La historia de la mayólica en Puebla

Emma Yanes Rizo, historiadora y ceramista, Doctora en Historia del Arte por la UNAM con una investigación sobre la producción de mayólica en los siglos XVI y XVII en nuestra ciudad. Los hallazgos en la Casa del Mendrugo ha sido parte de su estudio. Ella ha formado parte del equipo de especialistas que han ayudado en el complejo proceso de rescate de esta casona que arrancó, para fortuna de todos, en la primavera de 2013 su carrera como nuevo centro cultural en Puebla. La ilustración de este salsero con la figura que representa a esta nueva Casa del Mendrugo fue elaborada por Jessica Lara M. En Mundo Nuestro se han publicado varias de las piezas recuperadas en la casona, junto con las cédulas elaboradas por la Doctora Yanes.



La historia de la mayólica en Puebla

Hasta hace poco tiempo, se desconocía la mayólica o “talavera” producida en Puebla de mediados del siglo XVI a mediados del siglo XVII. Los hallazgos de tiestos de cerámica colonial de la Casa del Mendrugo y la reconstrucción completa de algunas de las piezas, que se exhibirán en una de las salas de este nuevo centro cultural, nos permiten admirar al menos en parte esa producción y su posterior evolución, como un arte distintivo de la ciudad de Puebla, símbolo de identidad regional. En sus orígenes ésta técnica dotó, básicamente a los españoles de la ciudad, de un modesto servicio de mesa: platos, escudillas, jarras y especieros, con iniciales y monogramas o una ornamentación de trazos rápidos a pincel. Después, ya en el siglo XVII, derivó en formas más delicadas y complejas, como jícaras chocolateras, finos bernegales o platos polícromos cuidadosamente decorados bajo la influencia de la loza italiana.

La colección ofrece una lectura múltiple, donde se fusionan las técnicas, formas y ornamentación de Talavera de la Reina, Sevilla y Génova, con los diseños orientales y aquéllos propios de los loceros poblanos.

Una sencilla y bella pieza, un especiero del siglo XVI, es el símbolo de esta Casa del Mendrugo porque representa la búsqueda de las especias más allá de los mares, que como sabemos, condujo al descubrimiento de América. Es también un ejemplo del gusto novohispano por la loza fina en las costumbres de mesa. Un pez delineado a pincel nos remite a aquéllos que cruzaron el océano para encontrarse con un nuevo mundo, pero también a los ríos que rodeaban a la ciudad de Puebla y quizás a algún evento litúrgico en esta casa que un tiempo fuera de los jesuitas.



Martes, 05 Abril 2016 00:00

Una ráfaga de viento

Mundo Nuestro. La vida de una pareja no termina con la muerte de la mujer amada, con la ausencia del hombre que se ha ido. El dolor lo enfrentamos con la memoria. Así, poco a poco, construimos un territorio nuevo en el que la figura ausente resplandece.

Dick Keis, académico estadounidense, ha iniciado esta crónica de viaje (Moving on, diario de mi tiempo y mis viajes en Francia y México http://dick-keis.blogspot.mx/) en homenaje a Marie su esposa, quien muriera a principios del 2011. Marie fue una artista plástica francesa que en Oaxaca logró plasmar la complejidad de la belleza de una sociedad mexicana desigual, injusta, contradictoria. Ella no pudo terminar su libro Faces and Stories: a Sketchbook Journey in México (Rostros e Historias: bocetos de un viaje a México). Ahora Dick lo reconstruye con una narración que es al mismo tiempo memoria amorosa de la vida de una pareja y recorrido por un país visto y valorado desde la perspectiva plástica y la sensibilidad social de esta artista gráfica. Reproducimos aquí, con permiso de su autor, la entrada Una ráfaga de viento, en la que explica la forma en que Marie trabajaba y nos regala la riqueza espiritual de su vida.



Marie

“Quiero sentirlo todo, capturarlo todo”



El 9 De enero fue el segundo aniversario de la partida de Marie. Tengo la fortuna de estar en Oaxaca, uno de sus lugares favoritos, trabajando en un libro sobre su vida y sus dibujos. Pocos minutos antes de su muerte le prometí que haría algo con sus cuadernos de dibujo. Creo que es una de las cosas que le permitieron irse. No ha sido un camino fácil para mí, y mi progreso ha sido muy lento. Pero Oaxaca es el lugar para escribir. Es el lugar donde Marie realizó la mayoría de sus bocetos de México. Así que para esta entrada del blog he decidido compartir un poco de lo que he escrito hasta ahora, nada acabado o pulido, es un trabajo en progreso. Como los bocetos de Marie, estos fragmentos no los escribo con la intención de publicarlos. Son los recuerdos, la influencia de los momentos que compartimos juntos. Son mis dibujos verbales, así como sus dibujos fueron su diario visual.

El título de este libro es: Una ráfaga de viento. En febrero pasado recibí un correo electrónico destinado a Marie en mi cuenta. Fue escrito en inglés por Ana, una joven mujer mixe a quien Marie había bosquejado en el zócalo de Oaxaca en el año 2002.



