosalba Loreto y Ani Ashwell darán una conferencia de prensa para informar del amparo otorgado por una Juez federal, que ordena la suspensión temporal de la obra del teleférico. Decido recorrer la obra en Los Fuertes, reconozco el avance de las torres y termino aquí, en el Barrio del Artista. Es día de Reyes.

Efectivamente, la Antigua Casa del Torno ha desaparecido por completo. Tras una empalizada que impide la vista de lo que ocurre adentro, se levanta una estructura de concreto que ya rebasa los diez metros. Sobre ella se levantará la “Estación Valle”, como le pusieron a la terminal del funicular. Justo en la casa del pintor Márquez, a treinta metros de la esquina sur del Teatro Principal.

Esta historia debe empezar por el principio, es decir, por el pasado.

Leo unos párrafos de lo que será el próximo libro de la historiadora Rosalba Loreto, La ciudad como paisaje, en el que cuenta la experiencia de su padre, el grabador y acuarelista Ramón Pablo Loreto, como defensor del patrimonio histórico de la ciudad de Puebla.

La casa Márquez. Con ese nombre se ha identificado un inmueble que forma parte de una importante sección de la zona de monumentos de Puebla. Ubicada en la 8 norte 414. La casa remataba en una pequeña plazuela llamada del “factor” o de los “tornos”. La importancia de toda esta área reside en que forma parte del circuito de funcionamiento hídrico que partía de la zona de San José. Desde ahí se represaba el agua del río de San Francisco y mediante el manejo de tres compuertas o sangradores se regulaba el flujo de agua hacia un canal desde donde se separaba en diferentes porciones. Parte del agua se dirigía hacia los molinos de San Antonio y San Francisco mientras que otra se convertía en la acequia maestra que partía desde la mencionada presa y recorría la calle 8 Norte-Sur hasta llegar al molino del Carmen.

En su recorrido paralelo al río de San Francisco, la acequia en ciertos tramos corría de manera superficial, mientras que en otros lo hacía encañada como en la sección de la plazuela del Factor. Volvía a emerger después de atravesar el convento de San Roque. La importancia histórica de esta franja de tierra se debió en gran medida a su cercanía con el río de San Francisco y con el fluir del agua.

Desde mediados del siglo XVII ahí se localizaban los rastros del carnero, que aprovechaban el río y la acequia como desaguaderos , mientras que en obrajes como el de Puig, el agua servía para el lavado de la lana y pasaba a ser trabajada en los tornos de hilar. De ahí el nombre de plazuela de los tornos. Tocinerías y curtidurías aprovechaban el fluir de las aguas tanto como material para el enjuagado de las pieles como para el insumo de los cerdos.

Esta zona era particularmente importante por su cercanía con el puente que conectaba a la ciudad con el convento de San Francisco, del otro lado del río; era una sección de conectividad de la traza española y el asentamiento indígena. Por esta razón en días de tianguis cobraba vida.

En la segunda mitad del siglo XVIII la manzana conformada por tan solo dos calles, el Chito Cohetero y la del Coliseo viejo, y eran habitadas por 94 personas. El polígono irregular se cerró con la construcción de la Pulquería de la Madre, y ya como calle llevó el mismo nombre y la habitaban 43 personas.

No es difícil imaginar un domingo cualquiera, como el de hoy, hace 250 años. Pienso por un instante en los olores de aquella pulquería. ¿La Madre habrá sido una señora regordeta que con gritos y albures pondría orden en la piquera? ¿Habrán dejado salir a los negros que pasaban su vida de siervos en el obraje de Puig, de cuando en cuando, a refrescar el gaznate? Y contra los humores pulqueros, ¿qué fragancias volarían desde las curtidurías?

Pero esta es una historia que también empieza por el presente:

Leo el catálogo de la casona: Ubicación. Ciudad de H. Puebla de Zaragoza. Calle y número: 8 Oriente 414. Ubicación. Ciudad de H. Puebla de Zaragoza. Calle y número: 8 Oriente 414. Colonia: Centro Histórico (ZMH). Clave: CNMH 211140010185. Catastro: 2035003 Folio 4946. Categoría 1: Arquitectura Domestica. Uso actual: Casa Habitación. Régimen de propiedad: Privado. Época constructiva: siglos XVII- XVIII. Monumento Histórico Inmueble.

Y luego leo lo que dice en un artículo la ley Federal de Monumentos y Zonas, vigente desde 1972:

ARTÍCULO 12.- Las obras de restauración y conservación en bienes inmuebles declarados monumentos, que se ejecuten sin la autorización o permiso correspondiente, o que violen los otorgados, serán suspendidas por disposición del Instituto competente, y en su caso, se procederá a su demolición por el interesado o por el Instituto, así como a su restauración o reconstrucción.

