Sierra Norte de Puebla / Petición en change,org

Consejo Tiyat Tlali y FUNDAR lanzaron esta petición dirigida para Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Sexto Distrito (Consejo de la Judicatura Federal)

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Las Comunidades Totonacas de San Felipe Tepatlán, Altica y San Mateo Tlacotepec, de la Sierra Norte de Puebla, interpusieron en 2016 juicio de amparo en contra del Proyecto Hidroeléctrico Puebla 1 (PHP1), por la violación a sus derechos como pueblos indígenas. El PHP1, fue autorizado por el Estado Mexicano a favor de la empresa Deselec 1-Comexhidro para abastecer de energía a sus socias: Wal-Mart, Waldo´s Dólar, Vips, Suburbia, Colchas México e Ileana Jinich Mekler.

En la demanda, que ha sido acompañada por el Consejo Tiyat Tlali y por Fundar, las comunidades reclaman a diversas autoridades -SENER, SEMARNAT, CONAGUA, INAH y las presidencias municipales- haber entregado los permisos sobre el Río Ajajalpan, que es parte de su territorio ancestral, y haber violado las obligaciones que le impone el marco internacional de derechos humanos, entre ellos el derecho a la consulta y al consentimiento indígena, a la tierra y al territorio, a la libre determinación, al medio ambiente sano, al agua, y no haber realizado un estudio de los posibles impactos sociales que el proyecto podría ocasionar.

Por ello las comunidades demandantes piden la cancelación de los permisos existentes, pues rechazan la construcción de esta gran hidroeléctrica que, por su naturaleza y, de acuerdo, con los peritajes existentes en el expediente, tendrá impactos en el medio ambiente, como la disminución en la calidad del agua, generación de gases de efecto invernadero, aparición de fauna nociva, contaminación de acuíferos y remoción de vegetación forestal. También se reclama la revisión de la Ley General de Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente (LGEEPA), pues el Procedimiento de Evaluación de Impacto Ambiental ahí previsto, es contrario a los estándares internacionales de derechos de pueblos indígenas.



El 19 octubre de 2019 el Juzgado Primero de Distrito en Materia de Amparo Civil, Administrativa y del Trabajo y de Juicios Federales en el estado de Puebla negó en la sentencia de amparo que hubiera vulneración de los derechos del pueblo Tutunaku, por lo que las comunidades y organizaciones que las acompañan se inconformaron legalmente con la decisión.

FIRMA ESTA PETICIÓN, para que el jueves 14 de enero el Primer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Sexto Distrito revoque la sentencia de octubre de 2019 y reconozca las violaciones a derechos que fueron cometidas contra los derechos del pueblo Tutunaku, ordenando la cancelación de los permisos.

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Video "Hijxs del Agua"

Consejo Tiyat Tlali y FUNDAR
hace 1 año

Mundo Nuestro: Leticia Ánimas, periodista poblana nacida en Huauchinango, murió este lunes 11 de enero en la ciudad de México. Nacida en Huauchinango, en las últimas décadas siguió con gran dedicación los conflictos sociales que se suceden en la Sierra Norte de Puebla, en particular los generados por los proyectos industriales mineros e hidroeléctricos que se quieren establecer en esa región de México. Esta es la crónica de una asamblea en la que la comunidad de pueblos totonacos en San Felipe Tepatlán celebrada el 5 de julio de 2015 decide rechazar la instalación de una presa en el cauce del río Ajajalpan. Y es un buen ejemplo de la calidad de su trabajo y de su compromiso periodístico por una narración objetiva y crítica de nuestra realidad social.

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La voz cimbra la plaza de San Felipe Tepatlán, una comunidad serrana asomada en un descanso de la barranca al río Ajajalpan:

“De aquí no nos movemos hasta que Ramón nos firme el papel para revocar el permiso que dieron a la hidroeléctrica. Ya abrimos los ojos, y digan lo que digan los empresarios y la autoridad, nosotros ya tenemos una decisión bien pensada con nuestras cabezas y nuestro corazón, porque nos importa la vida y ya nos han engañado mucho.”

Ramón Santos Dávila es el presidente municipal, la autoridad en Tepatlán, vestido con camisa a cuadros, pantalón de mezclilla, botas vaqueras y cinturón piteado, endurece el rostro, les dice que no están los regidores, que no hay Cabildo, pero pronto le aclaran que están esperando la decisión del pueblo a un lado del aparato de sonido. Suben a la tarima, en corto, el alcalde les dice: “no saben en la broncota que nos vamos a meter”



Los empresarios son los representantes de Deselec-Comexhidro, el grupo que pretende construir una presa en esta región totonaca.

Y Rosa Martínez es quien marca el rumbo de la asamblea realizada el 5 de Julio en la cancha que sirve lo mismo para los mítines políticos que para los bailes en honor del Santo Patrono de la comunidad.

Tres años después de que llegaran a la región, los ejecutivos de Deselec-Comexhidro para iniciar su proyecto en el Ajajalpan, intentan dar la información. Quieren hablar de las bondades de la hidroeléctrica a los habitantes de San Felipe Tepatlán, pero lo que encuentran es la decisión de rechazo de los pobladores que desde meses antes han expresado su oposición a que se represe el caudal.

Y no les irá bien en esta asamblea.


San Felipe Tepatlán, en la cañada del Ajajalpan.


San Felipe Tepatlán, en la cañada del Ajajalpan.




La asamblea del 5 de julio de 2014. Foto de Leticia Ánimas.


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Porque a esta asamblea del 5 de julio se llega luego de un proceso que iniciara hace más de cuatro años, cuando el concepto de “consulta pública” todavía no era puesto en la mesa por los grupos organizados en contra de los proyectos industriales mineros e hidroeléctricos en los ríos serranos. No se había sublevado Tetela contra la minera de Slim, ni aquí mismo, río abajo del Ajajalpan, los totonacos de Olintla habían parado la maquinaria de Grupo México contra otra hidroeléctrica.

Como una telaraña, la empresa Deselec-Comexhidro, tejió en poblados de cinco municipios de la Sierra Norte la estructura que le iba a permitir, sin aspavientos, instalar una planta en el cauce del Ajajalpan. En una cañada que linda con los municipios de Ahuacatlán, Tlapacoya y San Felipe Tepatlán: diseñó un proyecto, negoció con las autoridades locales, obtuvo permisos de uso de suelo y aprobaciones de impacto ambiental y hasta constituyó su propia organización “social” para vincularse con los pobladores de las comunidades afectadas.

Acompañados por su ONG “Bios Sierra” que encabeza Filiberto Hernández, ex secretario general del ayuntamiento de Tlaola, el corporativo empezó a moverse en los pueblos; primero llegaba Juan Sergio Rivas a contactar a los alcaldes o a las autoridades comunitarias para convencerlas de que “una hidroeléctrica no contamina, es energía limpia, el caudal del río no se afectará y nada tenemos que ver con las mineras.”

Todo parecía caminar sin contratiempos, hasta que la inconformidad con su proyecto brotó en la región totonaku en este 2015. En los primeros días del año en San Mateo Tlacotepec, en el municipio de Ahuacatlán, y unos meses más tarde en San Felipe Tepatlán.



La presentación de Comexhidro en el 2012. Foto de Leticia Ánimas.

En septiembre de 2012, cuando en la región empezaron a manifestarse los movimientos de resistencia contra los “megaproyectos”, Mauricio Justus Villarreal, un joven licenciado en administración y maestro en la misma materia por la Universidad de Harvard, convocó a una rueda de prensa en la que deslindó al proyecto Puebla 1 de la industria minera y arremetió contra organizaciones de la sociedad civil que se oponen a la construcción de la hidroeléctrica “como Unitona y Unitierra”, al considerar que se habían dedicado a “mal informar a las comunidades con declaraciones infundadas y buscan reflectores para avanzar aspiraciones políticas”, a las que no identificó.

Una y otra vez, durante su comparecencia ante los medios locales, el empresario reiteró que “no tienen relación con la actividad minera, ni asociación o inversión de ningún grupo minero, ni venderán energía a grupos mineros”, pero no indicó en qué sería utilizada la energía de la “micro hidroeléctrica” Puebla 1.

El evento, convocado por Justus se realizó a menos de una semana en que cerca de mil personas, mayoritariamente indígenas de las etnias náhuatl y totonaca, se reunieran en Ahuacatlán para manifestar su rechazo a la construcción de hidroeléctricas en este cauce y decidieran constituir una red en defensa de la Sierra Norte de Puebla.

Los representantes de la empresa estuvieron acompañados de los miembros de una asociación civil “campesina” de Tlapacoya, la misma Bios Sierra, cuyo dirigente rechazó estar en la nómina del corporativo y aseguró que se encargaría de “vigilar” que las obras contaran con los permisos ambientales, las licencias municipales y que los trabajadores estuvieran inscritos en el Seguro Social, además de gestionar proyectos productivos para las comunidades aledañas, entre otros asuntos.

Hernández además aseguró entonces que su organización trabajaba para el párroco y la ciudadanía, “no nació por este y proyecto, sino que se acercaron a la empresa para verificar que estuviera legalmente constituida y que no se atentara contra la población de las comunidades.” Y en la misma línea discursiva del empresario, rechazó que otros colectivos “estén marcando la cuestión negativa total hacia el proyecto y estén hablando de que son proyectos de muerte, sin tener la información suficiente.”

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El proyecto que pretende desarrollar Deselec1 involucra terrenos ubicados en los municipios de Ahuacatlán, San Felipe Tepatlán, Tlapacoya, Jopala y Chiconcuautla, en Puebla y Mecatlán, Filomeno Mata, Coyutla y El Espinal en Veracruz, -aunque estos últimos cinco sitios sólo serán atravesados por la línea de conducción- cuyos habitantes se dedican a la producción de café y miel y la engorda de ganado en agostadero, principalmente.

De acuerdo con la explicación dada por Justus Villarreal en el año 2012, la hidroeléctrica Puebla 1 supone la construcción de un embalse de 900 mil metros cúbicos de agua que estará en constante derrame, la cortina medirá 42 metros de altura; se construirá un túnel de agua de 4.4 kilómetros de longitud, por “debajo del cerro” hasta una tubería de presión que alimentará dos turbinas de 30 megawatts cada una y una línea de transmisión de 42 kilómetros que llevará la energía hasta la subestación de El Entabladero en el municipio veracruzano de Espinal.

Justus, dijo entonces que como hacia el lugar donde se ubicará la presa no hay caminos pues se trata de un cañón, se construiría un túnel de acceso para la circulación de los camiones cargados con material y el personal; además calculó que se generarán unos 250 empleos directos y unos 300 indirectos en los cuatro años que durará esta fase.

El empresario admitió que sí se desviaría el cauce del Ajajalpan, “pero sólo una parte” y se apuró en desmentir la posibilidad de que se presenten inundaciones o que el agua del vaso vaya a estancarse, “como están diciendo algunas organizaciones.”.

Justus también habló de la compra de terrenos para este desarrollo, y que ya estaban adquiriendo entre los pequeños propietarios de la zona un total de siete hectáreas de terreno, y aunque señaló no contar con la información porque “no soy el encargado de esas negociaciones”, aventuró que podrían estarse pagando “ocho pesos por metro cuadrado”, lo mismo que a los afectados por el derecho de vía en Zongolica, Veracruz, donde tienen otro proyecto.

“Sólo estamos comprando el área de la cortina y la casa máquinas, el túnel de agua va abajo del cerro y estamos pagando sólo el derecho de vía porque el propietario seguirá gozando de sus tierras”, añadió

“Estamos celebrando contratos de compraventa en que todos terminamos contentos. Incluso hemos ayudado a quienes no tenían escrituras públicas a obtenerlas y nosotros hemos corrido con los gastos. En los contratos no media la coacción ni hay dolo, sólo una negociación”, afirmó.

En 46 casos, afirmó, se tiene ya la anuencia de paso, en 46 se firmó contrato privado de promesa de compra-venta con el pago del 10 por ciento del valor de los terrenos como anticipo y previó mayor dificultad en los acuerdos que deben alcanzar con los 256 propietarios de los 840 mil metros de terrenos que atravesarán las líneas de transmisión y que corresponden a los 42 kilómetros del trazo, pues “atraviesa seis ejidos en cinco municipios.”

Luego, mediante unas diapositivas, presentó los permisos para el cambio de uso de suelos otorgado por todos los ayuntamientos municipales poblanos y veracruzanos involucrados. Dijo que mantendrían “diálogo permanente entre comunidades y la empresa para anticipar problemas sociales, políticos y ambientales y atender quejas en forma oportuna para que la planta se construya en forma ininterrumpida”.

Justus Villarreal, de la empresa Comexhidro, en la conferencia de prensa de septiembre de 2012. Foto de Milenio Puebla.