Retrato de Ana lado izquierdo

Ella escribió que se había encontrado el bosquejo que Marie había hecho de ella, y quería volver a verla. Cuando respondí que Marie había fallecido, ella me escribió un largo correo electrónico expresando su pesar por no haber escrito antes. Ella dijo, "Dick, siento mucho lo ocurrido. Es una verdadera pena, y en ocasiones así, uno se pregunta, ‘¿por qué esperé tanto tiempo?’ Pero también así te das cuenta de que alguien ha sido muy importante para ti, aunque pasó por tu vida como una ráfaga de viento, como ha ocurrido conmigo."

Ana no era la única persona que Marie había tocado en la intimidad con su dibujo. Marie era una "ráfaga de viento", y las vidas que ella tocó están para atestiguarlo.

Las siguientes palabras las he tomado del prefacio que Marie escribió para su propuesta de libro:

"Dibujar mientras se viaja es como tener un pasaporte de algún tipo. Estar ahí con tu cuaderno y un lápiz, bosquejando lo que ve y se siente le da algunos tipo de "raison d'être" donde quiera que estés. El dibujo te da la oportunidad de comunicarte con la gente por un rato, para escuchar sus palabras. En otras palabras, el dibujo te permite viajar de otra manera, y detrás de cada página de un libro con bocetos, detrás de cada rostro, hay historias… Confío en que lo que no pueden transmitir las palabras, lo harán los dibujos. Las palabras pueden tergiversarse y traicionar el significado y la verdad. Estos dibujos no. Son tan francas como la verdad desnuda, como el movimiento de la mano que obedientemente apunta lo que el ojo percibe."

ProOax-Collage de Toledo

En 2002, la empresa McDonald's comenzó los procedimientos para abrir una franquicia en el zócalo de la ciudad de Oaxaca, uno de los sitios de patrimonio de la humanidad determinados por la UNESCO. Oaxaca es el estado con el mayor porcentaje de población indígena en México y es conocido por sus fuertes lazos con sus raíces prehispánicas y sus tradiciones, y una de ellas está en su cocina. La respuesta de Oaxaca se dio en un espontáneo movimiento ciudadano, liderado por una organización comunitaria, ProOax (Patronato Pro Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de Oaxaca), y encabezado por el artista oaxaqueño y activista, Francisco Toledo. El propósito de este grupo era proteger el rico patrimonio cultural de Oaxaca. El grupo organizó una tamaliza (una fiesta donde se comen tamales) frente el sitio seleccionado para ser el futuro de McDonald. Se recolectaron más de 10 mil firmas en oposición a la apertura de un McDonald's en el zócalo. El resultado final fue el rechazo de la solicitud y una victoria para ProOax.

El 21 de diciembre de 2002, Marie encontró un artículo en el diario mexicano La Jornada, acerca de la victoria de ProOax. Ella recortó el artículo y pegó una parte en su cuaderno de bocetos. Ella escribió, "Una prueba de que la gente puede vencer a la invasión cultural." Más tarde, ese mismo día, ella trabajó con el graffiti pintado en la pared roja. Las palabras le eran ajenas, tal vez estaban en zapoteco, mixe o en otra lengua indígena. Ella comentó, "Esa pared de terracota roja tiene una calidad dramática que se adapta a la lucha de Toledo, y quiero creer que de alguna manera está conectada con lo que acaba de ocurrir, ¡a pesar de que no vea las palabras "McDonald" o imperialismo!”

Todavía recuerdo la primera vez que fui a Francia con Marie en 1978. Quedé muy impresionado por la protección de la cultura culinaria de los franceses. Ella me dijo enfáticamente "McDonald's nunca pondrá los pies en Francia, nunca!" Sin embargo, a pesar de la lucha que muchos franceses han dado, con toda seguridad McDonalds ahora está firmemente establecida en varias ciudades francesas.

Francisco Toledo y el collage sobre el IAGO

Marie se encontró con otro artículo sobre Toledo y el IAGO (Instituto de Artes gráficas de Oaxaca), un centro cultural Iniciado por Toledo para volver el arte y el conocimiento accesibles para todos, no sólo para los privilegiados. Esta idea embonaba perfectamente con la filosofía de Marie, quien pensaba que todos somos artistas, con una pequeña "a". Voilá! Otro collage, lleno con los saludos mañaneros de los loros en un patio tropical.

Cuando estuve en Oaxaca la primavera pasada, intenté contactar a Toledo para darle copias de los collages que Marie había hecho, pero no tuve suerte. Pero hace unos días lo vi en el mercado de La Merced, y decidí acercarme para preguntarle cómo podría darle los bocetos. Él escuchó amablemente mi propuesta y me dijo cómo podría hacerlo.

