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La tristeza infinita del Guasón Destacado

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Vida y milagros

Había decidido no ver la película del Guasón pues creí que sería una película centrada en violencia explícita, de la cual en México tenemos sobredosis cotidiana. ¿Para qué más de algo que encaramos cada día? Hace unos días visité a mi hija Daniela en Colombia, con la cual soy absolutamente compatible en cine, y me dijo:

-Vamos a verla, te va a interesar, lo sé.



En un pequeño cine de Bogotá llamado Cinema Paraíso me sumergí en el mundo oscuro y triste del Guasón.

La violencia explícita no me sorprendió en la película, es más, me pareció lógica dentro de la trama, y no es nada comparada con la violencia cotidiana que sufre un ser hundido en la marginación por muchas razones, entre otras por la secreta huella de un trastorno psicológico que dejara en él una durísima historia de maltrato infantil, de la cual él no era consciente; su cerebro infantil había borrado el recuerdo cubriéndolo con un manto de melancolía y necesidad de aceptación inexplicable. La película tiene una visión totalmente compasiva porque nos muestra los motivos ocultos de la transformación de Arthur en el futuro Guasón, el que se volverá el villano favorito de la historieta de Batman. Es un enfoque original hacia la raíz de la nunca antes bien explicada personalidad violenta del personaje.



La película no es una oda a la violencia, es una oda a la necesidad de empatía entre el género humano, no solo entre sí, sino hacia el medio ambiente. La película transcurre durante una huelga de recolección de basura en Ciudad Gótica, un emblema de las grandes urbes donde suelen coincidir con mayor crudeza los extremos de la desigualdad. El entorno está sucio, obscuro, ocre, gris. Los marginados están hacinados en sus casas, en las calles, en el transporte público, arrinconados en la parte más oscura del mundo. El color verde no aparece en la película más que una sola vez y el verde que vemos es casi negro, solo aparece unos minutos en el jardín de los suburbios de la mansión del hijo de un político de élite, Bruce Wayne, el futuro Batman que aún es niño. En Guasón no solo vemos el alma y el sufrimiento de un ser humano aislado y sofocado por su dura cotidianidad, también vemos el alma de un ambiente en el cual el verde de la naturaleza ha sido desterrado.

La película es una llamada a la urgente y necesaria generación de empatía de los que tienen demasiado de todo, dinero, poder, belleza, bienes en exceso, hacia los que no tienen nada, ni siquiera salud. Guasón es una alerta hacia la necesidad de reducir con urgencia las enormes desigualdades sociales y un llamado de atención muy serio hacia las consecuencias de la desigualdad, consecuencias que no podemos negar sin que haya daños para todos. Aceptar lo distinto es algo que se nos complica a los humanos. Ver con claridad las desigualdades, también.



Alguna vez oí que el mundo se divide antes que nada entre sanos y enfermos. Después vienen todas las demás desigualdades. Arthur, el personaje central de Guasón, es alguien que sufre una discapacidad mental, y a pesar de eso es un ser valiente, trabajador, comprometido con lo que hace, luchando con todas sus fuerzas por establecer un vínculo de mínimo afecto y aceptación con los seres que lo rodean. Desea con pasión ser aceptado, porque, aunque es un marginado entre los marginados, es compasivo hasta llegar al punto de quiebre. Trabaja vestido de payaso haciendo promociones de ventas en la calle. Sus compañeros de trabajo tampoco son amables con él, aunque trabajen en lo mismo. Solo lo trata con respeto un payaso que es enano, otro discapacitado. Su precario equilibrio físico, mental y económico se derrumbará cuando el gobierno de la ciudad retira la asistencia psicológica que recibía, cuando pierde el trabajo y cuando sus mismos compañeros le cierran las puertas. Solo se salvará de su entorno más cercano el payaso enanito, el que tuvo gestos de afecto y respeto por él.

Conmueve la postura de Arthur cuando se desata la metamorfosis de la que surgirá el personaje del Guasón, el líder e ídolo involuntario de un movimiento de masas violento y catártico que convocará a los marginados, que lo aceptan y veneran. Él no aspira al poder y lo deja muy claro: soy apolítico. No tengo ninguna creencia.

Arthur solo quería un poquito de aceptación y afecto. Era mucho pedir en un mundo violento y cruel, en el que la figura emergente del Guasón será solo un pálido reflejo.

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Sobre el autor

Verónica Mastretta

Verónica Mastretta. Ambientalista, escritora. Encabeza desde 1986 la asociación civil Puebla Verde y promueve con la OSC Dale la Cara al Atoyac la regeneración de la Cuenca Alta del Río Atoyac en Puebla y Tlaxcala.