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Con ese “diálogo permanente” con los pobladores se llega a esta asamblea en la cancha-auditorio de la comunidad de Tepatlán.

La reunión del 5 de julio de 2015 la convocó la autoridad municipal que encabeza el priista Ramón Santos Dávila. Aunque dos semanas antes decidió no escuchar a los ciudadanos inconformes, sabía del rechazo de los pobladores a las presas, pero justificaba el respaldo al proyecto en que había en un sector de pobladores que simpatizaba con la instalación, y que incluso también hicieron una manifestación a favor en la cabecera.

“Por eso nos dijo que iba a invitar a los empresarios, para que nosotros cambiáramos nuestro parecer porque según él estamos mal informados y ni siquiera sabemos cómo funcionan esas cosas. Él nos cree muy ignorantes. Pero como dijo que iba apoyar la decisión que tomara todo el pueblo, aceptamos venir y hasta los vamos a oír”, dijo Rosa al principio de la asamblea.

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Así que los pobladores aguantan: primero las tres horas que han tenido que esperar a los ejecutivos de Deselec-Comexhidro, quienes finalmente llegan en sus todo terreno, con sombreros Panamá que los protegen de los impertinentes rayos del sol que caen con toda su fuerza sobre el poblado ubicado en la orilla de una peña a 600 metros sobre el nivel del mar.

Después, los regaños de Emilio de Leo Blanco, el funcionario de la Secretaría de Energía federal, quien al tantear el ambiente adverso para la hidroeléctrica les aclara a los tepatlanenses, una y otra vez, que la asamblea no será deliberativa y que se limitaran a escuchar. Asegura que él forma parte de una comisión que no tiene facultades para decidir ni dar permisos, sino que sólo acuden a los pueblos indígenas para saber qué opinan de los proyectos energéticos y levantan un acta donde asientan lo que suceda. Pero que esta vez sólo se trata de informarles.

Sudoroso, con paliacate rojo al cuello, de Leo Blanco declara: “En el caso de San Felipe Tepatlán, por diversas causas, no se pudo llevar a cabo (la consulta), sí venimos a platicar con sus autoridades tradicionales y se les dejó la información. Pero cuando venimos no hubo acuerdo y dadas las condiciones se decidió suspender la asamblea. Luego el presidente nos dijo que había mucha inconformidad pero que debían recibir más información y por eso estamos aquí para pedirle a la empresa que dé más información. No venimos a imponer ningún proyecto sólo estamos acompañando, como lo dice la Ley de la Industria Eléctrica, a la empresa y salvaguardando los derechos humanos de todos ustedes.”

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Lo que no dijo el funcionario federal fue que el 24 de Abril pasado cuando iban a realizar la consulta, los pobladores se negaron a firmar las hojas de aceptación que había preparado la empresa.

La versión de lo ocurrido en estos últimos años la ofrecen los pobladores en esa larga espera del arribo de los empresarios:

Cuenta David Garrido:

“Esa vez nos fueron a invitar unos vecinos. Cuando llegamos ya todo estaba preparado. No nos dijeron que iba a haber una consulta. Ya estaban aquí los empresarios y nos dijeron primero firmen y luego pasen a comer carnitas. Pero les dijimos que no íbamos a firmar y que por unas carnitas no venderemos el futuro de nuestros hijos.”

Y relata la manera en que los empresarios entraron a Tepatlán:

“Todo empezó cuando llegaron a hacer las fiestas patronales, a pagar los puerquitos, las carnitas, pero no sabíamos quién las organizaba; luego hacían reuniones en las casas, todo esto para jalar gente. Llegaron a Tlapacoya, a Ahuacatlán, a Tepatlán. Después la empresa formó su organización con el tal Filiberto que hablaba con nosotros y con los curas de los grandes beneficios de la presa, pero no daban nada de información sobre el proyecto, y todo esto lo realizaban de manera muy privada, a estas reuniones iban poquitas personas, hasta parecía que las escogían. A ellos mismos les empezaron a llegar las ayudas del gobierno, como los marranitos, los cajones para las abejas, las tortillerías.”

Así lo refiere Márquez Zaragoza:

“Llegaron y compraron algunos terrenos, pero a la gente no le decían qué iban a hacer con ellos. Hubo una señora a la que le dieron 60 mil pesos, pero no sé por cuántas hectáreas. A otro le pagaron y luego le quitaron el dinero.

“Cuando ya supimos que era una hidroeléctrica y vimos que iba a acabar con nuestra comunidad empezamos a realizar brigadas de información en cada pueblo y mucha gente se empezó a dar cuenta que la empresa había violado muchas leyes y que tampoco respetaron los derechos de los pueblos. A raíz de esto mucha gente se empezó a organizar, hacíamos juntas en cada comunidad para seguir informando e ir tomando decisiones.”

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La tardanza de los empresarios da pie a que toda esta memoria brote en la asamblea. Poco a poco los gritos de no, no, no, aparecen. Aunque entre los cerca de dos mil asistentes este domingo 5 de Julio hay unanimidad en el rechazo a la hidroeléctrica Puebla 1, algunas voces piden a la gente que se retire de la cancha sin escuchar a los empresarios. Pero hay otras, y son las que prevalecieron, que piden a sus vecinos escuchar y aprovechar para dejar bien claro que “no queremos esas plantas”.

Los pobladores le replican entonces a los funcionarios del presídium que están de acuerdo con que tienen derecho a recibir información, pero este requisito debe cumplirse antes de dar los permisos y no después, como se hizo aquí, porque Deselec-Comexhidro obtuvo las licencias de cambio de uso de suelo desde el año 2009 y aquí no hubo “nada de información”.

“Ellos ya tienen todos los permisos y nunca consultaron con el pueblo. Entendemos que los del gobierno vengan representando la ley, pero por qué no la representan bien: la empresa debió dar información antes del 2009, junto con el presidente municipal que estaba. Así funciona el artículo 119 de la Ley de la Industria Eléctrica y es una falta de respeto para nosotros que ellos ya tengan los permisos y apenas vengan a dar información.”

Y más reclamos: cuentan que en algunos pueblos, como Altica, cuatro personas se atrevieron a firmar dando su consentimiento y aprobando la hidroeléctrica.

“¿Ustedes creen que todo el pueblo dependemos de cuatro personas?”

Cada vez, entonces, son más fuertes los gritos de no, no, no.

Y la exclamación más importante:

“Este no es un pueblo que actúe con violencia, es un pueblo que está exigiendo sus derechos.”

El presidente municipal de San Felipe Tepatlán, Ramón Santos Dávila. Foto de Leticia Ánimas.

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Cerca de la una de la tarde, casi inmediatamente después de que se sienta en la tarima donde están las sillas de quienes presiden la asamblea, con voz suave, el empresario Mauricio Justus Villarreal arranca su participación y justifica a los tepatlanenses no haberles dado información de manera previa: “Ni nosotros sabíamos qué es lo que se iba a hacer, y para definirlo se necesita el dinero de los inversionistas, que sólo lo entregan cuando saben que hay la aceptación de los pueblos.”

Y por ahí sigue su versión sobre los permisos municipales:

“Es muy difícil explicar un proyecto cuando uno no sabe qué va a hacer. Cuando uno no sabe si va a hacer una casa de dos cuartos o tres cuartos. Entonces el proceso para identificar un proyecto hidroeléctrico requiere de muchos detalles, muchos estudios, y mucha inversión inicial. Para poder hacer esa inversión inicial alguien tiene que poner ese recurso. Ese recurso no viene gratis, y ese recurso viene siempre y cuando exista algún indicio de que va a haber aceptación del proyecto y por eso iniciamos siempre con los permisos de construcción municipal.”

Luego presenta a Comexhidro:

“Somos una empresa 100 por ciento mexicana. Nosotros no somos extranjeros como les han dicho.”

Y anuncia que presentará a su familia: entonces, varios de los trabajadores que laboran para la empresa, uno por uno, hasta llegar a ocho, suben al estrado y explican de dónde vienen, hablan de su origen humilde, de ser hijos de padres agricultores, de ser producto de la cultura del esfuerzo.

”Todos somos profesionistas”, remata Justus. También han dicho que el proyecto es seguro, que se trata de energía limpia, que no contamina.

Justus Villareal, de sombrero, y un funcionario de la Secretaría de Gobernación. Foto de Leticia Ánimas.

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Pero algo no funciona con la presentación de los empresarios.

Abajo, cerca del aparato de sonido que contrató la empresa y que trajeron en camionetas desde Huauchinango, los estrategas del proyecto discuten sobre si debe continuar la presentación porque el discurso que han preparado no comunica, no acerca a la gente. Discuten, pero no se ponen de acuerdo.

En el estrado le llega el turno a Julio César Vallejo, el octavo empleado presentado por Justus. Dice ser originario de Zongolica, Veracruz, donde la empresa tiene otra planta de energía. Pero hasta ahí llega, porque de pronto, desde las bocinas se empieza a escuchar el sonido del video elaborado por la empresa y que se puede ver por tres pantallas planas colocadas en varios lugares de la cancha; pantallas a las que al principio la gente no atiende, pero luego, poco a poco, a las que se van acercando para tratar de ver los detalles del proyecto. Pero la visibilidad no es buena y el lenguaje usado en su producción está plagado de tecnicismos. Tampoco lo terminan de escuchar.

La presentación en video del proyecto de la hidroeléctrica. Foto de Leticia Ánimas.

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Este momento de indefinición lo aprovechan los pobladores que se oponen al proyecto: una joven del municipio de Tepatlán toma el micrófono y arenga a sus vecinos para que a grito abierto y a mano alzada manifiesten que no quieren una hidroeléctrica en el río Ajajalpan, y le soliciten al presidente municipal que de una vez se haga el acuerdo de Cabildo para revocar los permisos otorgados a la empresa Deselec-Comexhidro, y que de paso sepan que tampoco quieren ningún proyecto minero o petrolero en la población.

Las manos levantadas en rechazo a la hidroeléctrica apabullan a los del estrado:



El rechazo masivo a la construcción de la hidroeléctrica. Foto de Leticia Ánimas.

Lo que sigue sucede rápido: con Mauricio Justus a la cabeza, los empleados de la empresa caminan apresurados a la salida de la cancha. Van en fila india por un pasillo del costado, sin hacer ruido, sin despedirse.

Unos segundos después salen los funcionarios federales que, salvo Emilio de Leo, no se presentaron con los asambleístas. Al representante de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, sólo se le reconoce por su larga trenza y un sombrero chiapaneco, estilo chamula.

Aunque conocen el resultado de la reunión, no lo quieren constatar.

Presionado por los pobladores, el Cabildo de San Felipe Tepatlán, en sesión extraordinaria improvisada ahí mismo, revoca el permiso de uso de suelo otorgado a la empresa Deselec 1-Comexhidro.

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Cuando el edil habla con los reporteros más tarde dice que esperaran represalias por la decisión del pueblo. Con incertidumbre, Ramón Santos Dávila dice que la revocación del permiso de uso de suelo seguramente tendrá consecuencias. “Se tomarán represalias”, afirma, aunque no quiere decir de parte de quién y añade que tendrá que reunirse y platicar con algunas personas sobre el tema.

“Desgraciadamente hace unos años se inició con este proyecto en el municipio, y nosotros nos hemos dado a la tarea de traerles toda esta información para que la gente pueda tomar esta decisión. En este caso el día de hoy la gente decidió, o más bien la opinión de la mayoría es negativa a este proyecto. Pero desde un principio la ciudadanía estaba en el entendido de que siempre iban a contar con el apoyo del personal del ayuntamiento.”

Luego expone que será el gobierno del estado de Puebla el que retome el proyecto, porque al no haber un “acuerdo” para la construcción de la hidroeléctrica las autoridades federales dejarán de intervenir.”

Y cierra con un toque dramático:

“Desconozco qué es lo que va a pasar, pero estaré en el pueblo esperando lo que suceda y no voy a cambiar esta decisión. Por eso hicimos ese compromiso con el pueblo.”

Luego, a bordo de su camioneta Suburban negra, salió del pueblo.

El río Ajajalpan.





Mundo Nuestro. Murió este lunes 11 de enero Leticia Ánimas Vargas, periodista nacida en Huauchinango. Ella trabajó estos dos años como coordinadora nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Leticia realizó una de las experiencias periodísticas más importantes de los últimos años en el estado de Puebla. Por su trabajo pudimos conocer con detalle los graves problemas y conflictos que han provocado los proyectos industriales que se intentan imponer en la Sierra Norte de Puebla.

La recordamos con cariño en Mundo Nuestro. Con su trabajo ella demostró que otro periodismo es posible.