Esta charla breve con Toledo me recordó que él y Marie tienen mucho en común. Además de ser muy dotados como artistas gráficos e impresores, también comparten una conciencia social que es parte integral de su ser. Oaxaca inspiró siempre a Marie. Al igual que Toledo, ella amaba la cultura indígena, la sencillez de su gente, su creatividad y su fuerza en la defensa contra las innumerables injusticias que enfrentan como pueblos indígenas. La desigualdad que vio en las calles y la relación personal única que logró con las personas a las que dibujó le permitieron a menudo ir más allá de la mera captura del momento; sus bocetos tienen una postura política que ella asumió profundamente. La política es parte de su estética.

Poema en lengua indígena

El collage de arriba incluye un poema de un periódico que encontró en el suelo el día en que ella salía a realizar bosquejos. El título es: Las Lenguas Indígenas Van Muriendo. Ella escribió en la periferia de la página sobre las injusticias que vio esa mañana, y la incongruencia de los turistas pasaban frente a seis mujeres indígenas sentadas y agotadas. Ella escribe: "¿Donde duermen? Se puede ver la realidad de su sufrimiento en sus ojos".

Visitamos Oaxaca otra vez en 2009, sin saber que sería la última visita que Marie haría a la ciudad que amaba. El levantamiento popular en 2006 provocó que ella cancelara el taller previsto para ese año. Lo hizo en solidaridad con el movimiento, ya que no le pareció adecuado traer un grupo en medio del conflicto social. Cuando llegamos en 2009, las huellas de la lucha eran evidentes en todas partes. Los graffitis políticos cubrían muchos muros en el Centro Histórico. Aunque las cosas parecían esta en relativa calma, el movimiento estaba todavía vivo y activo. Habían pasado cuatro años desde que Marie había estado por última vez en Oaxaca.

Este bosquejo es una de sus impresiones de la ciudad tras el alzamiento. Cuando ella lo realizaba, un hombre se acercó y se sentó junto a ella. Su nombre era Antonio (dibujo de la izquierda de la página), y empezaron a hablar. Mientras conversaban, Marie vio a una familia zapoteca sentada en la acera, cerca de ellos. Los dos niños tenían sus cuadernos abiertos y hacían su tarea. Como a menudo ocurría, tuvieron curiosidad por ver lo que ella estaba haciendo. Se acercaron y se sentaron junto a Antonio. Cuando vieron el bosquejo de Marie, le preguntaron si ella podría dibujar en sus cuadernos, y ella lo hizo. Cuando Marie se levantó para ir a almorzar conmigo, decidió pedirle a la madre de los niños si le permitía dibujarla. ¡La mujer aceptó! Arriba del retrato Marie copió unas palabras escritas en alguna de las paredes: " Morelos aguanta, Oaxaca se levanta”.

El bosquejo de arriba se realizó en noviembre de 2004, un día después de la muerte de Yassar Arafat. Marie estaba en Oaxaca en ese tiempo, y entendió su muerte en el contexto global de la lucha y agitación social. Debajo de la imagen del Zapatista escribió: "En Oaxaca o en cualquier lugar del mundo, aquí o allá, la misma dualidad existe, riqueza y pobreza, guerra y paz, belleza y fealdad, ¡y en todas partes iglesias y desigualdades sociales!”

Para Marie dibujar era capturar el momento en un contexto social y político. La yuxtaposición de la belleza y la fealdad, la riqueza y la pobreza, era parte de su observación, su percepción del momento. No podía ser ignorarlos ni separarlos. Un artículo en un periódico a menudo lo convertía en una amalgama con una imagen que parecía no tener relación con el evento. El bosquejo hecho aquí durante la guerra en Irak, combina el retrato de Luz María, una mujerindígena, joven, hermosa, con un poema de José Angel Leyva titulado, Su nombre es Bagdad.

En este poema un joven pregunta a su padre: “¿Las bombas disminuyen el color del sol?, ¿le quitan a la gente su sombra? ¿Desvanece la guerra el color del corazón, o solo seca la sangre de la gente? Papá, ¿cómo matan las sonrisas? ¿Cómo le llamas a estas voces que desde tan lejos dan la orden de estallar el mundo?”

Los mexicanos estaban muy bien informados de la guerra en Irak. No sólo la gente con estudios, también el hombre y la mujer en la calle estaban conscientes de lo que ocurría allá y se alarmaban por las lesiones y las muertes causadas por los misiles y bombas de los estadounidenses.

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Otro dibujo que mostró esta yuxtaposición fue el retrato de Señora Estela, una vendedora de pan en un mercado de Oaxaca. Con anterioridad Marie le había propuesto dibujarla, pero ella se había negado. Marie decidió intentarlo una vez más, y para su sorpresa, la Señora Estela aceptó. Como Marie anotó en la parte inferior del boceto, "¡incluso posó!" Y una vez más las noticias del día, el 23 de diciembre de 2002, se reflejan en su "captura del momento". Palabras como CIA, Saddam Hussein, ataque, y Estados Unidos envuelven el rostro de la panadera.