Y entiendo entonces el tamaño de lio en el que está metida la ciudad de Puebla.

3

Domingo 6 de enero, a mediodía. El Juzgado Cuarto de Distrito en el estado ordenó la suspensión provisional de la obra Teleférico de Puebla en la casona ubicada en la 8 Norte y 6 Oriente, conocida como Antigua Casa del Torno mientras se comprueba si este patrimonio afectado está catalogado como monumento histórico de la ciudad de Puebla. Así lo han informado en rueda de prensa los académicos que interpusieron la queja ante la justicia federal

La resolución del amparo, con fecha del 3 de enero, fue dado por la juez Yolanda Velázquez Rebollo al incidente número 1962/2012, promovido por dos asociaciones civiles encabezadas por las académicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Montserrat Galí Boadella (Fundación Manuel Toussaint, A.C.) y Rosalba Loreto López (Comité Defensor del Patrimonio Histórico Cultural y Ambiental de Puebla, A.C.), en el que exponen que “que la obra pública denominada Teleférico de la Ciudad de Puebla está dañando un inmueble histórico identificado con el número cuatrocientos catorce de la calle ocho Norte de la ciudad de Puebla”.

Una vez más y por amparos interpuestos desde la sociedad civil organizada --ya lo había hecho Puebla Verde, A.C. en el 2008 contra el entonces gobernador Mario Marín por el Parque del Arte--, la justicia federal responde con una medida cautelar a un litigio provocado por la manera en que los proyectos de obra pública de los sucesivos gobiernos estatales se llevan a cabo en Puebla.

“La demolición de la casona constituye un delito federal, y eso es lo que se presentó como fundamento de la solicitud de amparo --afirma en rueda de prensa la historiadora y académica de la BUAP Rosalba Loreto--, y la idea de que van a reconstruirla piedra por piedra es una tomada de pelo. Lo que hicieron es irrevertible, pero no deja de ser un delito federal.”

“La gente viene a Puebla por su centro histórico, no por un teleférico”, me ha dicho Monserrat Galí, doctora por la UNAM en Historia del Arte, Premio Estatal de Ciencia y Tecnología 2005, nivel III del SIN, una de las promotoras del amparo contra la obra.

“Construyeron en los Fuertes un parque temático —afirma la antropóloga Ashwell—, pero la ciudad no es un parque temático; para eso que se vayan a Disney. La ciudad tiene su valor en sus construcciones y en su cultura. Si no construimos una conciencia ciudadana sobre cómo se habita una ciudad patrimonial, si no hacemos este juicio en este momento, ¿dónde se va a detener este gobernador?”

4

Lunes 7 de enero por la mañana. Sube y baja, va y viene el funicular. Como las versiones que cualquiera puede tener sobre un proyecto gubernamental.

“¿Quieres que el centro no se muera? Obras como la del teleférico son las que le van a dar vida”, me dice un regidor del Ayuntamiento poblano que prefiere el anonimato.

“A mí me gustan los teleféricos”, me dice José Luis Escalera, el poblano que con el proyecto cultural de Profética recuperó para Puebla una vieja casona en el Centro Histórico. Pero no le gusta que los funcionarios públicos violenten la ley. Y yo estoy de acuerdo.

Sube y baja el funicular. Todos tenemos una versión del asunto. Pienso en ello mientras observo el casquete rectangular de concreto del que brotan centenares de varillas gruesas que apuntan a un receloso cielo azul del invierno poblano. Una telaraña que apresa a una decena de amarradores como moscas indefensas que lucharan por liberarse, y que se levanta en el terreno sobre el que por siglos estuvo, con mil mudanzas, la Antigua Casa del Torno, la casona que desde los años cuarenta albergó a los pintores poblanos encabezados por el más reconocido y promotor del hoy ya muy viejo Barrio del Artista: José Márquez. Justo en su casa al gobernador Moreno Valle se le ocurrió poner la “Estación Valle” por la subirán a los Fuertes y bajarán al centro en lo que llaman “el corredor turístico”. ¿A quién se le habrá ocurrido ponerle “Valle” a la estación?