En junio de 2013 se llevó a cabo una importante reunión en Zapotitlán de Méndez, en la Sierra de Puebla, convocada por una diversidad de organizaciones sociales que se oponen a la realización de proyectos industriales --mineros e hidroeléctricos-- en los ríos y cañadas del territorio serrano.

Presentamos una crónica elaborada por Leticia Animas, quien durante más de 25 años años documentó desde los pueblos serranos los complejos procesos políticos y sociales de la vida en la sierra.

Como puede verse en la crónica, no ha sido fácil para los diversos grupos involucrados en la defensa del territorio de los pueblos originarios serranos alcanzar los consensos necesarios. Pero la discusión permite reconocer las temáticas, las prioridades y las estrategias que se pueden establecer frente a la magnitud del conflicto ambiental e histórico.

Y es un nuevo llamado a las autoridades de todos los niveles a sentarse con los grupos civiles organizados para discutir a fondo un verdadero proyecto colectivo fundado en el reconocimiento de la realidad histórica, social y culturar de los pueblos originarios en un entorno ambiental fundamental para la conservación ecológica de México.

El acuerdo político que no se firmó en Zapotitlán.PDF

El documento que se firmó en Zapotitlán. PDF

Una Sierra viva, discutidora, emergente





Zapotitlán de Méndez, Pue.- Es casi la una de la tarde, han esperado pacientemente más de tres de horas bajo el sol que cae impertinente sobre la plancha de concreto de la plaza zapotleca, a un lado del quiosco porfiriano que hoy servirá de templete y tendedero de las mantas y lonas con sus consignas de rechazo a las mineras, las hidroeléctricas, las ciudades rurales, al maíz transgénico.

Es la hora de una Sierra viva, discutidora y emergente.

Llegaron temprano porque en esta reunión “se decide el futuro de la sierra”. Esperan a Jaime Martínez Veloz, comisionado nacional para el diálogo con los pueblos indígenas del gobierno federal. Aunque buscan la sombra, nadie camina más allá de los portales. Esperan. Y cómo no hacerlo, si desde hace más de un año que empezó el movimiento en la sierra, los indios nahuas y totonacos cuyas tierras y ríos están amenazados, no han escuchado ninguna respuesta de la autoridad a sus demandas. Por eso, dicen, también es día de fiesta.



Vinieron para decirle al señor autoridad que no quieren que entre estallido y estallido de dinamita en sus comunidades vaya habiendo cerros al revés, enormes cráteres, ríos sin agua en las venas. Que el oro y la plata que pueda haber en las tierras que habitan poco les importan, porque al oro en su idioma le llaman teocuitlatl o “caca de los dioses” para los coyomes.

Les dijeron que hoy se firmaría un acuerdo. Que el comisionado servirá de puente con funcionarios de las dependencias que pueden decidir qué hacer con los proyectos de las empresas nacionales y extranjeras a las que se les han entregado sus recursos naturales sin avisarles, sin que ellos pudieran decir que no están de acuerdo.

Llevan un año informándose de los efectos de la minería extractiva, saben de la desaparición del Cerro de San Pedro en San Luis Potosí, ícono apocalíptico de las empresas mineras nacionales e internacionales, que las mineras necesitan el agua de sus ríos y no quieren “que nos cargue la chingada”, como gráficamente lo describe más tarde en el mitin don Germán Romero González, el elocuente y bien plantado dirigente de Tetela Hacia el Futuro, movimiento que tiene el mérito de haber hecho a muchos voltear los ojos para saber qué estaba pasando en el corazón de la sierra poblana.

Bajaron del Levante desde Huehuetla e Ixtepec. También hay gente de Tetela de Ocampo, de Xochitlán de Vicente Suárez, de Zoquiapan, Zongozotla, Camocuatla, Zacapoaxtla, Huitzilan, Zapotitlán, Teziutlán, de Hermenegildo Galeana, de Cuetzalan, que vienen para reiterar su rechazo a los proyectos que han calificado como “jurídicamente inviables, moralmente condenables y socialmente injustos”, a más de ser una nueva versión de la invasión española.

En la plaza sigue la imperturbable espera indígena. Escuchan las poesías del huehuetleco Alberto Becerril, el improvisado rap anti-minero de los preparatorianos del mismo municipio; bailan y versean con el huapango El Querreque: “Pobrecito cojolite que vuelas en las encinas/que vuelas en las encinas pobrecito cojolite. /Me duele tu vida triste que hoy en día no adivinas/ pues aplastarán tu nido los escombros de una mina.”

De pronto, corre el rumor: “Ya vienen por El Paraíso”. La cohetería lo confirma. Paran la música. Encienden el xochijarro, el olor del purificador copal invade todo. Salen a recibir a Martínez Veloz. Ponen en su cuello el xochiyugo, bien cerquita del corazón donde están los sentimientos buenos y lo malos, pero también la responsabilidad que pesa sobre la persona.

Lo acompañan la diputada perredista Roxana Luna Porquillo y Raymundo García López, dirigente de Serranos Unidos en Resistencia Indígena (Suri), que llenó la plaza con vistosas lonas. Viene con cientos de hombres y mujeres de todas las edades que van cerrando filas conforme el Comisionado Martínez Veloz avanza hasta el quiosco. Saca su Ipod --que también tiene oro, dirían los mineros--, registra el sombrererío, los tules y las pancartas. Truena el grito: La tierra no se vende se ama y se defiende.

Siete pequeños quetzales empiezan a bailar la danza dedicada al sol. Un son de costumbre sale de una flautilla de carrizo y un tamborcito de cuero y de madera. Mueven sus pies en en cruz para simbolizar los cuatro puntos cardinales y los cuatro elementos que nos forman, también hacen círculos para emular la rotación del tiempo, los cambios, las revoluciones. Agradecen por lo que tienen, por lo que son y quieren seguir siendo.

Vienen las bienvenidas en totonaco y náhuatl, poco debe entender de ellas el encargado de diálogo con los pueblos indígenas del país que llegó sin traductores. De cualquier manera aplaude con entusiasmo.

Rubén Espinoza, de Xochitlán, le recuerda a Martínez Veloz que “estos pueblos lucharon muy fuerte contra la invasión francesa”; le pide llevar el mensaje a las autoridades de que no están dispuestos a soportar imposiciones. “Luchamos contra la invasión, luchamos en la revolución. El pueblo estaba tranquilo, sereno, dígale al presidente (Enrique Peña Nieto), con el debido respeto, que no queremos que lesionen nuestra ecología, nuestro entorno, que dejen de atentar contra nuestra seguridad”.

Le exigen que las autoridades cumplan la Ley de Desarrollo Sustentable del estado de Puebla, que se creen los Consejos Consultivos del Medio Ambiente. Le recuerdan que cumplir con la Ley del Medio Ambiente es una responsabilidad compartida: “No sólo el gobierno debe tomar decisiones, debemos participar. Nosotros también pensamos y tenemos sentimientos. Pedimos que las acciones que impliquen la afectación del medio ambiente se nos consulten, es nuestro derecho al futuro. Exigimos se detengan los proyectos mineros hasta que se informé a la población.”

El maestro de ceremonias le da el micrófono a Gerardo Pérez Muñoz que anuncia que leerá un extenso documento firmado por cinco organizaciones de la región de Zacapoaxtla, que si esperaron dos horas al funcionario, el asunto a tratar bien vale la pena darle unos minutos más a su participación.

Hace un recuento de los agravios a los pueblos originarios desde el sexenio salinista. Da cifras, muchas cifras. Habla de las bajas tasas impositivas, de la entrega de los recursos hídricos y minerales a empresas canadienses y estadunidenses; del despojo a los pueblos de los daños, del surgimiento de conflictos sociales, del deterioro del medio ambiente.

Piden al Comisionado que el gobierno de Enrique Peña Nieto dé una muestra de voluntad y compromiso con las comunidades indígenas cancelando “definitivamente” los proyectos de muerte en todo el territorio nacional y se revisen los proyectos asociados a la minería a cielo abierto. Se reforme el artículo 27 Constitucional y devolverle su espíritu social, popular y nacional y el Tratado de Libre Comercio.

A Martínez Veloz le demandan integrar mesas interinstitucionales para analizar el impacto social y ambiental que los proyectos extractivistas y energéticos de muerte están teniendo sobre las comunidades de la Sierra Norte

Vino el quiebre: “No podemos firmar ningún acuerdo -se oyó- sin antes ver qué es lo que vamos a firmar. Cuáles son los puntos de la agenda y, en especial, cómo se integrarán las mesas de trabajo.” Y tronaron los aplausos en apoyo a la posición de los zacapoaxtlas.

“El Huauchi” Pérez invita a los que están en el quisco a firmar el documento. El senador Bartlett se adelanta, se recarga en el barandal, traza su rúbrica, le sigue Roxana Luna, don Germán Romero, Raymundo García López y al final Martínez Veloz.

Mientras siguen los discursos, los dirigentes de las organizaciones serranas cabildean. Pasa por las manos y los ojos de todos, un documento en un folder color manila, dicen que es el acuerdo que firmarían con el Comisionado federal. Parece que no los convence. Van. Vienen. Discretos en algunos momentos, en otros no tanto.

“Cómo vamos a firmar reconociendo que hay avances en materia de derechos humanos en el país, si la situación está que arde. Si el tema es de los más cuestionados. Si se persigue y hostiga a nuestros compañeros por defender sus tierras. Esta es una cuestión de lucha de clases”, se escucha. Se dice que el acuerdo ceñiría las mesas de diálogo para la solución de los conflictos sociales provocados por la hidrominería en la sierra al Pacto por México. Siguen las negociaciones.

Llega el discurso del comisionado Martínez Veloz. “El gobierno federal no apoyará ningún proyecto que atente contra los pueblos indígenas”, se compromete y dice que ahora se cuenta con instrumentos jurídicos que “atarían de manos a aquellos que ya entregaron la mitad del país”.

Les cuenta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación reconoció el 9 de Mayo pasado el derecho del pueblo yaqui, en Sonora, a ser consultado previamente sobre la construcción del Acueducto Independencia que va de su territorio hasta Hermosillo, y que esta sentencia favorecerá a los indígenas.

Admite que la entrega de recursos naturales a las empresas mineras y energéticas, han puesto en riesgo a la soberanía nacional y la gobernabilidad, y reclama que se tome una decisión de Estado a partir de los instrumentos jurídicos que se han ido reformando en beneficio de los pueblos indígenas. Son un “foco rojo” para el país que deben atenderse y reclaman de medidas mayores.

Sin embargo, reconoce, aún hay “funcionarios que no entienden esto, como los que repartieron las concesiones mineras como tarjetas de Navidad… Las cosas han cambiado, por ello he venido por segunda ocasión en mes y medio a la sierra y vendré las veces que sea necesario para que construyamos mecanismos de interlocución con el gobierno del estado y los municipios.”

Les ofrece que las disposiciones que se tomen en esas instancias deberán contar con el apoyo y la aprobación de los serranos y les asegura que no tendrán tintes partidistas y no habrá manipulaciones.

Atrás de él hay concierto. Entre los líderes las aguas vuelven a su cauce: el convenio que en un folder color manila ha pasado por sus manos y sus ojos no se firmará. Primero se sentarán con Martínez Veloz a definir una agenda este 11 de junio en Tetela de Ocampo.

“Hace 20 años que no había una manifestación así en Zapotitlan”, dice satisfecho Raymundo García López del Suri, mientras bajo su brazo guarda un documento engargolado con tapas transparentes que dejan ver su afanoso título: Acuerdo por la Gobernabilidad, la Justicia, el Bienestar y el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de la Sierra Norte de Puebla.

Domingo, 10 Enero 2021 00:00

PCCI: Porqué debemos defender al INAI

Puebla Contra la Corrupcion y la Impunidad

El presidente López Obrador habla de una 'reforma administrativa' que eliminaría algunos órganos autónomos que la democracia mexicana ha ganado con sangre, sudor y lágrimas, como el INAI, la Comisión Reguladora de Energía (CRE), la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) o el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), así como el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), la COFESE, la CNDH y el CONEVAL. Una regresión en avances fundamentales agregados a la Constitución en los últimos años. Presentamos aquí algunas de las principales reacciones a esta grave amenaza contra la democracia.