Los bocetos que he compartido aquí son sólo algunos de los muchos con los que tengo la fortuna de trabajar. Como he propuesto, espero que mis palabras no tergiversen ni traicionen los bocetos de Marie. Espero que los complementen con el esbozo de un panorama más amplio; el conjunto es mayor que las partes. Ella me ha dejado un tesoro de imágenes que ofrecen la verdad desnuda. Quiero que mis palabras logren lo mismo. Los bocetos de Marie lo merecen. Este libro será un collage de palabras e imágenes, como los bocetos de Marie.

Sus palabras, mis palabras, nuestras imágenes, todo ello combinado para contar nuestra historia.

Martes, 05 Abril 2016 00:00

Para mirar mejor a México

Mundo Nuestro. No es fácil mirar a México. Cuántos países se contienen en él. Y tan aislados. Ciudades y pueblos, todo conectado por el pavimento. El mundo urbano vive en su encierro. El mundo campesino sobrevive cercado por las montañas y los desiertos. Y mientras, vamos y venimos por carreteras que son fronteras que no cruzamos. El paisaje se paraliza en una postal. Así, difícilmente vemos a México.

A menos que vayas en bicicleta. Desde la ciudad de Puebla, y por caminos rurales, hasta el albergue El Refugio a 4,260 metros de altura. Y que tu primer destino sea llegar a la cumbre del Pico de Orizaba, cerca de los 5,700 metros. Y que bajes después, en un solo tranco de cinco horas, 3.8 kilómetros de bicicleta desenfrenada. Y que duermas en un maizal. Y que en tres días recorras 100 kilómetros de brechas por barrancos insondables hasta llegar al río Antigua. Y que ahí regales las bicis a los lugareños y trepes a un bote inflable río abajo hasta llegar cuatro días después al mar veracruzano.



Cuatro norteamericanos capacitados para el deporte extremo. Gringos, les decimos. Ellos lo hicieron. En bicicleta, en escalada, en kayacs. 360 kilómetros en dos semanas. Solos. Sin guía. Sin el menor asomo de miedo por el México profundo.

Con la fuerza de sus piernas en los pedales, con sus manos como garras en los ramos.

Cuerpos extremos para conocer mejor a México.

Para mirar mejor a México



El alucinante viaje a la playa de cuatro deportistas extremos

Por Luc Mehl y Steve Fassbinder



Desde la frontera extrema

En enero de 1989, cuando tenía 11 años, la temperatura llegó a -60 º C. Me encanta Alaska, sus montañas agrestes y sin límites, ¡pero enero es un buen momento para las vacaciones!

La idea de viajar a México se me ocurrió después de completar la travesía de las dos montañas más altas de América del Norte: Denali, en Alaska, y el Monte Logan, en Canadá. La tercera montaña más alta, el Pico de Orizaba, era el paso lógico.

El estilo de estas travesías es el de viajar por nuestros propios medios, ´la tracción humana’: llevar nuestras provisiones y movernos tan rápidamente como sea posible. La travesía del Denali (320 km) requiere 25 días; y 30 días la de Monte Logan (600 km). Al Pico de Orizaba se puede acceder por carretera, pero queríamos “alcanzarlo” con nuestro propio esfuerzo. Planeamos ir en bicicleta 130 kilómetros hasta su falda; después de treparlo, bajar otros cien kilómetros en bici hasta el río Antigua; y de ahí, otros 130 kilómetros hasta el mar en Veracruz.

Yo soy Luc Mehl, tengo 34 años y soy profesor de Ciencias Ambientales en la Alaska Pacific University-

Tres amigos se sumaron al viaje: Steve Doom Fassbinder, de 38 años, trabaja en Alpacka Raft, la empresa que elabora los kayacs; Jim Harris, fotógrafo profesional de deporte extremo, de Salt Lake City, y Todd Tumolo, de 27 años, de Anchorage, guía de montaña en la la Alaska Mountaineering School.

“Cuando recibí la invitación de Luc Mehl para unir fuerzas en un viaje al centro de México en una travesía al Pico de Orizaba (5,636 metros sobre el nivel del mar) y al mar de Veracruz en bicicletas baratas, a pie y en kayacs inflables, mi respuesta rotunda fue: ¡Sí! La propuesta básica era: comprar bicis de bajo costo --no más de cien dólares-- en Puebla. Cargar veinte kilos con el equipo indispensable, crampones, piolets, kayacs. Y la regalía de las aguas bravas. Iríamos en bici varios días hasta el albergue a 4,260 metro sobre el nivel del mar. De ahí escalaríamos hasta la cima del glaciar del Pico, el tercero más alto en América del Norte. Después, durante algunos días, de nuevo en bici, bajaríamos por las cañadas hasta alcanzar en el río Antigua, el cañón Barranca Grande; ahí dejaríamos las bicis, inflaríamos los botes y a lo largo de cuatro días de remo saldríamos al Golfo de México.” (Steve Fassbinder)

Todos sabíamos que salir en bicicleta a través de la ciudad de México sería la parte más peligrosa de nuestro viaje, así que mejor cogimos el autobús directo a Puebla. No es un ciudad pequeña (la población del área metropolitana es de tres millones), pero como teníamos un contacto en Cholula yo estaba seguro de que podríamos encontrar bicicletas y la rutas para atravesarla. Nuestra amiga, la profesora Gabriela Ruiz Guevara, fue una ayuda increíble. Ella nos recogió en la estación de autobuses y nos llevó a las tiendas de bicicletas. No esperábamos una hospitalidad así, pero pronto entendimos que la generosidad nos esperaba en México.