A todos les gustan los teleféricos, ¿a quién no le gustan? Funi funi funicular, puedes cantar en ellos y admirar la vista como en Zacatecas, desde el cual puedes imaginar la batalla de Zacatecas y gritar con Villa “vamos a quemar pelones”, o trepar mil metros de un solo jalón en Quito y morirte de frío, o cruzar los mil metros de vacío en el Cañón del Cobre en la Tarahumara, o no creer lo que la naturaleza logró en la bahía de Río de Janeiro. O puedes imaginar el tumulto de la corte que se matará por subirse en el vagón con el gobernador en la inauguración. ¿Será por invitación? ¿Rifarán las entradas? ¿Cabrán más de cinco? ¿Les volarán las corbatas? Y sobre todo ¿dónde van a estacionar sus coches?, ¿qué harán los guaruras con los camionetones de los funcionarios? , ¿y a dónde harán pipí los guaruras?, porque nadie pensó en eso al programar la “Estación Valle”, con el apellido del gobernador pero sin flujo para el tráfico automotriz que ocasionará el teleférico y sin baños, a menos que piensan tirar más casonas históricas para tal efecto.

A mí también me gustan los funiculares, pero no la manera en que los gobernadores en Puebla imponen sus proyectos a los ciudadanos y pasan por encima del decreto de la UNSECO de la ciudad de Puebla como patrimonio de la humanidad (con riesgo de perderlo) siempre con el agua bendita de la modernidad. ¿Por qué en el Barrio del Artista, si sólo a una cuadra en la esquina de la 4 Oriente frente al Centro de Convenciones hay un espacio abierto, un pequeño parque, un terreno que algún día ocupó otra casona que no logró salvarse del piquete de albañiles que la derribaron cuando entubaron hace cincuenta años el río? ¿Fue una decisión técnica? ¿El técnico que lo hizo estuvo algún día de su industriosa vida en esta plaza de los pintores poblanos?

Así que desde el domingo 6 a mediodía, cuando tres aguerridas académicas nos enteran a unos cuantos reporteros que la Jueza del Cuarto Distrito les ha otorgado un amparo que ordena la suspensión provisional de la obra, decido contar la historia inmediata de otro litigio provocado por la manera en que los hombres del poder se las arreglan para parecerse unos a otros, como si nada hubiera cambiado en ochenta años, desde los tiempos de don Maximino.

5

Media mañana del lunes 7 de enero, frente a lo que será la “Estación Valle” del teleférico, me pregunto si la modernidad se atascará en esta desaparecida Antigua Casa del Torno.

“Tú pregúntale a cualquiera en la calle y verás que están felices con la idea”, me dice uno de los especialistas que trabajan para la empresa constructora que levanta la estructura de veinte metros sobre el Barrio del Artista, en el terreno de la que fuera la casa del pintor Márquez, demolida por entero en tres momentos históricos para Puebla: en 1964, cuando los ingenieros de entonces cometieron de la mano del gobernador Merino Fernández el más grave crimen contra la traza histórica de la ciudad al taponar dos kilómetros del río San Francisco; en 1993, cuando el gobernador Bartlett, iluminado con su proyecto Angelópolis, expropió para el Estado y los inversionistas que abrevaron en su mano innumerables inmuebles en la zona de San Francisco, para establecer en lo que quedaba de la casa del Rincón del Horno el Fideicomiso con el que administró la reconfiguración comercial y de servicios en torno a otra de sus obras, el Centro de Convenciones --y por ahí, el armatoste de CINEMEX y los estacionamientos de concreto que rebasan por mucho los nueve metros de las casonas coloniales y las oficinas transformer en las que terminó Villa Flora--; en el 2013, cuando el gobernador Moreno Valle trae el tianguis turístico y realiza la más importante intervención en el centro histórico en cincuenta años con la remodelación de las fachadas , la ciclo-vía y el vuelo de un teleférico desde el cerro de Loreto y Guadalupe.

Felices con la idea.

6

Lunes 7, por la noche. He conseguido un documento que publico en e-consulta.

El INAH presentó observaciones al Teleférico el 11 de diciembre del 2012. No es un dictamen técnico de autorización.

La Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH presentó observaciones y recomendaciones al proyecto de instalación y construcción del teleférico de la ciudad de Puebla el día 11 de diciembre pasado, dos días antes de que Sergio Raúl Arroyo tomara posesión como nuevo Director General de la dependencia.

Lo hizo en oficio No. 401.F(6)11.2012/4079 firmado por el Arq. Arturo Balandrano Campos, director de esa Dirección hasta el día 4 de enero del 2013, pues hoy lunes ha sido separado de su cargo. De hecho, el documento está dirigido en copia todavía al anterior director del INAH, Alfonso de María y Campos y a un buen número de funcionarios todavía miembros de la pasada administración federal.