Cuando veas las barbas de tu vecino cortar… Enrique Cárdenas Sánchez

Coparmex: Eliminar órganos autónomos atenta contra acuerdos del T-MEC, La Razón on line



AMLO en la ruta de la regresión, Roberto Rock, El Universal

Eliminar organismos autónomos como el INAI implicaría un grave retroceso en materia de derechos humanos en México, Artículo 19

¿Qué significa en lo local desaparecer el INAI?, Sandra Romandía, Milenio

Y ahora, ¿quién podrá defendernos? Vianey Esquinca, Excélsior

Los organismos autónomos ¿un desecho más de la administración pública?, María del Carmen Pardo, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad



Sustituir al INAI: Qué implicaría, por qué importa su labor y cuáles han sido sus fallas, León Ramírez, Animal Político

Cerrar IFT e INAI: cancelar derechos a la información y a las comunicaciones, Sofía Ramírez, El Universal

Representa un retroceso para la democracia quitar autonomía a los reguladores: IFT. Redacción C. Aristegui



“Desaparecer o minar autonomía de órganos autónomos es debilitar al Estado mexicano”, dice el IFT, Redacción, Sin Embargo

AMLO va por los órganos autónomos, Enrique Quintana, El Financiero

El pulso por la República en La Feria de Salvador Camarena, El Financiero

Revista Sin Permiso

Por Gustavo Buster y Daniel Raventós / Editores Revista Sin Permiso

Aunque todavía faltan datos importantes sobre el proceso que culminó en el asalto al Capitolio, sede del Senado y de la Cámara de Representantes de EEUU, por una concentración de protesta convocada y alentada por el aún Presidente Donald Trump para impedir el recuento de votos electorales y la proclamación como ganador de Joe Biden, sí es posible hacer un primer análisis sobre las causas de decadencia de un sistema político profundamente oligárquico, a pesar de pretender ser un modelo de democracia y ejemplo para el resto del mundo.

El desencadenante es conocido: un mitin organizado por el Presidente Trump en la plaza elíptica de Washington DC el día del recuento final de compromisarios y proclamación de la victoria del candidato del partido demócrata Joe Biden en las elecciones presidenciales de 2020. Trump convocó a sus partidarios a través de las redes sociales y alentando a diversas organizaciones de extrema derecha a movilizarse con semanas de antelación. Su objetivo declarado era apoyar a 139 representantes y casi 20 senadores republicanos que se habían comprometido a cuestionar los resultados electorales con una cadena de mociones que retrasasen o impidiesen la proclamación del nuevo presidente electo Biden, a pesar de contar con una mayoría de 7 millones de votos directos emitidos (el 51,3%) y 306 compromisarios (el 56,9% de un total de 538).



Una larga estrategia de deslegitimación electoral

Trump preparó sus alegaciones de fraude antes incluso de que comenzase oficialmente la campaña electoral, defendiendo que el envío de las papeletas de voto por correo por las juntas electorales estatales para alentar la participación en plena epidemia del Covid-19 era “ilegal”. Solo la solicitud personal de papeletas de los inscritos en el registro electoral y el voto presencial eran “legales”. Un argumento en contra de la participación de las minorías, con mayores dificultades sociales para la inscripción en el registro electoral.

El cuestionamiento del voto por correo podía ser determinante para la elección de compromisarios en un sistema mayoritario (con la excepción del sistema proporcional en Maine y Nebraska) en la que cada estado obtiene un compromisario por cada senador y congresista, aunque todos los estados, con independencia de su población, tienen al menos dos senadores, asegurando un mayor peso en el Colegio electoral a los pequeños estados. Si en 2016 Trump derrotó a Hillary Clinton con 2,8 millones de votos directos menos, gracias a su victoria por el sistema mayoritario por menos del 2% en Florida, Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, obteniendo todos los 75 compromisarios, en 2020 Biden se ha llevado los 57 compromisarios de Arizona, Georgia, Pennsylvania y Wisconsin por solo 124.364 votos de los 18,6 millones emitidos.

Pero en ninguno de los estados en liza ni las juntas electorales ni los tribunales han aceptado las alegaciones de fraude electoral de los representantes de Trump. Tampoco tuvieron efecto las presiones directas de Trump desde la Casa Blanca a las autoridades de los estados bajo administración republicana para cometer fraude falsificando votos republicanos o anulando votos demócratas, como ha puesto de manifiesto la conversación grabada por el secretario de estado de Georgia, al que exigió “encontrar 11.780 votos”. De hecho, al perder por esa cantidad de votos la repetición de dos escaños en las elecciones al Senado en Georgia, el Partido Republicano ha perdido también su mayoría en esta Cámara y la posibilidad de aplicar la misma estrategia que estranguló de entrada la capacidad de iniciativa de la administración Obama.

Los elementos “extraparlamentarios” de la estrategia de Trump



La escenificación de la táctica de fraude electoral trumpiana buscaba no solo un conflicto legal que cuestionase la legitimidad del proceso electoral y de las instituciones representativas que se basan en ella, sino también el apoyo “extraparlamentario” a esta táctica, empezando por las autoridades militares desplegadas en todo el territorio federal. Aquí el argumento no ha sido solo el fraude electoral, sino que dicho fraude había sido cometido para favorecer un pretendido “programa socialista” de la izquierda radical, representada por la fallida candidatura de Bernie Sanders a las primarias demócratas, los manifestantes contra la violencia policial de Black Lives Matter y posteriormente una nebulosa de “antifas” que controlarían desde dentro la administración Biden si llegaba a tomar posesión.

Esta narrativa cobró especial fuerza con la amenaza de sacar al ejército a las calles invocando el Acta de Insurrección de 1807 contra los manifestantes de Black Lives Matter. O para reimponer el orden, cuando aparecieron en la calle milicias y grupos armados de extrema derecha partidarios de Trump, que asaltaron el Capitolio del estado de Michigan en abril de este año, mataron a dos manifestantes anti-racistas en Kenosha, Wisconsin, en agosto. Pero su momento culminante fue en junio, cuando Trump utilizó al servicio secreto y a fuerzas antidisturbios dependientes del Departamento de Justicia para abrir con gases lacrimógenos un corredor desde la Casa Blanca hasta la Iglesia de San Juan, hacerse una foto con la Biblia en la mano y ofrecer a continuación una rueda de prensa amenazando a los estados que se negaban a desplegar a sus Guardias Nacionales frente a los manifestantes de Black Lives Matter, tras el asesinato de George Floyd, con enviar al ejército y “rápidamente resolver el problema”. Pocos días después, 89 ex altos cargos y funcionarios civiles y militares del Pentágono publicaban una carta abierta de protesta en el Washington Post. A finales de septiembre las protestas por la incoherencia en la política de Defensa y Exteriores de la administración Trump se convirtieron en una carta de abierto apoyo a Biden de más de 500 ex altos responsables del Pentágono, Seguridad Nacional y la Secretaria de Estado.

Esto no impidió que Trump hiciese una remodelación completa de la dirección civil del Pentágono la segunda semana de noviembre, empezando por el Secretario de Defensa Mark Esper, que le había acompañado en la rueda de prensa de junio, pero que había sido incapaz de asegurar la lealtad de la cadena de mando. Tras sustituirlo por Christopher Miller y colocarle como número dos al general retirado Anthony Tata, que había calificado a Obama de “líder terrorista”, Trump advirtió por Twitter que esperaba que apoyasen su plan de retirada de tropas de Afganistán, a pesar de las reservas del estado mayor, y apoyasen su cuestionamiento legal del proceso electoral. El presidente del Comité de Fuerzas Armadas de la Cámara, el demócrata Adam Smith advirtió que “si esto es el comienzo de una tendencia -el presidente cesando o obligando a dimitir a los profesionales de la seguridad nacional para remplazarlos por gente que cree que le son más leales- los próximos 70 días pueden ser en el mejor de los casos inestables y en el peor, peligrosos”.



Dos días después del asalto al Capitolio, la portavoz demócrata de la Cámara Nancy Pelosi hacia pública una carta al jefe del estado mayor, General Milley, para que impidiera a un “presidente inestable iniciar hostilidades militares o tener acceso a los códigos de lanzamiento de un ataque nuclear”.

El trumpismo desborda a Trump

Pero todos los elementos para la puesta en escena del plan de Trump para dificultar o bloquear la proclamación de Biden -con el objetivo aparente de negociar su propia impunidad legal, su control del Partido Republicano y su posible candidatura o de alguien designado por él a las elecciones de 2024- fueron fracasando una tras otra por la resistencia institucional y del establishment a un escenario abierto de confrontación institucional, de polarización e inestabilidad política en medio de la pandemia de Covid-19. El momento culminante fue el recuento de votos de las elecciones para el Senado en Georgia, que apuntaron claramente a una victoria demócrata que les aseguraba una mayoría en ambas Cámaras.

Solo entonces el Vicepresidente Pence, representante del electorado evangelista en la coalición trumpista, puso por delante sus propias posibilidades electorales en 2024 a la estrategia de Trump. El martes 5 adelantó que no podía legalmente jugar el papel que tenia asignado de cuestionar los resultados electorales como presidente institucional de la Cámara de Representantes, cuando ya se estaban concentrando en Washington DC los manifestantes convocados por Trump para “Salvar América”. Cuando la confirmó, según la prensa, por carta y en una llamada telefónica la mañana del 6, poco antes del mitin en la Plaza Elíptica, al sur de la Casa Blanca, el efecto, al parecer, fue radicalizar la huida hacia delante de Trump.

La convocatoria de concentración llevaba semanas circulando y el propio Trump comenzó a twittearla el viernes 1 de enero. Hasta tres lugares distintos fueron solicitados, además del definitivo, para llevar a cabo concentraciones, coordinadas por un tal Alex Alexander en nombre del movimiento pantalla “Stop the Steal”. Precedido por sus teloneros, entre ellos su abogado Giulani, Trump acusó a Pence de desleal y llamó a los concentrados a dirigirse al Capitolio, aunque él volvió a la Casa Blanca. A las 3 de la tarde comenzó el asalto, que acabaría con cinco muertos.

¿Cómo fue posible que a pesar de toda la información previa, los preparativos de la policía de Washington DC para las concentraciones y el tiempo transcurrido entre el mitin y el asalto no hubiera la protección necesaria para evitar el asalto? Más allá de la policía metropolitana de DC, la responsabilidad de la seguridad de las instituciones federales recae finalmente en el propio Presidente, pero tuvo que ser el Vicepresidente Pence quien ordenase, a petición de los portavoces parlamentarios, reforzar la protección del Capitolio cuando los manifestantes estaban ya dentro.

Lo sucedido a continuación es conocido. Solo cuando se empezaron a transmitir las escenas del interior del Capitolio ocupado, se conoció la interrupción del recuento de votos y se supo que los representantes y senadores estaban refugiados en zonas de seguridad y protegidos por policías armados que habían disparado y herido a una manifestante, comenzó a cambiar el tono de las declaraciones en cadenas de televisión como Fox, pero no en los medios sociales ni en las redes del propio Trump. Hasta que Facebook y Twitter retiraron sus portales por incitar a la violencia.

Distintos activistas y analistas estadounidenses han coincidido en este punto: la represión hubiera sido incomparablemente mayor si los asaltantes hubieran sido negros. No es un dato menor.

¿Qué hacer con Trump para reconstruir una hegemonía bipartidista?

El problema político más inmediato es que hacer con el Presidente de los EEUU. La mayoría demócrata, con algún apoyo minoritario republicano, pretende su dimisión inmediata bajo la amenaza de un segundo juicio político (impeachment), cuya segunda fase en el Senado, tras el inició del proceso en la Cámara, necesitaría 17 votos de senadores republicanos y, en su caso, no tendría lugar hasta después del acto de toma de posesión de la nueva administración, el 20 de enero. El vicepresidente Pence ha descartado la destitución del Presidente Trump, de acuerdo con la enmienda 25 de la Constitución. Para los diez días que quedan -a pesar de que Trump ha sugerido auto-indultarse (lo que al no haber precedentes abrirá una larga batalla legal) y solo ha hecho una ambigua declaración de condena del asalto-, Biden parece decidido a concentrarse en preparar su toma de posesión y delegado en la portavoz Nancy Pelosi el acoso a Trump y, sobre todo, de sus importantes apoyos en los grupos parlamentarios republicanos del Congreso.

El forzado consenso de rechazo ante el asalto del Capitolio, escenificado en los discursos bipartidistas tras la continuación de la sesión de recuento electoral y proclamación del nuevo Presidente de EEUU, no oculta la polarización política acentuada por las acusaciones cruzadas estos días. No ha habido un proceso de transición política entre presidencias comparable en la historia de EEUU y el espectáculo televisado a todo el mundo del asalto al Capitolio es una señal de inestabilidad e incoherencia política y de crisis hegemónica sin precedentes.