El altiplano en bici, a la vista el Pico

En Cholula compramos las bicicletas más baratas que encontramos, a 1200 pesos, y pasamos la tarde ajustando nuestros equipo y aparejos. Cada uno de nosotros cargaría 20 kilogramos de equipo. Nuestros botes inflables (de tres kilos) fueron atados al manillar de la bicicleta; piolets, crampones, ropa de abrigo se montaron en su cuadro. Para salvar peso dejé el sleeping bag y la almohada, lo que claramente demostró ser un error.

Salimos de Cholula temprano en la mañana para evitar el tráfico. Ir en bicicleta por la ciudad fue una locura. Lo único que me acuerdo es que un pedal de la bici de Jim golpeó una camioneta cuando se cambió de carril en una avenida. Yo estaba ansioso por llegar al campo.

Con largos días sobre las bicis hicimos grandes progresos. Algunas secciones de la carretera tenían los acotamientos muy estrechos, pero tomamos las docenas de perros muertos como prueba de que sería más seguro pedalear por ellos.

“Cuando viajo en bici siempre me gusta acampar en la cima de un paso, si es posible. Así, normalmente, lo bueno supera a lo malo. Al amanecer ves el sol, al atardecer lo ves irse. Puedes mirar cuesta abajo y mirar lejos, y puedes empezar el día con el pie derecho… En contra de esta perspectiva, los fuertes vientos y las mañanas frías. Pero descubrí un punto negativo inesperado en México, por lo menos en esta ruta: ¡el tráfico nocturno en la carretera, con los camioneros que frenan con el motor y usan el claxon sin el menor escrúpulo! Tengo el sueño pesado, pero las noches fueron largas.” (Steve Fassbinder)

La escalada

En Tlachichuca, a unos 100 kilómetros de la ciudad de Puebla, muy cerca ya de El Pico de Orizaba, compramos suministros para acampar. Y cuando se terminó el pavimento, empujamos las bicicletas. El tiempo era perfecto y fue muy gratificante empezar a subir la falda de la montaña, elevarse por encima de los campos y ver las aldeas que habíamos dejado atrás.

“Empujamos nuestras bicicletas en la luz mortecina, sacando el máximo provecho de tiempo en nuestro lento avance. Listos para simplemente dejarnos caer en cualquier lugar del bosque y ahí fue cuando conocimos a estas jóvenes doctoras. Tuvimos una pequeña fiesta. Al parecer, les cayeron bien unos montañistas realmente sucios, cansados, y barbudos llegados desde Alaska. Vaya usted a saber… afortunadamente, sólo quedaba una cerveza, que los cuatro compartimos.” Este enlace dice todo http ://vimeo.com/58764997 (Steve Fassbinder)

Piedra Grande, el refugio alpino a los 4260 metros sobre el nivel del mar, estaba vacío cuando llegamos; ahí pasamos un día para aclimatarnos, ordenar equipos, arreglar las bicicletas y explorar los alrededores. Al día siguiente partimos del albergue a las 4 de la mañana, alcanzamos el glaciar antes del amanecer y descubrimos al sol esperándonos en la cumbre. Como no llevábamos botas de escalada, atamos los crampones a los tenis y utilizamos cubre botas hechos con chamarras de niño usadas.

La vista desde la cumbre fue impresionante, sobre todo por el contraste entre el árido campo al oeste y los cañones de exuberante selva al este.

Amigos en la cima

Esfuerzo coronado

“Cuando íbamos a descender aparecieron ellos, unos niños en un grupo nada tradicional de escaladores. Y sus cámaras, que nos hicieron sentir mejor con nuestras cámaras gringas. Y su vestimenta, nada convencional para la montaña. Treparon a la cumbre por la menos utilizada ruta del suroeste. Era un grupo de veteranos y jóvenes, flacos y gordos, ¡todos extasiados por haber alcanzado la cima juntos! Qué colección de montañeros sin pretensiones con la que compartimos la cumbre. Tanto como quería continuar en mi viaje hacia el mar, me hubiera gustado seguir hasta el corazón de la patria mexicana a este grupo, y averiguar cómo había llegado hasta el Pico que ha dado sombra desde siempre a sus vidas.” (Steve Fassbinder)

En caída libre al río

Después de relajarnos en la cumbre regresamos al albergue, empacamos nuestras bicicletas, y comenzamos el descenso más increíble de nuestras vidas. No estábamos seguros de lo que nos esperaba. Yo había elegido una ruta basado en mediocres imágenes satelitales, y no sabíamos qué tan empinadas estarían las carreteras y si las bicicletas aguantarían.