Este documento, en manos de e-consulta y publicado aquí mismo, se da a conocer en la coyuntura del amparo dado a dos asociaciones civiles apenas el viernes pasado por el Juzgado Cuarto de Distrito en el estado y que ordena la suspensión provisional de la obra, con una reunión para incidentes programada para mañana a las 9 horas en Ciudad Judicial.

En oficio No. 401.F(6)11.2012/4079 dirigido a José Miguel Rivas García, delegado del Centro INAH Puebla, y en respuesta a la solicitud de análisis técnico presentada por esa oficina en oficio No. 401-A-311-(724-7)-01-1004, de fecha 29 de noviembre, el arquitecto Arturo Balandrano Campos expuso un conjunto de observaciones técnicas a las que el proyecto tendrá que adecuarse, “una vez que se revisó la documentación presentada hasta ahora, a reserva de contar con la información complementaria e indispensable para la dictaminación del proyecto”.

Es un documento interno entre la Coordinación Nacional de Monumentos históricos y el Centro INAH Puebla, y en él se registra que el 29 de noviembre del 2012 se presentó el proyecto técnico del Teleférico, y que el 6 de diciembre del mismo año esa Coordinación solicitó a través de oficio No. 401.F(6)11.2012/4056 información complementaria e indispensable para la elaboración de un dictamen del proyecto. El documento deja claro que para esa fecha, 11 de diciembre, no se ha dictaminado el proyecto y que lo que se presentan son “observaciones y recomendaciones”. La lectura del mismo no permite establecer las acciones tomadas por el Centro INAH Puebla en las últimas semanas.

Dichas observaciones y recomendaciones avalan en su conjunto la obra del teleférico, pero imponen una serie de restricciones, entre otras: su carácter reversible de todos los componentes; la altura de las torres, que no puede ser superior en ningún caso a la del templo de San Francisco (63 metros); la realización de un análisis comparativo de alturas entre las torres y los templos de la ciudad; el diseño ligero de las estructuras. También ofrece recomendaciones: no utilizar recubrimientos de talavera en las estaciones y organizar un concurso entre artistas reconocidos para el diseño de las torres o pilonas.

Seré ingenuo: la lectura del documento, entonces, permite pensar que su autor no tiene conocimiento de que las obras para esa fecha, 11 de diciembre, llevan ya varios meses de adelanto.

Más ingenuo todavía: el documento olvida en su descripción que la torre que se construye en el Barrio del Artista se planta sobre una casona reconocida y catalogada como monumento histórico por el propio catálogo del INAH Puebla. Sin embargo, el análisis de la propuesta parte de la existencia de un Decreto de Zona de Monumentos Históricos, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 18 de Noviembre de 1977, y afirma que “el proyecto en cuestión se ubica dentro del Perímetro de esa Zona de Monumentos Históricos”. Y subraya el hecho de que “las características formales de la edificación de la ciudad, la relación de espacios y su estructura urbana, tal como hoy se conserva, son un elocuente testimonio de excepcional valor para la historia social, política y del arte en México”.

Balandrano Campos expone en su oficio que tuvo a la vista un documento de nombre “Descripción técnica de la obra” y 32 planos, uno de ellos con la Planta general y corte con perfil urbano en los que se ubican los elementos que forman el teleférico. Los demás, para cada una de las torres, son planos geométricos de cimentación, planos estructurales de cimentación, planos generales de las estructuras metálicas, planos de paneles PAF-MP y planos que detallan los anclaje de torres mecánica superior. Pero no hace referencia alguna a documentación de carácter histórico-patrimonial sobre la ex casona del barrio del artista.

Los planos identifican tres torres:

Torre 1: Calle 12 Oriente 616-Servicio Valdés, con 45 metros de altura.

Torre 2: Calle de la 26 Oriente, con 70 metros de altura.

Torre 3: Calzada de los Juanes, en la parte posterior del Centro INAH en Los Fuertes: con altura total de 70 metros.

Igualmente, los planos identifican dos estaciones:

Estación Cerro, que se ubicará en la explanada del Centro Expositor, con una altura aproximada de 30 metros.

Estación Valle, en el Boulevard 5 de Mayo, frente al centro de Convenciones, con altura aproximada de 20 metros, justamente la casona demolida en el barrio del artista.

Las observaciones técnicas enlistadas por el oficio del Arq. Balandrano Campos el 11 de diciembre son las siguientes:

+ Todos los componentes del proyecto deberán tener un carácter reversible.

+ Ninguna de las torres (pilonas) del teleférico deberán sobrepasar en altura total la torre del Templo de San Francisco (63 m).