Biden hará de la superación bipartidista de esta crisis el primer objetivo de su administración, en nombre de la lucha contra la pandemia y sus consecuencias y la recuperación de la estabilidad hegemónica de las clases dominantes de EEUU. Pero 139 representantes trumpistas y más de 20 senadores republicanos han cuestionado los resultados electorales. Cuentan con el apoyo de un trumpismo social que puede suponer alrededor del 20% del voto republicano, si no más. En este mismo número de SP, nuestro compañero Samuel Farber describe las causas profundas que lo alimentan en el largo declive imperial del capitalismo en EEUU. Pero también de la falta de una alternativa que permita reunificar los intereses comunes de una clase trabajadora dividida, compartimentada culturalmente y racializada.

editor de Sin Permiso.
Editor de Sin Permiso.

Fuente:

www.sinpermiso.info, 9 de enero 2021

Revista Elementos BUAP / Edición No. 121

Historia y vida cotidiana de las haciendas pulqueras en los Llanos de Apan



Rodolfo Ramírez Rodríguez / Posgrado de Ciencias en Biodiversidad y Conservación, UAEH Estancia posdoctoral Conacyt




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ORIGEN E HISTORIA DE LAS HACIENDAS DE APAN

Al noreste de la Cuenca de México se halla una región denominada Llanos de Apan, un altiplano con clima semiárido, considerado desde el siglo XVI “cuna de la charrería” por haber sido sede de estancias y ranchos de ganado mayor tras la Conquista. Con el paso del tiempo, la especialización productiva cambió de su original faceta pecuaria a la agrícola, en la que se propiciaron extensas zonas de cultivo de agaves de aguamiel, lo que dio origen a las famosas haciendas pulqueras que existieron entre los siglos XVIII y XX. La región de los Llanos de Apan, que se extiende geográficamente por el noreste del estado de México hasta el sureste del estado de Hidalgo y el noroeste del estado de Tlaxcala, fue una zona muy renombrada durante el Porfiriato y buena parte del siglo XX, donde tuvieron lugar las haciendas magueyeras más importantes debido a la producción del mejor pulque del país.

En esta comarca florecieron más de 200 haciendas y ranchos dedicados principalmente al cultivo del “maguey manso” (Agave salmiana, además de los Agave atrovirens, mapisaga y americana) y a la elaboración del pulque, y en su cotidianidad se fueron creando un saber consuetudinario específico de agricultura, unas relaciones sociales basadas en la estructura de las haciendas y una organización que abarcó la producción, distribución y venta del pulque en el principal mercado, que fue la Ciudad de México hasta entrada la década de 1940 cuando, debido a la restricción de los reglamentos higiénicos, las imposiciones fiscales del Estado revolucionario y la competencia de la cerveza y los refrescos embotellados, desaparecería uno de los principales ramos económicos del país.



Ejemplo paradigmático es la historia de la conformación de las haciendas pulqueras en el distrito de Apan que, junto con los distritos de Calpulalpan, Zempoala, Singuilucan y Otumba, formaba parte de la comarca de los Llanos de Apan del antiguo estado de México. Desde la época colonial, la zona del altiplano magueyero fue importante para la economía interna de una región que, debido a su clima y la calidad del suelo, difícilmente podía obtener rendimientos en los cultivos de cereales u hortalizas, y que además no contaba con ríos ni depósitos pluviales todo el año. Así que, desde los primeros años de dominación española, el cultivo de la planta del maguey se incrementó, primero para extraer su savia o aguamiel, como una necesidad para suplir el agua potable, pero más tarde, casi exclusivamente, para la elaboración de pulque, que llegó a ser el fundamento económico de esta vasta región. No obstante, el funcionamiento económico de las haciendas también se apoyaba en la producción de cebada y en la cría de ganado mayor y menor, principalmente porcino.

A pesar de que el pulque era una bebida fermentada de orígenes nativos, estrictamente controlado en ciertos rituales, pronto se convirtió en un producto comercial consumido no solo por las comunidades indígenas, sino por las castas, negros y mulatos que fueron integrando la sociedad novohispana que no tenía acceso a las bebidas de ultramar. El pulque se convirtió en la bebida alimenticia y embriagante más consumida entre el grueso de la población durante el periodo colonial en el centro del país, lo que impulsó a algunas familias criollas a la expansión del plantío del maguey en las comarcas cercanas a las zonas mineras y a los núcleos urbanos, explotando el aguamiel fermentado.

Algunas familias de abolengo dedicadas al comercio y la minería incursionaron en el negocio lucrativo del pulque, tales como los condes de Regla, de Xala y de Tepa; los dos últimos consolidaron el título nobiliario por la riqueza obtenida en la venta del pulque. Luego, entre 1785 y 1789, el Ramo del Pulque ocupó el cuarto lugar en el conjunto de las fuentes de tributación del virreinato por monto de productos totales, solo superado por las alcabalas, el de la plata, y las amonedaciones. Los impuestos sobre el pulque participaron entonces en la remodelación de las calles y en la manutención de las cárceles de la capital.



Al inicio del siglo XIX, el comercio del pulque de la ciudad de México estaba concentrado en pocas familias relacionadas socialmente, como la de Ignacio Adalid y Gómez Pedroso, quien formaría parte del grupo conspirador de Los Guadalupes que ayudaría al movimiento de independencia de México,1 este y otros pocos criollos poseían varios expendios de pulque o “pulquerías”, como la muy famosa de “Los Pelos”, que luego describió magistralmente Manuel Payno en Los bandidos de Río Frío.2 Esta familia, con el tiempo, adquirió las haciendas de Soapayuca y Santiago Tepayuca que habían pertenecido al conde de Tepa y luego San Miguel Ometusco, todas en el estado de México. Su hija, Josefa Adalid, desarrollaría el negocio pulquero al mostrarse como una mujer empeñosa en incrementar sus ganancias, como lo demuestra el hecho de que solicitó permiso para abrir varias pulquerías en algunas de las calles céntricas de la ciudad de México, alegando a la Asamblea Legislativa que el pulque debía de expenderse como los licores en los cafés.3

En 1860, cuando falleció Josefa Adalid, los bienes de la familia fueron repartidos. Así, el primogénito de la familia, Javier Torres Adalid, se quedó con la hacienda de San Miguel Ometusco; el hijo menor, José Torres Adalid, recibió el rancho de San Antonio Ometusco, pero lo cedió a favor de su hermano Ignacio Torres Adalid, quien la transformó en una de las haciendas pulqueras más importantes de México, junto a otras que adquirió, convirtiéndose en el empresario del ramo más grande del Porfiriato: “el rey del pulque”.4

La cercanía de la región a la capital permitía que los propietarios visitaran sus haciendas y ranchos durante cortas temporadas, y pasaran la mayor parte del año en la ciudad de México, donde gozaban de una destacada posición económica y social, ocupándose de diversos asuntos y cultivando una buena cantidad de relaciones entre la clase dirigente. Muchos de ellos viajaban con frecuencia a la región donde se hallaban sus propiedades, lugar en el que eran muy estimados e igualmente disfrutaban de una posición destacada y contaban con relaciones diversas.5 Ejemplo de ello fue el matrimonio de Leona Vicario y Andrés Quintana Roo que visitaban su hacienda de Ocotepec, en el Estado de Hidalgo.

En mayo de 1840, Frances Erskine de Calderón de la Barca, esposa del primer embajador de España en México (y conocida tiempo después como madame Calderón de la Barca), visitó algunas propiedades de la familia Torres Adalid. En una de sus cartas publicadas como Life in México, relató su visita realizada a las haciendas de Ometusco, Soapayuca y Santiago Tepayuca, en el distrito de Otumba. Ahí describiría las relaciones sociales imperantes en la hacienda, el refinamiento de los modales de los hacendados, así como las distracciones populares como el baile y las corridas de toros. Pero lo más sobresaliente, además del paisaje magueyero, fue el cambio de parecer en su percepción gustativa del pulque, que al inicio de su viaje le había parecido repugnante, cambiando su opinión por la de una bebida agradable, y luego comentando que era el brebaje más delicioso del mundo.6

Manuel Payno escribiría, hacia 1863, en los inicios del Imperio de Maximiliano, que

[...] la verdadera región del maguey fino que produce el pulque, es el territorio situado entre los Departamentos de México, Puebla y Tlaxcala, que se conoce con el nombre general de los Llanos de Apam [sic].7

Allí, el cultivo del maguey manso era tan productivo y seguro que favoreció las redes comerciales a través de los arrieros y proyectó la construcción del primer ferrocarril mexicano que uniría la capital del país con su principal puerto: Veracruz.

La línea del Ferrocarril Mexicano curiosamente pasaría por centros de producción pulquera, como lo revelan las estaciones de Otumba, Ometusco, Apan y Soltepec, en los Llanos de Apan, lo que demuestra la importancia de la élite pulquera en los gobiernos liberales de Maximiliano y de Benito Juárez, cuando se concluyó el tramo de México a Apan en 1866 y, al año siguiente, hasta Apizaco, Tlaxcala. En 1874 se inauguró formalmente la línea férrea, lo que traería importantes cambios en la producción, comercialización y costos para el líquido embriagante. En 1868, los hacendados se inconformaron con las altas tarifas de fletes que cobraba el ferrocarril y entablaron pláticas para la creación de otras líneas que beneficiaran sus negocios.8 Ya en la época de Porfirio Díaz, nuevos trenes surcaron la región de los Llanos: el Ferrocarril Interoceánico y el Ferrocarril de Hidalgo y del Nordeste integraron las distintas zonas pulqueras, aledañas a la ciudad de México, en un solo mercado, abatiendo los costos del flete e impulsando la explotación magueyera latifundista. De modo que el auge pulquero se debió al mercado que se fortaleció con los ferrocarriles.9

Hasta antes de la expansión del negocio pulquero en el último cuarto del siglo XIX, las haciendas pulqueras de los Llanos de Apan no solo se dedicaban a la explotación del monocultivo de agave, sino que cultivaban otras plantas, como el maíz, el haba, el frijol, el alverjón y también la cebada, para el consumo interno de su población acasillada y de sus animales. Además de criar ganado menor, como ovejas, y ganado vacuno y caballar en menor escala, estas nunca fueron unidades productivas autárquicas y de monocultivo, sino que estaban insertas en mercados locales o regionales que beneficiaban al comercio de la zona. Muchas de ellas crecerían justamente en la última década del siglo XIX y la primera del XX, cuando se proyectó la formación de empresas oligopólicas como la Compañía Expendedora de Pulques S. A., en la ciudad de México, además de las constituidas en Pachuca y en Puebla-Orizaba, bajo el auspicio del gobierno de Díaz y del gabinete del grupo denominado los “científicos”.10

Sin embargo, todo este desarrollo productivo y de acumulación de capital en pocas manos fue sorprendido por el acontecimiento social más importante del siglo XX: la Revolución Mexicana, que al cabo de poco más de dos décadas modificó las condiciones de los peones trabajadores y de la posesión de la tierra en las haciendas pulqueras.

En primer lugar, se trastocaron las relaciones sociales en favor de los trabajadores del campo, y en segundo sitio, el impacto que tuvo la Reforma Agraria derivó en el desmantelamiento de la estructura de la hacienda y en su posterior reparto, lo cual fue origen de la debacle del negocio por tanto tiempo favorecido por familias de abolengo. Si bien es cierto que la producción pulquera continuó entre 1930 y 1950, a través de ejidatarios y medianos productores, este negocio requería de inversión en tierras, agaves y capital, además de una modernización industrial que no pudo llevarse a cabo. La competencia desleal de la cerveza y un cambio cultural en el consumo de bebidas en el siglo XX originaron que el pulque se olvidara hasta casi desaparecer; mas, en este siglo XXI un nuevo interés lo ha revivido.11

LA VIDA COTIDIANA EN LAS HACIENDAS PULQUERAS

En las haciendas de los Llanos de Apan se desarrollaron estructuras socio-culturales singulares debido a la importante relación que había en torno al cultivo del maguey aguamielero, a su tan celosa producción del pulque y a su venta en el mercado de las ciudades que se remontaba a varios siglos de su historia. En esta región se conformó toda una estructura social basada en la especialización y subordinación de los grupos trabajadores a través de una complicada red de relaciones entre los hacendados, sus administradores y los trabajadores en general. Además, se fomentaron prácticas y costumbres de la vida cotidiana que dieron singularidad a la región, promoviendo un sentido identitario entre la población y de unidad compartida entre las distintas haciendas.