Las brechas eran sensacionales. Volamos hacia abajo, levantando "colas de gallo" de polvo. Los primeros pueblitos que pasamos eran increíbles, a diferencia de lo que habíamos visto en el lado oeste. Los niños, con rostros tan sucios como los nuestros, corrían a nosotros como el agua de los campos y las casas.

Nos detuvimos con frecuencia para apretar tornillos y renovar los frenos, pero aun así, bajamos 3,800 metros en un día. Todd, nuestro ciclista menos experimentado, manejó con abandono imprudente, pues claramente no entendió qué tan cerca estaban las bicicletas de una falla catastrófica, y que una caída a esas velocidades significaría equipo roto, o peor aún, huesos.

“El día era joven, así que empacamos nuestros equipos y agarramos camino. Yo esperaba que este descenso en bicicleta estuviera en el escalón más alto de los descensos históricos, pero mis estimaciones se quedaron cortas. A las 2 de la tarde abandonamos el albergue y empezamos a bajar 2,400 metros de brechas mexicanas en las siguientes cinco horas. Al final del día, ya en la penumbra, acampamos en un maizal a la orilla de un abismo en la más grande bajada que alguna vez pudiera imaginar. Alrededor de cuatro mil metros de descenso en un solo día. Lo más chistoso fue que al día siguiente despertamos para bajar otros ochocientos metros en caída vertical. Todo esto tuvo un precio, como todas las buenas montañas lo cobran: ¿cuántas pastillas de frenos? Ayudó la creatividad mecánica, pero al final todos estábamos desconcertados por el hecho de que las bicicletas siguieran rodando.” (Steve Fassbinder)

Los días siguientes no fueron tan fáciles: cruzamos tres cañones tremendos, con bajadas emocionantes seguidas de subidas brutales. La amplitud de estas gargantas era nueva y exótica para mí. Las paredes estaban cubiertas de plantas con hojas verdes que nunca había visto o imaginado.

Descanso

“El viaje desde el Refugio hasta la Barranca Grande, en el río Antigua, nos llevó tres días. Hablo por todos al decir que estábamos sorprendidos de que no tuviéramos un percance mecánico mayor, como un cuadro o una clavícula rotos, por ejemplo. El descenso inicial fue increíble, mis ojos literalmente se quemaban de lo rápido que bajábamos, y por tanto tiempo.” (Steve Fassbinder)

Barranca Grande

Llegamos a Rio Antigua emocionados por el agua clara y limpia. Regalamos las bicicletas a unas confundidas pero agradecidas personas, y compramos algunos suministros críticos: cerveza y jabón de baño. La cerveza era cerveza, pero el jabón de baño resultó ser jabón de lavandería, pero aun así eliminó la semana de polvo y sudor de nuestros cuerpos.

Resistencia de las bicis hasta el final

A la mañana siguiente inflamos los botes y comenzamos el recorrido de 130 km al mar. El primer día fue en el impresionante cañón Barranca Grande. Las paredes del cañón eran exuberantes con afloramientos de rocas escarpadas y los zopilotes apenas visibles en las alturas. Los rápidos no eran técnicos, pero eran suficientemente fluidos para mantener nuestra atención. Naranjas flotaba en el agua. Los siguientes días en el río no fueron tan emocionantes, pero estábamos satisfechos con nuestro avance.

“Barranca Grande ha sido descrita en las guías turísticas como ‘una aventura impresionante y hermosa a lo largo de 32 kilómetros de lo mejor que México puede ofrecer’ (…) ¡Como sea, es la mejor carrera que tenido el privilegio de realizar!” (Steve Fassbinder)

En cayac hasta el mar

De regreso al mundo: la basura, el mar

Empezamos a notar que caía ceniza negra del cielo. Tomó un tiempo darnos cuenta de que la ceniza era descendente. Veíamos botellas de plástico en cada remolino. Fue triste observar este tipo de contaminación en lo que era por lo demás un paisaje impresionante. También fue triste reconocer que estábamos contribuyendo con el problema: bebíamos agua embotellada todo el viaje.

Las aves marinas, pelícanos y garzas, fueron las señales de bienvenida, habíamos alcanzado nuestro objetivo. Fue impactante la primera visión de las olas rompiendo en la costa. Pusimos nuestras tiendas en la playa, entre nopales y retazos de madera, y mantuvimos una hoguera encendida hasta altas horas de la noche.

Los cuatro viajeros reflexionamos sobre nuestro viaje de dos semanas a través de México: el paisaje, los nuevos amigos, la comida deliciosa, el sol al amanecer a 5,636 metros de altura, gallinas felices, perros muertos, bicicletas como sonajas. Cuando empezó a llover nos trasladamos a las tiendas, cansados, realizados, y aún sin estar listos para el regreso y los compromisos que nos esperaban en el norte.