Se requiere hacer un análisis comparativo de alturas de las torres con la altura de los principales templos de la ciudad, a través de larguillos fotográficos a escala, con la finalidad de evaluar el impacto visual de su instalación en la Zona de Monumentos Históricos.

+ La torre 3 no deberá obstruir la relación visual entre los Fuertes de Guadalupe y Loreto.

+ El diseño de la torres o pilonas deberá ser ligero en su volumetría para que no cuenten como un elemento macizo en el paisaje, por lo que se recomienda que no lleve ningún tipo de recubrimiento.

Se recomienda realizar un concurso entre artistas reconocido para el diseño de éstas.

+ Las estaciones deberán manifestar su estructura y mecanismo, es decir, deberán ser aparentes, por lo que se recomienda no integrar envolventes innecesarias, privilegiando un diseño ligero, contemporáneo y que demuestre su reversibilidad. Con esto se lograría que la “Estación Valle” tenga un menor peso visual en el contexto del Barrio del sitio.

+ Recomendaríamos no utilizar recubrimientos de Talavera en ninguno de los elementos que conforman el teleférico, ya que es una solución arquitectónica característica del siglo XVII-XVII empleada en inmuebles patrimoniales de menor escala y que no corresponde a la actual.

En resumen, este documento se elaboró en la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos ya en tiempos de la administración de Enrique Peña Nieto; está dirigido al Centro INAH Puebla y funcionarios de la anterior administración del INAH, incluyendo al propio Director General, Alfonso de María y Campos, y se hizo justo dos días antes del nombramiento del nuevo director; no toma en cuenta que para esa fecha, 11 de diciembre, la obra lleva ya varios meses de construcción, con las tres torres prácticamente terminadas; no identifica como monumento catalogado en el decreto de 1977 a la casona que fue demolida en su totalidad para la obra, independientemente del estado en que se encontrara en el arranque de la misma. No hace referencia alguna a dos problemas fundamentales: baños y estacionamiento. No es, por último, un dictamen de la obra, sino una enumeración de recomendaciones y observaciones para el proyecto.

7

Lunes 7 de enero, todavía más noche. El grupo de académicos envía a la prensa un oficio firmado por el propio arquitecto Balandrano Campos el 28 de diciembre. Lo recibieron a las dos de la tarde, y lo dan a conocer luego de que aparece en e-consulta el primero documento de Balandrano. Es el mismo funcionario del oficio del 11 de diciembre con las observaciones y recomendaciones. El mismo al que por la mañana de hoy lunes Sergio Raúl Arroyo, el nuevo Director General del INAH, ha separado de su cargo como Coordinador General de Monumentos Históricos de la dependencia. Está dirigido ahora a Rosalba Loreto, con número 401.F(6)138.2012/4202. Afirma que el Instituto no ha emitido ninguna autorización para los trabajos del teleférico y que la Dirección General ha iniciado un proceso administrativo para la suspensión de trabajos.

Es un oficio firmado por el mismo Balandrano Campos al que hoy por la mañana Sergio Raúl Arroyo ha echado de su oficina. Voy a la prensa del día 14 de diciembre en mi compu; en ella encuentro el discurso de arranque del nuevo Director General del INAH, y escojo un párrafo:

La idea misma de patrimonio es resultado de una visión cambiante que retrata a las sociedades de cada época, un espejo ineludible de las mentalidades que se afirman en lo que se desea preservar, un reflejo del extenso territorio lleno de tensiones, que la voluntad comunitaria decide conservar para no perderse en un horizonte híbrido y homogéneo donde está ausente el hilo delicado de la memoria. El INAH es Razón de Estado.

Es de noche en casa, pero desde aquí escucho los aplausos en la abarrotada galería en la que Alfonso Tovar y de Teresa juramenta al nuevo Director General del INAH en la era de la resurrección del Estado priista.

8

Martes 8 a mediodía. Rosalba Loreto no quita el dedo del renglón: me deja un mensaje escueto en el celular: “Recibí un oficio de parte del presidente municipal Eduardo Rivera en respuesta a una solicitud de información sobre la solicitud del uso del suelo, su cambio y licencias de construcción de la casona de la 8 Norte. Su respuesta es de que no es de su competencia y nos remite al licenciado Antonio Gali Fayad, así el desconoce su responsabilidad y viola sus obligaciones constitucionales que le corresponden respecto del otorgamiento de licencias de construcción y cambios de uso de suelo como Ayuntamiento de Puebla. El oficio es el número 4684/12.”