Entre las haciendas que podemos enumerar en la región (ya sea en uso o solo como construcción) se encuentran la de San Antonio Tochac, San Antonio Zotoluca, Santiago Chimalpa, San Antonio de las Alcantarillas, San Vicente Malayerba, San Diego Tlalayote, San Juan Ixtilmaco, San Francisco Ocotepec, Santiago Tetlapayac, San Isidro Tepetlayuca, San Lorenzo, San Rafael Acopinalco, La Laguna, Espejel, San Antonio Coatlaco, Tultengo, Irolo, San Bartolomé de los Tepetates, en los municipios del distrito de Apan; Santa María Tecajete, San Antonio Tochatlaco, Mazatepec, Tepechichilco y Tepa en el distrito de Zempoala; además de las haciendas de estados vecinos como las de San Antonio Xala, San Antonio y San Miguel Ometusco, Axapusco y Hueyapan en los municipios del distrito Otumba, Estado de México; San Bartolomé del Monte, San Cristóbal Zacacalco, San José Zoquiapan, San Nicolás el Grande, Mazapa, Ixtafiayuca y Techalote, en el distrito de Calpulalpan, Tlaxcala; y finalmente Mazaquiahuac, El Rosario y Mimiahuapan en Tlaxco, Tlaxcala.

Las haciendas pulqueras mantuvieron una organización económica propia: una parte de la producción era destinada al mercado y otra para el consumo interno. La división de sus tierras originaba un sector de explotación directa para producción comercial, otra para el autoconsumo y otro sector de reserva, que variaban según la época del año. La extensión media oscilaba entre mil 500 y dos mil hectáreas. Las haciendas también fueron unidades político-administrativas a veces más importantes que los mismos pueblos de la región pues, debido a su situación geográfica, concentraban el control de los medios de subsistencia, aparecían en los mapas y tenían las características de un pueblo con capilla, cementerio, escuela, hospital, oficina de telégrafo, una tienda y la estación de ferrocarril más cercana.

Las relaciones básicas de trabajo en las haciendas eran de dos tipos: la que se establecía con sus trabajadores permanentes o “acasillados” (que consistía en una relación no salarial que incluía el acceso del trabajador a alguna forma de usufructo de la tierra de la finca) y la que se entablaba con los trabajadores estacionales o “semaneros”, con una relación salarial, cuya fuente de trabajadores eran las comunidades campesinas, los ranchos y los minifundios. Además, estaban los trabajadores encargados de recolectar el aguamiel, o “tlachiqueros”, que entregaban la savia del agave y eran pagados en monetario.12

Al igual que la mayoría de las haciendas mexicanas, las haciendas pulqueras contaban con instalaciones permanentes que cumplían un conjunto específico de actividades económicas (agrícolas, pecuarias, extractivas y manufactureras), y otras vinculadas con la reproducción de las relaciones de producción (como la famosa tienda de raya, la cárcel y la capilla). Pero su distinción lo daba el “tinacal” (locución formada por el vocablo castellano tina y la voz náhuatl calli o casa, que significaba “la casa de las tinas”, que hacía referencia al lugar donde se fermentaba el pulque), sitio donde los tlachiqueros entregaban el aguamiel; allí, el mayordomo del tinacal, con sus conocimientos y experiencia lo fermentaba, almacenaba y producía el pulque que salía para su comercialización.13

Una descripción de este tipo de hacienda nos la proporciona el estudioso de la charrería Leovigildo Islas, quien detalla los elementos básicos de la infraestructura de cualquier finca de la región de los Llanos de Apan, que era la materialización espacial de todas las relaciones sociales entre los cientos de empleados y la actividad agropecuaria:

En el casco estaban comprendidas las edificaciones del predio, que consistían en la casa principal del propietario, la del administrador y la de los empleados superiores, el despacho, el tinacal, las trojes, los depósitos para maquinaria y herramientas, las cocheras, el sillero, los cuartos para huéspedes, el alambique, la tienda, la capilla, la escuela, las caballerizas, macheros, corrales, zahúrdas, carrocería, la herrería, etcétera. Todas estas construcciones circundadas por grandes bardas de mampostería o tapias, adosadas a las cuales estaban las habitaciones de los peones, tlachiqueros y otros sirvientes. Al conjunto de estas habitaciones se le llamaba cuartería o calpanería.14

La “calpanería” es una palabra híbrida de las voces nahuas calli, casa, y pan, sobre o lugar, y el sufijo castellano ría, que generalmente indica establecimiento. Su traducción literal sería “lugar donde están las casas”, refiriéndose a la zona habitacional de los peones, que podía estar dentro o fuera de las haciendas. Los peones, al iniciar los trabajos, en las primeras horas de la mañana, más bien de la madrugada, y al terminar sus jornadas, se reunían en el patio principal y entonaban el Alabado, cántico devoto y doliente compuesto o introducido entre los labradores a fines del siglo XVII por el misionero franciscano fray Antonio Margil de Jesús.15 Cuando los tlachiqueros terminaban sus labores en el tinacal, durante las primeras horas de la noche, entonaban a coro y con la mayor sonoridad el Avemaría, oración impregnada de fe que era escuchada con respetuoso silencio por todos los presentes. Otra práctica religiosa usual entre los tlachiqueros era una maniobra llamada “correr las puntas” (distribuir el pulque fermentado), a efectuarse en el tinacal; el que hacía esta operación gritaba con voz potente: “Alabado sea el misterio de la Santísima Trinidad. ¡Ave María Purísima!” Quienes lo escuchaban, incluidos los patrones, se descubrían respetuosamente la cabeza.16

La palabra “tlachiquero” designaba a la persona cuya actividad principal o exclusiva giraba en torno del cultivo del maguey y, más específicamente, al encargado de las últimas etapas: el capado (extracción del corazón de agave), raspado (la continua laceración de la cavidad productora de aguamiel) y la extracción del aguamiel (tlachiquear proviene de la voz nahua tlachiqui que significa raspar). Cada tlachiquero tenía su propio instrumental que eran las castañas, unos recipientes de madera de aproximadamente 25 litros para contener el aguamiel, el acocote, un guaje vacío que servía de aspirador de la savia dentro del maguey, y un raspador metálico para rasgar el interior del corazón del maguey y continuar con la extracción de su savia, así como un burro que cargaba las castañas de aguamiel. Esto formaba propiamente el equipo de propiedad o de arrendamiento del tlachiquero con el cual extraía y transportaba el líquido. Todos los días, al amanecer y al atardecer, realizaba la recolección del aguamiel y se dirigía al tinacal de la hacienda en donde era depositado y era pagado en monetario a destajo.

El tinacal era un cuarto espacioso y bien ventilado en donde existía una hilera de tinas que contenían el pulque en diferentes fases de fermentación, según el periodo del año, el clima, la temperatura y la calidad de aguamieles depositados en él. Entre los instrumentos y utensilios que había en el tinacal se encontraban las tinas de cuero de vaca, donde se elaboraba el pulque, el recipiente medidor o “cubo”, el embudo de cobre, las zarandas para colar de impurezas el aguamiel, el meneador para revolver el pulque, las chalupas (bateas de madera) para despumar la fermentación del pulque, las jícaras para catar el pulque y el banco medidor. A las afueras de este estaban los marcadores de hierro para los magueyes (que indicaban la edad y el estado de explotación de la planta, así como el propietario al que pertenecía), la barreta metálica para el arranque del maguey; la coa metálica de recorte para la poda de las pencas; el quebrador, un cilindro de madera de encino que se utiliza al momento de extracción del corazón de maguey, acción conocida como “capar”; la tajadera o cuchillo de recorte; además de los barriles de madera para el pulque con una capacidad de 250 litros. Todo ese instrumental magueyero y pulquero conservaba tecnología colonial centenaria.17

Los trabajadores del tinacal eran, además del mayordomo (quien dirigía y supervisaba la fermentación del pulque), el guardatandas (quien distribuía la cantidad de magueyes entre los tlachiqueros para raspar), el capitán (quien dirigía a los tlachiqueros), el tinero (encargado de la limpieza de las tinas), el medidor (que recibía el aguamiel y medía el pulque expendido), los valedores (ayudantes en general) y los tlachiqueros. Había además peones llamados magueyeros especializados en la plantación y cultivo del maguey.18

Un aspecto por demás singular era la recomendación que hacían dos hacendados pulqueros porfirianos al momento de la raspa del maguey y de la recolección del aguamiel:

Nunca el tlachiquero ha de dejar de observar el mayor aseo posible en cada uno de los magueyes que forman su tanda. Debe tenerlos siempre bien limpios, barriendo y sacudiendo toda la basura, la tierra, los insectos, las yerbas y cuanto se recoge entre sus pencas, porque se ha observado que en todo tiempo, y particularmente en la estación lluviosa, estas sustancias llegan a penetrar en el receptáculo donde nace la aguamiel, y por su disolución o mezcla en ella le comunican mal sabor y echan a perder el pulque.19

Estos mismos hacendados mencionaban, en el cambio de siglo XIX al XX, que había cinco animales nocivos para el desarrollo del maguey: el gusano rojo o chilocuillin que afecta a las raíces; el gusano blanco o meocuillin que nace en el centro de sus hojas; dos especies de ratones que anidaban en su interior, conocido el primero de ellos como metoro, y el segundo llamado chachahuate; además de otros pequeños mamíferos, uno llamado “oncita” y las tuzas. A veces se tenía que ahuyentar a canes, coyotes, zorrillos, tejones y tlacuaches que bebían en las noches el aguamiel almacenado en los magueyes en raspa. Si eran estos tres últimos animalillos se escogía una noche de luna llena para que su claridad permitiera perseguirlos valiéndose de perros y de palos. Aquí la descripción del suceso:

Es de ver la algaraza que se arma en estas cacerías nocturnas cuando los hombres y los perros llegan a descubrir algún animal entre los magueyes. Comienzan los ladridos, azuzan y vociferan los tlachiqueros, corren todos revueltos por aquí y por allá en pos del cuadrúpedo ladrón hasta que por fin sucumbe a fuerza de golpes y de mordidas en medio de sus triunfantes y alegres perseguidores. Vuelven de nuevo a buscar otra pista llenos de gozo, encuentran al animal y se repite la misma escena anterior. Así continuarán en esta diversión hasta muy entrada la noche, y se retiran después a la finca llevando consigo los cadáveres de los bichos que perecieron en la batalla. Al día siguiente aparecen empajados y pendientes de un hilo en el portalillo del tinacal como trofeos de la victoria, y por decirlo así, para escarmiento de sus compañeros.20

En cuanto a las festividades realizadas en las haciendas, además de la del santo patrono de cada una de ellas, se festejaba el Carnaval, la fiesta de San Isidro Labrador (15 de mayo), la Santa Cruz (3 de mayo) y el “Combate” en el mes de noviembre. La cruz siempre estaba colocada en un sitio preferente o nicho dentro del tinacal, adornada con flores artificiales y otras alegorías religiosas.

Todos los tlachiqueros, de manera espontánea, iban depositando semanalmente una pequeña cantidad de dinero destinada exclusivamente a celebrar de la mejor manera esta conmemoración, para lo cual el mayordomo designaba a un padrino que se encargaba de instalar de la mejor forma posible la nueva cruz (previamente bendecida) y de retirar con respeto la anterior. Este entraba al tinacal seguido de los tlachiqueros, algunos de los cuales entonaban cánticos religiosos, y otros hacían estallar cohetones en el patio de la finca, todo en medio de una profunda devoción, y después, de gran regocijo.21

Durante este festejo se rezaban oraciones y se entonaban cánticos religiosos y “vivas” a la Santa Cruz. Cuando terminaba aquella ceremonia, los nuevos compadres (el mayordomo y el padrino) se abrazaban y todos los presentes aplaudían y lanzaban “vivas”, el padrino entonces distribuía tarjetas conmemorativas del acontecimiento entre las personas principales y abundante dotación de confites corrientes y otras golosinas para los hijos de los trabajadores. Los danzantes ponían un colorido alegre a este festejo religioso:

Con sus vestidos multicolores, de lustrina, penachos de plumas, diademas con espejitos, portando aros de varas adornadas con flores de papel de china, danzaban incesantemente al monótono y chillante son de un destemplado violín.22

Generalmente, esos danzantes se entregaban a tan fatigosa actividad para cumplir alguna “promesa” hecha a la Santa Cruz por motivos de enfermedad u otros contratiempos. Los festejos terminaban con una comida tradicional que el patrón obsequiaba a sus empleados. El Combate era una celebración con motivo del fin de las cosechas y consistía en serie de misas solmenes, danzas y cantos religiosos, fiestas profanas, fuegos artificiales y jaripeos para solaz de los trabajadores a los que se brindaba comida, y para sus niños ropa, dulces y juguetes. Además, las fiestas tradicionales como Semana Santa, Navidad y Día de muertos eran conmemorados por toda la hacienda.23

Toda esta actividad social inmersa en las construcciones de las haciendas pulqueras, con torreones y almenas que asemejaban un pasado medieval (muchas remodeladas al inicio del siglo XX por el arquitecto Antonio Rivas Mercado), se fue extinguiendo al mediar el siglo. Los efectos del reparto agrario y la liberación del trabajador agrícola desestabilizaron las relaciones de producción y comenzaría la lenta desestructuración de estas unidades productivas, cuya etapa final fue la creación de ejidos para los peones de las haciendas y el surgimiento de minifundios de nuevos propietarios. Por este motivo, entre 1940 y 1955 se vivió una etapa crítica en el agro mexicano, pues pasó de un sistema de latifundios a una fragmentación en parcelas y ejidos que sostuvo la economía regional hasta la década de 1960, cuando se transformaría con la creación del complejo industrial de Ciudad Sahagún; tan solo para la construcción del sitio se tuvo que desenraizar por completo a los magueyes y desaparecer la fauna local (liebres o tuzas) para dar cabida a las fábricas en los Llanos de Apan. La absorción de los peones de haciendas al trabajo de la construcción del complejo y eventualmente al sector fabril y de servicios fue un hecho inminente.24

La transformación del uso de suelo de agrícola a industrial y la incorporación paulatina de la fuerza de trabajo al sector de la transformación, incentivó que en la región crecieran sus centros urbanos en detrimento de la antigua explotación agrícola del maguey, que requería tanto de campos extensos como de una forma de cultivo escalonado, con plantaciones de maguey de uno a diez años para mantener una explotación del aguamiel, sin sufrir falta de materia prima. Esto, unido a la larga espera de su maduración (casi una década), propició que los nuevos ejidatarios prefiriesen el cultivo de la cebada y, en menor medida, del maíz, para solventar sus necesidades económicas.