Texto Luc Mehl

(http://thingstolucat.com/orizaba-traverse/)

(Blog de Luc Mehl: http://thingstolucat.com/)

Texto Steve Doom Fassbinder

Parte 1: http://therepublicofdoom.blogspot.mx/2013/02/vamos-la-playa-part-1.html

Parte 2: http://therepublicofdoom.blogspot.mx/2013/02/vamos-la-playa-part-2.html

Parte 3: http://therepublicofdoom.blogspot.mx/2013/02/vamos-la-playa-part-3.html

La mariposa Monarca: el mundo, por un instante, es eterno

Por Sergio Mastretta y Leonor Mastretta

Fotografías de Lenis Mastretta



Video de Mariana Mastretta: http://www.youtube.com/watch?v=CbhFWDLxKic

Fragilidad de la flor en la mano. La naturaleza tiembla en el aleteo del insecto entumecido. El revuelo naranja en el cielo. La conmoción intacta del bosque milenario. Sol que calienta la vida en racimos de mariposas antiguas en el cerco de los oyameles. Ahí estamos, y por el milagro de las Monarcas casi yertos, los mexicanos ante el interrogante biológico más bello que nos ha tocado en custodia. Y a la vista nuestras respuestas patológicas.



1- Cinco de la tarde en un paraje de la sierra de Chincua, a diez kilómetros de Angangueo. En el descampado y entre los arbustos la basura de los turistas ecológicos es una imagen llana y rotunda; bolsas de plástico, envases de refrescos, envolturas de papitas, naturaleza simple y patológica arrojada ahí cincuenta minutos después por los testigos del milagro de las mariposas. Todavía cuento unos veinte automóviles en ese estacionamiento abierto por los campesinos. El Felipe Calderón todavía dejó inaugurada la zona de visitantes en Chincua. De ladrillo rojo, techos inclinados y de teja, las tiendas y restaurantes de cecina y quesadillas tienen una terraza con una vista impresionante, y se alinean en un grandísimo patio sembrado con gramíneas traídas de un vivero. No parece que vayan a sobrevivirán mucho.

Fuente vital de generación de recursos para los campesinos propietarios de los insectos de la fortuna, las Monarcas atraen por igual a los omnipresentes japoneses que a esa mezcla del turista nativo condensada entre el defeño del barrio y el peregrino guadalupano. Las placas de los autos certifican bien a bien el centro de la república. A lo largo de la jornada tal vez aparcaron doscientos vehículos. Como es domingo se cuenta como un buen día, pero hay mejores: tan solo el jueves último de enero los ejidatarios vieron llegar treinta camiones con una multitud de jóvenes, a treinta y cinco pesos la entrada por cabeza. Es difícil que haya en México un proyecto de turismo ecológico tan exitoso como el que se observa. Y en todo este encierro, más allá del boleto, no se encuentro nada que recuerde al gobierno. No hay en el estacionamiento un solo bote de basura.



2- Emmanuel tiene once años de edad y una miopía fulminante de diez dioptrías que cubren sus ojos color café. Nos acompaña todo el viaje desde el crucero para subir a Angangeo. Describe a su tierra con la sinceridad de su padre, un joven pintor que expone sus cuadros naturales en la misma tienda a pie de carretera en la que vende refrescos y dulces para quienes esperan el camión con rumbo a Zitácuaro. No tiene pena en mostrar el paredón desencajado que esconde una represa antigua que carga las aguas contaminadas de las minas que explotó hasta 25 de abril de 1953 la American Smelting Refining Company, día en el que un desastre en la mina obligó al cierre definitivo de la explotación minera en la región. Emmanuel ya no conoció el ferrocarril que llegaba hasta el pie mismo de la población; tampoco sus ojos mínimos vieron correr desde la boca del cerro por rieles casi de juguete los cochecitos cargados de la piedra mineral hasta el beneficio. Sus ojos sí conocen bien ese olvido de fierros oxidados que dejó para siempre la empresa. Y tal vez tampoco acompañe Emmanuel a los viejos mineros el 11 de julio a recordar que Angangueo, algún tiempo, por más de tres siglos, vivió del metal que sus hombres extraían de las minas. Hoy Emmanuel es uno de tantos, tantísimos niños que piden limosna y que suben turistas hasta el territorio de las Monarca. Guarda tras sus lentes profundos la calidez que su padre retrata en sus paisajes. Y también con la soltura de sus once años revela lo que sus ojos observan de cuando en cuando: que los camiones de los talamontes se llevan por las escurridizas brechas los camiones cargados con la madera en rollo.

RECUADRO

El monitoreo de la temporada 2012-2013 hecho por la Conanp, a través de la dirección de la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, encontró que la superficie ocupada por las colonias en diciembre ha sido la más baja de las últimas dos décadas.