Tengo a la vista el documento: lo firma José Antonio Díaz García, Secretario Particular de Eduardo Rivera, y está dirigido con fecha 3 de enero al Secretario de Infraestructura del gobierno de Puebla, José Antonio Gali Fayad. Es un texto extraño, pues el gobierno municipal remite al funcionario estatal “por considerarlo de su competencia” el escrito en el que Rosalba solicita copias de licencias de construcción, de demolición y de cambio de uso de suelo del inmueble ubicado en la Calle 8 Norte 412, así como la suspensión inmediata de dicha obra y que se presente el proyecto de restitución del inmueble”.

El Ayuntamiento, tan atrapado como el INAH con los dedos en la puerta de la casona del Torno. Recurro a los regidores. Consigo lo dicho por David Méndez en una sesión de cabildo en noviembre, del que recojo algunas frases:

Nuestra ciudad es considerada patrimonio histórico de la humanidad. Nuevamente el patrimonio de todas y todos los poblanos se ve transgredido por las obras que está realizando el gobierno del estado, encabezado por la Secretaría de Infraestructura y por su secretario el señor José Antonio Gali Fayad, ahora con la construcción del denominado teleférico que desciende, según tenemos entendido de la zona de los Fuertes de Loreto y Guadalupe al pleno centro Histórico de nuestra, y cuyo resultado hasta el momento es la destrucción total de la casa localizada en la 8 norte 412, inmueble identificado desde el decreto de 1977 como una estructura relevante con elementos de los siglos XVII y XVIII.

Es claro que la normativa exige que toda realización de obra pública y privada cuente con los permisos y licencias de autorización de este Ayuntamiento situación que una vez más es violentada en este caso, esta obra no cuenta con estas autorizaciones por lo tanto se está haciendo en la ilegalidad, se acaba de destruir una edificación catalogada como monumento histórico y por lo tanto esto constituye un delito del orden federal que amerita la sanción correspondiente.

Quiero hacer un llamado para exigir que se detenga este atentado sistemático contra el patrimonio de nuestra ciudad para que a la brevedad se determine la restitución de estos elementos y de estos inmuebles históricos y para que se dé cabal cumplimiento a la normativa de nuestro municipio, no puede ser que de manera flagrante, sistemática, reiterada, quienes tenemos en los distintos órdenes de gobierno la responsabilidad de velar por el cumplimiento de la ley seamos los primeros omisos precisamente en su observancia y estemos generando un daño a un patrimonio que nos fue heredado, que no somos nosotros quienes lo edificamos ni quienes los construimos pero que si tenemos la obligación de cuidarlo y preservarlo para las futuras generaciones.

No le hicieron caso entonces. Quién lo hará ahora. Me entero que entre el 18 y el 21 de noviembre los responsables del proyecto en el gobierno de Moreno Valle entregaron parte de la documentación para solicitar las licencias de construcción de una obra que ya tiene para entonces avances sustanciales. Pero no presentan la autorización del INAH, que no tienen, y por lo tanto tampoco la Manifestación de Impacto Ambiental indispensable para iniciar la obra.

¿Dónde quedó la bolita? El INAH no ha autorizado el proyecto. El gobierno estatal presenta la solicitud de licencias sin la autorización del INAH. El Ayuntamiento no puede otorgar los permisos de construcción, demolición y cambio de uso de suelo sin el dictamen federal.

9

Martes 8 de enero. Casa Aguayo en algún momento del día. Todo el equipo del gobernador Moreno Valle involucrado en el teleférico le presenta a Sergio Raúl Arroyo, nuevo director general del INAH en el gobierno que arrancó el 1 de diciembre, el proyecto, algo que por cierto no han tenido a bien hacer con los ciudadanos de a pie. El propósito principal se puede entender: darle al funcionario federal una perspectiva internacional, así que en un audiovisual aparecen distintos teleféricos en el mundo. Abundan, cuál te gusta: el de Montjuic, en Barcelona, el de Río de Janeiro, el de Quito, el de Grenoble, el de la Isla Roosvelt, en Nueva York; y están los mexicanos, en Taxco, el de Durango, el de Zacatecas, el de la Barranca del Cobre.

“Yo lo veo con buenos ojos”, me dicen que expresó el Director General del INAH. Supongo que también hablaron de la falta de autorización del Instituto al proyecto. Que el hoy ya destituido Coordinador Nacional de Monumentos Históricos dio apenas unas observaciones el 11 de diciembre, pero que en otro oficio del día 28 --no se fue de vacaciones--, claramente dijo que no había dado autorización alguna. De que la obra principal de infraestructura está prácticamente terminada, pero la “Estación Valle” está mero en el corazón de la zona de monumentos históricos. Y hay una ley, y qué hacemos entonces, señor etnólogo.