Esto trajo como consecuencia el cambio de la actividad agrícola en el altiplano de Apan: de magueyera a cebadera, que se impuso al mediar el siglo XX y se ha mantenido hasta la fecha, siendo una paradoja que en la antigua altiplanicie pulquera prospere ahora el cultivo de cebada para la industria cervecera en lo que antes fue una zona de magueyes. En la actualidad se conservan solo vestigios de la añeja cultura del maguey, puesto que los nuevos aspectos económicos y comerciales se fueron imponiendo sobre su histórica herencia. No obstante, la importancia y la grandeza del desarrollo productivo de la industria pulquera permeó las actividades cotidianas de la población trabajadora de los Llanos de Apan e, incluso, de los consumidores del producto en las grandes ciudades. A pesar de la irrupción violenta que significó la Revolución Mexicana, y de la imposición de un nuevo régimen sociopolítico, en esta zona de México continuó el saber tradicional de la explotación de las magueyeras para la producción del pulque, y aunque parezca increíble, siguió un cierto apego a la elaboración del producto hasta más allá de la mitad del siglo XX, cuando el porvenir de este negocio se desplomó debido a la mala planificación de los productores, a la mala ejecución de programas federales en apoyo al campo y a la precaria tecnología productiva por parte de los pequeños productores ejidales.

A pesar de todo, la singularidad de la elaboración y venta del pulque, aunque en baja escala, sobrevivió y siguió siendo una forma de garantizar la manutención de gran parte de la población dedicada a las labores del campo en la región de Apan, como en otros lugares de producción pulquera, cuando llegaron las crisis económicas. Todo el universo de estas formas de producción agrícola, convivencia social y expresiones culturales se mantuvo en la memoria de la población de los Llanos de Apan; una cultura tradicional que ha sobrevivido gracias a la tenacidad de las costumbres heredadas por el saber ancestral de la figura mítica del maguey y de su bebida espirituosa que hoy día resurgen para quedarse.

NOTAS

1 Virginia Guedea. La insurgencia en el Departamento del norte, México, UNAM / Instituto Mora, 1996, p. 13.

2 Manuel Payno, Los bandidos de Río Frío, México, Tomo, 2006.

3 Margarita Crispín Castellanos, “El consumo del pulque en la ciudad de México durante el Porfiriato, 1880-1910”, en Cuadernos para la historia de la salud, México, Secretaría de Salud, Dirección General de Recursos Materiales y Servicios Generales/Centro de Documentación Institucional/Departamento de Archivo de concentración, p. 19.

4 Mario Ramírez Rancaño, Ignacio Torres Adalid y la industria pulquera, México, UNAM–Plaza y Valdés, 2000

5 Virginia Guedea, Op. cit., pp. 18-19.

6 Calderón de la Barca, Madame [Frances Erskine Inglis de Calderón de la Barca], La vida en México durante una residencia de dos años en ese país (1839-1842), México, Porrúa, 2003, pp. 131-145.

7 Manuel Payno, Memoria sobre el maguey mexicano y sus diversos productos, México, Imp. Boix, 1864, p. 36.

8 Representación que dirigen a la Legislatura del estado de México los propietarios de las fincas de pulques residentes en la capital de la República, México, Imprenta de García y Torres, 1868.

9 Rodolfo Ramírez Rodríguez, “La importancia de la carga de pulque en los Ferrocarriles Nacionales de México 1890-1930”, Mirada ferroviaria, núm. 35, enero-abril de 2019, pp. 4-16.

10 Ramírez Rancaño, Op. cit., pp. 123-169.

11 Rodolfo Ramírez Rodríguez, La querella por el pulque. Auge y ocaso de una industria mexicana, 1890-1930, México, El Colegio de Michoacán A.C., 2018.

12 Ricardo Rendón Garcini, Dos haciendas pulqueras en Tlaxcala, 1857-1884, Gobierno de Tlaxcala-UIA, 1990.

13 Juan Felipe Leal y Mario Huacuja Rountree, Economía y sistema de haciendas en México. La hacienda pulquera en el cambio. Siglos XVIII, XIX y XX, México, Era, 1984, pp. 96-97.

14 Leovigildo Islas Escárcega, “Apan”, en Artes de México, número especial, Haciendas de México, núm. 79-80, México, 1966, p. 9.

15 Ibid., p. 10

16 Leovigildo Islas Escárcega, “Las haciendas pulqueras”, en Artes de México, Revista-libro, Maguey, num. 51, México, año 2000, p. 49.

17 Pedro e Ignacio Blásquez, Tratado del maguey, Puebla, Imprenta de Narciso Bassols, 1897, pp. 42-47.

18 Islas Escárcega, “Las haciendas pulqueras”, p. 50.

19 Blásquez, Op. cit., p. 24

20 Ibíd., p. 35.

21 Islas Escárcega, “Apan”, p. 11.

22 Ibíd., p. 12.

23 Ibíd., p. 12.

24 Victoria Novelo y Augusto Urteaga, La industria en los magueyales, Trabajo y sindicatos en Ciudad Sahagún, México, Nueva Imagen, 1979, p. 92.

Rodolfo Ramírez Rodríguez
Posgrado de Ciencias en Biodiversidad y Conservación, UAEH
Estancia posdoctoral Conacyt
Domingo, 10 Enero 2021 00:00

Revista Elementos 121

Revista Elementos 121

Ya está en circulación el nuevo número de la revista Elementos - Buap

Aquí el índice y las ligas a su contenido

Revista Nexos / El Puerto Libre de Ángeles Mastretta

Con una dedicación generosa y apasionada, con la duda como su más clara constancia, Arnoldo Kraus nos acerca un libro al que llamó Bitácora de mi pandemia. Lo empezó a escribir el diecinueve de febrero del inaudito 2020.

La bitácora es una brújula, un recuento de lo que pasa por la emoción y el entendimiento de un hombre excepcional, desolado frente al misterio y en busca de alguien con quien resolverlo: ensayistas, escritores de ficción, poetas. A cada tanto un médico.

El doctor Kraus empieza el libro dando cuenta con sencillez de su desconsuelo. Algo fatal estaba sucediendo y no había lucidez que pudiera detenerlo. Si yo hubiera estado mirando sobre su hombro, mientras él escribía los primeros veinte días de su recuento, no habría podido verlo sino como un profeta. Lo tenía todo previsto, sus reflexiones alcanzarían las nuestras muchos meses después de que él las escribiera.

Primero con pasmo y curiosidad, luego con lucidez, Kraus sigue el andar de este mal que nos ha puesto a temer y a, como nunca, darle valor al lujo de estar vivos. Su voz tiene una tristeza cómplice, apela a nuestra compasión y nos compadece. A lo largo del libro se alía con las mejores páginas de muchos de los mejores libros. Imposible resumir este quehacer excepcional; hay que ir leyendo cada entrada a esta bitácora en busca de la propia cosecha. Y darnos una respuesta. Arnoldo acompaña sus cavilaciones con las de otros para dar con su verdad hecha de verdades. Sentencias, anécdotas, reflexiones se traman en el recuento de los largos días sin nombre ni horario que vive el médico, el escritor, en busca de un silencio a veces sobrio y sombrío, otras incandescente. Asombrada con sus hallazgos, con la congruencia de sus preguntas en busca de un espejo, yo no puedo ahora sino robármelo para compartir con ustedes el refugio que regala esta lectura.



*A los ateos nos es difícil explicar muchos eventos. Suele ser más fácil creer que no creer. Para los que no creen, argumentar, en ocasiones, es difícil. Apoyarse en las teorías científicas sobre la génesis de la naturaleza y de la Tierra es necesario. Tampoco es sencillo no trastabillar cuando se confronta la muerte. ¿Y después?, ¿qué sigue? Nada. Nada es un Universo complejo.

*Quienes depositan su fe en Dios o en algunas deidades tienen resuelto un sinnúmero de eventos complicados, incluso la (no) razón del mal.

Mientras sigue los números y las causas de la pandemia Arnoldo se acompaña con la voz de quienes han tenido, en otros tiempos, las mismas dudas. A propósito de la religión cita a Thomas Jefferson (1743-1826): “Los sacerdotes de las diferentes sectas religiosas tienen pavor al avance de la ciencia como las brujas temen la llegada del amanecer y fruncen el ceño cuando el fatal heraldo anuncia el quebrantamiento del engaño en el que viven”. A Emma Goldman (1869-1940): “La filosofía del ateísmo pone de manifiesto la expansión y el crecimiento de la mente humana. La filosofía del teísmo, si podemos llamarla filosofía, es estática e inamovible”. A don Albert Einstein (1879-1955): “No puedo imaginarme a un Dios que recompensa y castiga a los objetos de su creación, cuyos propósitos han sido modelados bajo el suyo propio […] La labor más importante del ser humano es buscar la moralidad en sus actos”. A Daniel C. Dennett (1942): “Lo mejor de decir ‘gracias a la bondad’ en vez de ‘gracias a Dios’ es que realmente hay muchas maneras de saldar nuestra deuda con la bondad, comprometiéndonos a crear más bondad en beneficio de las nuevas generaciones […] Yo prefiero el bien real al bien simbólico”.

Y sigue:

*A lo largo de la historia, las pandemias han sido utilizadas por ministros religiosos para satanizar a la humanidad. Infundir miedo y culpa ha sido una herramienta religiosa. Virus y bacterias, sexo sin tabúes, homosexualidad, falta de fe y amoralidad son cuasiinstrumentos divinos. Respeto a las personas religiosas que respetan a los ateos y a los agnósticos. No respeto a los ministros que aprovechan las pandemias para sembrar temor y culpa.



A quienes honra y lo acompañan, los cita y los regala en cada página. Lo mismo a Galileo que a Giordano Bruno, a Susan Sontag o a Borges. Es generoso, no roba las ideas: da testimonio, convoca.

*Mucho les debemos a tantos personajes que destilaban sabiduría, compromiso y humanidad.

Li Wenliang (1986-2020). Oftalmólogo chino que trabajaba en el Hospital Central de Wuhan. Advirtió, al principio sin éxito, sobre el posible brote de una nueva viremia, hoy conocida como covid-19. El 3 de enero, la policía china lo amonestó por “hacer comentarios falsos en internet”. Fue obligado a firmar un documento en el cual admitía haber “alterado el orden social gravemente” y en donde le ordenaban detener “la propagación de rumores”. Li regresó a trabajar. Murió debido a la infección el 7 de febrero. Tenía 33 años.



La pandemia actual debe llamarse Pandemia por covid-20 Li Wenliang.

*Ante un mundo diferente, las personas cambiarán. Derruidas las certezas y cuestionada la supervivencia de la Tierra, enfrentar con dolor la falta del compañero de trabajo y el departamento vacío del vecino será, quizá, señal de que ya nada será ni debería ser como antes. El libre albedrío no desaparecerá. Su lectura será otra.

Voy citando a Arnoldo porque resulta el mejor modo de contar este libro. Acompaño su certidumbre y sus dudas con las mías y le agradezco que él haya dedicado a pensar los meses más desconcertantes del año pasado. Durante ese tiempo yo no he hecho sino ver los pájaros, la luz del sol, la luna llena, las palabras que aprenden mis nietos, la zozobra como algo irresoluble. En cambio Arnoldo busca y reflexiona.

*Regresar a la humildad, no como sumisión, sino como la “virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento”, es, como receta T. S. Eliot, necesario. Y es, como exige el coronavirus, prudente dotarse de humildad e ir más allá: destejer el tejido contemporáneo, laxo, desteñido, perforado, es necesario.

*La muerte acerca la lejanía. El final de otros, entre más cercanos, es un tanto el nuestro.

*Ni en los anales ni en las revistas médicas hay una entrada donde se considere que el miedo es una pandemia. Esta asociación no existe en la ciencia dura; sin embargo, sí existe en la vida diaria.

El miedo generalizado se hace más patente cuando el estímulo negativo persiste, cuando no se conoce la causa y no se avizora solución a corto o mediano plazo.

* Atesorar y aprender de las enseñanzas provenientes de la desesperación reditúa. El desasosiego, cuando se confronta y se vence, se traduce en crecimiento.

*Desesperación e intranquilidad, palabras clave en la vida de los seres humanos. Experiencias que obligan a pensar. Mirar hacia atrás y mirarse es imprescindible. No hacerlo condena. No hacerlo reproduce fracasos. Fracasos y derrotas como las actuales.

Y tras semejante certeza, agrega:

*La altísima popularidad de AMLO y la fe incondicional de sus seguidores lo convierten, a él y a su equipo, en responsables no de la fatalidad debida a la pandemia, sino de la posibilidad de disminuirla. …nunca en México un presidente había sido escuchado con tanta atención y con tanta esperanza. Esos atributos multiplican la obligación del mandatario y sus asociados. Las palabras pesan, significan. En tiempos oscuros, las palabras acompañan. Eso hacen. Acompañan.

Hay un día específico en que habla pensando en sus hijos y nietos y nos hace pensar en ellos y en los nuestros. ¿Qué les diremos cuando pregunten cómo fue esto? ¿Qué habremos hecho? Si el bien es nuestro dios, ¿habremos hecho el bien?

*El vínculo entre ética y política es absoluto e innegable. El pilar de la política debe ser la ética. No lo es y no lo ha sido. Innumerables conflictos nacionales, comunitarios y mundiales emergen cuando el poder ignora conceptos éticos o morales fundamentales. Algunas o muchas enfermedades del mundo contemporáneo se deben al divorcio, cuasiviudez, entre ética y política. Hay quienes dicen que sólo la ética laica puede salvar a la humanidad. Tienen razón.

Muchas veces, a lo largo del libro concluye: Hay quienes dicen que sólo la ética laica puede salvar a la humanidad. Tienen razón.

*A diferencia de la muerte, los humanos no somos inmortales. Borges tenía razón: sólo los animales son inmortales porque ignoran la muerte.

No sé yo si estar de acuerdo con Borges. Los animales no humanos sí saben de la muerte, al menos la intuyen y sin duda la temen. No la deciden.

*Hoy apresuró el final “mi” enfermo. Lo hizo él. Lo hicieron los suyos. Apropiarse del final es complejo. Nunca se vence a la muerte. La Parca es inmortal. Adelantarse a ella dignifica, enaltece, sublima. Poco importa si la muerte se entera. No permitirle que sea ella quien decida es un gran triunfo para quien se marcha y para quienes se quedan.

Hoy no falleció un enfermo. Falleció la muerte.

El mundo de los vivos y la muerte como su contrapunto han sido siempre un enigma que este hombre tenaz enfrenta todos los días, todos los años de su vida. Por eso Arnoldo Kraus es tan buen compañero de quienes sufren la soledad de los sin dios y al mismo tiempo comparten una fascinada reverencia por la vida. Lecciones de esta bitácora. Hay tal cosa como el futuro y podremos tejerlo con inteligencia y generosidad. Sin miedo. Y ojalá estemos aquí, para verlo. Ojalá.

Áng

Mundo Nuestro. El siguiente texto fue elaborado por el grupo de trabajo Proyecto de Criminología Positiva y BUAP-CA-330 Prevención de la violencia: Educando para una Cultura de Paz a través de la participación social.

BUAP Investigación

Frente a la pandemia la responsabilidad es colectiva / Proyecto Criminología Positiva

Emmanuel Roldán Loyola, Luz Anyela Morales Quintero, Rebeca Romano Patraca, Louise M. Greathouse Amador, Patricia Colín Soto. Proyecto de Criminología Positiva, BUAP-CA-330 Prevención de la violencia: Educando para una Cultura de Paz a través de la participación social.

Criminología Positiva. Somos un grupo de profesionales y académicos comprometidos con la generación y difusión de información y conocimientos sobre Criminología Positiva, con el objetivo de contribuir al desarrollo de sociedades resilientes, compasivas y justas. En el marco de la investigación "Emociones, empatía y violencia", registrada en el padrón de investigadores de la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, se está desarrollando el proyecto "El papel de la criminología positiva en la prevención de la violencia y la delincuencia y el fomento de culturas de paz", a partir del cual se abre esta página de Facebook que tiene como objetivos difundir información sobre la Criminología Positiva, motivar e inspirar la construcción y desarrollo de sociedades justas, seguras y solidarias, el respeto al medio ambiente y a todo ser vivo, así como motivar el bienestar propio como medio de aumento de la calidad de vida.



La imagen puede contener: texto que dice "La Criminología Positiva dentro de SUS objetivos contempla el desarrollo de culturas pacíficas en aras de prevenir el delito, siguiendo la línea de que la paz no solo es la ausencia de violencia, sino que para poder alcanzarla se equiere ir más allá, promoviendo el respeto hacia las personas, el bienestar individual y social, la cooperación, la tolerancia, la felicidad. el amor, la compasión, la empatía, entre otros. F. ONU. (2020) nternacional Recuperado de e"

Así explica el Proyecto Criminología Positiva el propósito de su trabajo de investigación. La imagen la toman del portal de la ONU sobre el Día Internacional de la Paz.

¡Querido lector!

Hace nueve meses aproximadamente nos enteramos del primer caso de coronavirus en México y hasta ese momento no sabíamos y no dimensionábamos lo que significaría esta pandemia.

El rápido incremento de los casos y las medidas que se implementaron para tratar de disminuir su crecimiento exponencial, produjo que muchos de nosotros nos aisláramos para cuidarnos, pero también para cuidar de los demás. Pensamos que el aislamiento iba a ser temporal, que quizá duraría uno o dos meses, pero nuestro aislamiento se ha prolongado más tiempo del estipulado.

Pronto, se vinieron tiempos complicados en los que cada vez es más común enterarse o experimentar algún caso de coronavirus próximo a nuestro círculo social; algunas empresas se han visto obligadas a reducir sus actividades y con ello a su personal; y los efectos en la salud mental y en nuestro comportamiento no se han hecho esperar. Estos efectos varían en función de diferentes factores, por ejemplo, la edad, los espacios, la violencia en el hogar, el desempleo, etc. Por ejemplo, los niños y niñas cuya principal fuente de socialización está en el contexto escolar, experimentan la pandemia de una manera diferente a la que lo hacen adultos mayores, o los padres y madres que deben continuar con sus trabajos además de apoyar a sus hijos en las actividades escolares en línea, ocuparse de las tareas domésticas, etc. También se experimentan diferentes efectos en función de los espacios en los que se vive, que van desde los muy reducidos, con poca luz y acceso limitado a parques y zonas verdes, hasta los más cómodos, luminosos y con disponibilidad de áreas para realizar actividades al aire libre



Así, conforme los contagios avanzan, se hace cada vez más evidente la necesidad de ser más responsables, empáticos y solidarios, y de rescatar el significado de hacer comunidad. Y es que hacer comunidad, no solo es identificarse con algún grupo de personas y compartir con ellos, sino que también implica preocuparse y ser empáticos con ellos, pues lo que le pasa a una persona afecta a las demás.

Desde la Criminología Positiva, un enfoque de la prevención de la violencia y de la delincuencia que enfatiza los factores y experiencias positivas que llevan a fortalecer la justicia y la paz, se han venido estudiando los efectos de programas como el de Comunidades que cuidan (Communities that care) que buscan hacer consciencia sobre cómo los problemas de una persona que pertenece a la comunidad, afecta a todos, no exclusivamente a una familia o a un individuo. El mensaje de este tipo de programas es claro, y es que, para poder prevenir problemas sociales, la tarea es de todos los miembros de la comunidad. Este programa, es solo un ejemplo que nos da esperanza sobre el poder que tiene una comunidad que trabaja unida para lograr ciertos objetivos.

Si bien es cierto que nos encontramos en una situación distinta y nueva para nuestras generaciones, es imperante resaltar que la pandemia nos ha recordado que hacer comunidad, no solo implica el cuidarnos a nosotros mismos para cuidar a los demás, sino también el hecho de que, cuidando a otros, nos cuidamos a nosotros mismos.



La pandemia nos ha dejado claro que la forma más efectiva de cuidarnos y cuidar a los demás es quedándonos en casa, guardando distancia y utilizando las medidas sanitarias de lavado de manos frecuente y el uso de gel. Sin embargo, quedarse en casa no es posible para gran parte de la población, en un país como el nuestro en el que una gran parte de la población vive en pobreza. Así mismo, la pandemia ha hecho aún más evidente la diferencia de oportunidades y de acceso a atención, por ejemplo, en el ámbito de la salud, entre ricos y pobres.

Se han visto muestras de solidaridad en la apertura de comedores donde se ofrece comida gratuita, o de lugares para pasar la noche en tiempo de invierno, por ejemplo, o en el respeto de las medidas sanitarias no solo para el bienestar propio, sino también para proteger a nuestros cercanos y a los desconocidos; pero estos esfuerzos siguen siendo parciales. Vivimos una situación de incertidumbre y de mensajes contradictorios, en la que por un lado se nos dicen las medidas sanitarias que mejor han funcionado, pero por otro lado algunos líderes políticos –admirados por muchos ciudadanos- muestran públicamente su desacuerdo con estas medidas, con lo cual se debilita la respuesta comunitaria de auto-cuidado y cuidado de otros.

Estos tiempos realmente están siendo difíciles para todos, por ello demandan que actuemos con mayor cautela, con mayor cuidado propio y para otros. Los líderes sociales, económicos, políticos, académicos, tienen una gran responsabilidad. Lo quieran o no, son ejemplo para otros, es momento de que fortalezcan su imagen y sus acciones solidarias, empáticas y compasivas. En particular, las personas que pueden tomar decisiones que afectan a las mayorías, tienen la oportunidad de ser reconocidos y recordados por el liderazgo positivo que puede llevar a salvar vidas y mejorar las condiciones de vida de los miembros de sus comunidades y ciudades.

Cada uno de nosotros, como ciudadanos, tenemos también la oportunidad de apoyarnos en todo lo que sea posible, de fortalecer nuestros círculos de apoyo, de generar y fomentar nuevos lazos con otros. Siendo conscientes de las necesidades propias y de los demás, podemos ofrecer escucha, ayuda, compañía, consuelo, comprensión, compasión… tan necesarias en estos días. No solo se necesitan recursos materiales, es el momento de ofrecer también humanidad, en todo el sentido de la palabra. La discriminación, la diferencia, el odio no ofrecen alternativas ni soluciones, solo recrudecen y endurecen las dificultades que de por sí tenemos en esta situación. Por el contrario, la actitud positiva de comprensión y ofrecimiento de alternativas para contribuir al bienestar de todos no solo tiene efectos sobre las personas que las reciben, sino directamente en nosotros mismos; no hay nada que pueda darnos más satisfacción que el ayudar a otros y ser conscientes del efecto positivo que podemos tener en ellos, con todas las consecuencias que esto conlleva en nosotros –desde el fortalecimiento de nuestro sistema inmunológico hasta la posibilidad de contar con más personas cercanas y dispuestas a ayudarnos-.

Finalmente, queremos dar las gracias y reconocer la valentía que han tenido muchas personas en estos tiempos, en particular a todos los que trabajan en los sectores de salud y de limpieza. No es momento de discriminar o de dar cabida al miedo, sino más bien, de reconocer a los héroes que día a día enfrentan esta difícil situación, y que con su vocación de ayuda y amor a su trabajo contribuyen a la prevención y a la atención de todas aquellas personas y familias aquejadas directa o indirectamente por la pandemia.

Tenemos una responsabilidad individual, pero también colectiva para cuidarnos, cuidar de otros, sobrevivir y, en lo posible, aprender de esta difícil situación para salir fortalecidos, para tener esperanza en un mundo mejor y ser parte de la construcción de paz desde diferentes ámbitos.

¡Saldremos de esto, y la mejor forma de hacerlo es juntos!

Les deseamos lo mejor en este fin de año y confiamos en que el 2021 será un año lleno de esperanza, con mejores condiciones de salud y de paz para todo el mundo.

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