Usted ha dicho que el INAH es una razón de Estado. No, esto no creo que se lo hayan recordado los funcionarios.

10

Martes 8 de enero, por la noche. Sergio Raúl Arroyo se reúne con las quejosas amparadas provisionalmente. Esto escribí en e-consulta cerca de las 11 de la noche

El Instituto Nacional de Antropología e Historia no va a tomar una medida drástica de clausura de la obra del Teleférico en el Barrio del Artista. Y en el marco de la reorganización de la dependencia federal por la nueva administración que encabeza Sergio Raúl Arroyo, va a dejar que sea el Consejo de Monumentos Históricos el que tome la decisión sobre si procede la suspensión temporal de la obra como parte del proceso administrativo que se sigue.

Estas son las conclusiones principales de la reunión sostenida entre el Director General del INAH, Sergio Raúl Arroyo, y los activistas de las organizaciones civiles que interpusieron un amparo ante la justicia federal contra la construcción de la “Estación Valle” del teleférico que el gobierno del estado lleva adelante sin autorización del Instituto y sin licencias de construcción, demolición y cambio de uso del suelo.

Así lo dio a conocer este martes por la noche Rosalba Loreto, miembro del Comité Defensor del Patrimonio Histórico Cultural y Ambiental de Puebla, quien participó en esta reunión.

“No presentó una opinión personal --dijo a lo expresado por el Sergio Raúl Arroyo--, vino básicamente a conocer nuestra postura, pues afirmó que fue hasta el día de hoy que se enteró de la existencia de la suspensión provisional ordenada por la Juez federal. “

Medito en lo que sigue según el INAH: Hace seis años que no se reúne el tal Consejo. Está formado estrictamente por arquitectos. ¿Con qué criterios medirán el próximo día 16 en la ciudad de México nuestro pleito poblano? ¿Dirán la torre Eiffel la plantaron para una expo temporal y ahí sigue, convertida en el símbolo de la ciudad luz? O más de los franceses: encristalaron con su pirámide el centro de la plaza del Louvre y miren qué exitosa. No lo sé. Con qué criterios se mide este enlace entre pasado y futuro en una ciudad.

11

Miércoles 9 de enero, en la plazuela del Barrio del Artista. La obra de construcción de la “Estación Valle” del Teleférico de Puebla es una telaraña de mil armaduras de acero que ha dejado de atrapar a los albañiles amarradores de varillas a quince metros de altura.

Tengo en la mano copia del amparo, y enumero las leyes en las que las quejosas fundan su reclamo: Ley Federal sobre Monumentos Históricos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos; el Reglamento de la misma ley; la Ley Orgánica del Instituto Nacional de Antropología e Historia; la Carta de Venecia, de 1964. Leo algo que dice la Jueza Velázquez: “Si bien es cierto que existe interés de la sociedad de que se lleven a cabo obras públicas, también existe interés en que se ejecuten las acciones para preservar el patrimonio cultural”. De tin marín, no, no es un asunto de tin marín para la Jueza. Dice ella: “El permitir que se ejecuten obras en zonas históricas sin el permiso de la autoridad correspondiente implicaría un prejuicio a la sociedad interesada en que se preserve el patrimonio histórico…”

El INAH es una razón de Estado, lo dijo el etnólogo Sergio Raúl Arroyo.

Así que por ello la jueza otorgó la suspensión provisional.

El amparo ha procedido y la empresa constructora se ha retirado a esperar instrucciones. Pero ahí está la armadura, bien plantada en el concreto. En el Barrio del Artista, en esa rinconada de rumor viejo en la que acaba el Parián, la tramazón de hierro se alza contra el sol montada en una estructura de concreto que obliga a pensar en lo que los técnicos de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos entienden por “reversibles”.

Sí, de algún humor viejo, burocrático, viscoso como el enredo mortal de una araña, está hecha esta historia nuestra, a la que por mandato del virrey en turno veremos desde la altura teleférica de la modernidad.

“Todos los componentes del proyecto deberán tener un carácter reversible”, dice el oficio 401.F(6)11.2012/4079. Y más adelante: “Las estaciones deberán privilegiar un diseño ligero, contemporáneo y que demuestre su reversibilidad.”

He visto apenas el laborioso montaje de las tres estructuras metálicas que soportarán desde el cerro de Loreto y Guadalupe el funicular poblano, sin más chiste que las tradicionales torres de las estaciones de tren, pero mucho más grandes (dos de setenta metros y una de cuarenta y cinco), y demoledoras. Y prácticamente terminadas. ¿Qué se imaginaban los arquitectos del INAH? ¿Un trenecito de juguete para jugar a los vaqueritos con los turistas? ¿Unas torres irrompibles plastimark para plantar en una maqueta digital?

No lo sé. Pero sí contemplo el hecho contundente de un teleférico prácticamente terminado en su infraestructura básica y que a esta hora simple de la mañana no cuenta con los permisos de nadie.

12

Miércoles 9 de enero, cerca de la medianoche. La vida es corta, pero en el recorrido de su funicular se alcanza a ver que las sociedades cambian, y que un poder despótico en México ya no tan fácilmente impone su voluntad.

Porque cada uno a su manera, y desde hace ochenta años, los gobernadores en Puebla han sido igual dictatoriales, depredadores, criminales, populistas, fascistas, paralizantes, ignorantes y hasta ilustrados, pero todos déspotas. Tres cayeron por la insurrección popular y la mano obscura del presidente imperial (Nava Castillo, Moreno Valle y Bautista O´farril); a otro (Mario Marín) lo sostuvieron los equilibrios criminales de los grupos de poder; los demás se sostuvieron ante una sociedad más bien inerme e indiferente.

Ochenta años de gobernadores, funcionarios públicos, propietarios de casonas, comerciantes, arquitectos, inquilinos de vecindades, un espacio de tiempo ya no tan breve para la historia de la ciudad y su centro histórico. Ochenta años fatales para la conservación del patrimonio histórico y cultural guardado en la arquitectura y el arte que sobrevivió a los avatares de guerras y progresos de trescientos años.

Me he sentado a escribir esta crónica para Mundo Nuestro. Apenas terminé de leer la entrevista que le hiciera en el 2003 la historiadora Emma Yanes Rizo a Pablo Ramón Loreto, entonces de 91 años de edad, un hombre que contribuyó a salvar más de trescientas casonas del centro histórico de la desbocada idea de progreso que arrasó con los viejos centros de las ciudades en México. En 1952 crearon su comité de defensa del patrimonio arquitectónico.

Recojo un dato que me ha dado Rosalba Loreto: entre 1940 y 1960 se derruyeron hasta los cimientos 385 casas. Y ahí trabajaron los despachos de arquitectos: el de Alfredo Ribadeneyra tumbó 105 casonas; el de mi tío Marcos Mastretta y el arquitecto Pavón, 77; el de Rafael Ibáñez, 66; el de Felipe Spota, 59.

Pero en la historia de la depredación de la arquitectura urbana los gobernadores pusieron su granito de arena, algunos por omisión y otros por iniciativa de la modernización que va de la mano del negocio inmobiliario. No faltaron los favores a los compadres, por ejemplo el de Rafael Ávila Camacho, quien arremetió contra la Casa del Deán para que el expresidente Abelardo Rodríguez construyera el Cine Puebla a principios de los cincuenta. Una historia particular es la del río de San Francisco: entre 1962 y 1965 Fausto Ortega, Nava Castillo y Aarón Merino Fernández, con el pretexto de que estaba convertido en un albañal, lo entubaron y se cargaron la ribera desde el Puente Negro hasta mucho más allá de lo que hoy es Plaza Dorada, llevándose de por medio dos kilómetros de ciudad colonial; Manuel Bartlett expropió el territorio de San Francisco, justificó la causa de utilidad pública con la creación del Centro de Convenciones, creó un fideicomiso y todo terminó con casonas que cambiaron de manos hacia políticos y funcionarios que los traspasaron a los emporios comerciales. De poco sirvieron amparos y defensas legales de los propietarios afectados por la expropiación.

Esta es la historia de un proyecto de teleférico que está prácticamente terminado en la obra básica de infraestructura --las tres torres principales-- y con un importante avance en la estación de arranque, la del conflicto por la demolición total de una casona en el Barrio del Artista, cuando no cuenta con las licencias de construcción, demolición y cambio de uso de suelo otorgadas por el Ayuntamiento, y que no cuenta tampoco con el dictamen técnico por parte del INAH. Y que pone en abiertamente en tela de juicio las funciones y responsabilidades de esas instituciones.

Es la historia natural de Puebla: iniciativas desde el poder que se imponen sin más a los ciudadanos. Tú construye, porque si consultas, no se hace nada, es el argumento de la mano de aquel dicho: es mejor pedir perdón que pedir permiso. En el peor de los casos, les impondrán una multa que pagaremos los ciudadanos.

Sí, pregúntales a los ciudadanos, seguramente estarán felices. Con el funicular. Y con las instituciones del Estado. Porque los ciudadanos podemos ampararnos.

La sociedad tiene derecho de saber lo que perdimos

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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...