El titular de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), Luis Fueyo Mac Donald, explicó que durante la segunda quincena de diciembre de 2012, el monitoreo registró nueve colonias de hibernación, que ocuparon una superficie de 1.19 hectáreas de bosque. (El Universal, 12 de Marzo del 2012).

3- En dos días te vuelves experto en mariposas Monarca. Todo se encuentra en la bondad de internet. La Universidad de Michoacán, por ejemplo, reseña los seis principales santuarios de la región: Cacique, Chincua, Rosario, Cerro Huacal y Altamirano en Michoacán; Donato Guerra en el Estado de México. Se encuentran en colonias de hasta veinte millones, siempre en cañadas filtradas por un arroyo y mirando al sur o al este en ese refugio de los oyameles en las montañas del altiplano sobre los 2,700 metros de altitud. Nos enteramos que vuelan desde la región emplazada entre las Rocallosas y los Grandes Lagos, en Norteamérica; emigran por el milagro que les impide controlar su temperatura interna y arrojadas por el letargo invernal; viajan entrado el otoño a razón de 120 kilómetros por día, en jornadas que arrancan a las 9.30 de la mañana y cierran al caer la tarde nueve horas después; duermen en racimos de 600 en las frondas que encuentran en los valles abiertos por los que despliegan el vuelo medio ateridas por el viento del norte; les gustan las corrientes de aire ascendente y son capaces de plegar sus alas y timonear si son muy fuertes, pero igual planean con el naranja extendido y alumbran el cielo día a día hasta alcanzar los cuatro mil kilómetros de su viaje milenario.

La mariposa monarca son insectos que pertenece a la orden de los lepidópteros, palabra cuya etimología griega proviene delepis (escama) y pteron (ala), por lo que esta orden se puede definir como insectos con alas escamosas, pertenecientes a la familia Danaide y su nombre científico es Danaus plexippus Linneo.

De gran belleza y colorido, las mariposas monarca son de vital importancia en el ciclo de la vida como agente polinizador y factor de equilibrio ecológico en los bosques que habitan. (SEMARNAT http://mariposamonarca.semarnat.gob.mx/monarca.html)

Nos obligamos a conocer su ciclo: al regresar de México a Norteamérica, las hembras Monarca depositan por millones sus huevecillos en la cara inferior de las hojas tiernas de las plantas del género Asclepia, abundantes en aquellas praderas; siete días después brotan voraces larvas que se alimentan primero del cascarón y después de la hoja que las cobija, felices con su colorido que no disfraza las toxinas que las resguardan de los depredadores; tres semanas después, y tras mudar cinco veces la piel, formarán las poéticas crisálidas, y en quince días más alumbrarán como mariposas; vendrá el verano pleno, la madurez, el apareo y la muerte, pero dejarán también millones de huevecillos que repetirán la tarea hasta la formación de las crisálidas y el nuevo alumbramiento en septiembre. Fuertes y rigurosas, hermosas y por millones regresarán a México en noviembre.

4- Nos enteramos también que en las montañas michoacanas necesitarán temperaturas por encima de los 16 grados en febrero, para el revuelo del apareo. Muchas no llegarán a tal fecha: apenas hace veinte días murieron incontables por las nevadas y los fríos. En 1996 calcularon por otra nevada, una mortandad superior al diez por ciento. También por esos años calculaban en 500 millones el número de viajeras a tierras mexicanas. Ignoro como lo ha medido, pero el llamado Grupo de los Cien afirmó en ese año que el hábitat utilizado por las Monarcas se redujo en unos años desde 17 hectáreas para el santuario hasta no más de seis. Y por lo tanto el número de mariposas que tapizan el enramado de los oyameles. También afirman que por lo menos debe haber un plantío de cuatrocientos árboles por hectárea. Y ese es el asunto que pelean algunos ejidatarios como en la región del santuario de El Rosario, por el rumbo del pueblo de Ocampo: ahí tenían como reserva especial 996 hectáreas hasta 1996; ellos estimaban que con cien seria suficiente para las mariposas, por lo que el resto podría talarse y abrirse a la agricultura. Ignoro en qué quedó la propuesta del Grupo de los Cien de comprar a los ejidatarios el territorio de hibernación, por lo menos 16 mil hectáreas de la Sierra de Chincua, pero es posible que no lo tengan presente los ejidatarios convertidos en empresarios ecologistas.

Acciones de Conservación por la SEMARNAT

En México, la temporada para la apertura de los Santuarios y visita para la observación de mariposas Monarca, comprende del mes de noviembre de cada año al mes de marzo del año siguiente.

La Monarca concluye su largo viaje migratorio entre finales de octubre y principios de noviembre llegando a sus áreas de hibernación en México, y estableciendo con ello la creencia milenaria entre los pobladores de la región de que cada mariposa representa el alma de sus seres queridos ya difuntos, que vienen a visitarlos.

Con el objeto de conservar este fenómeno migratorio, en 1980 el gobierno mexicano decretó la protección de las colonias de la mariposa monarca. En 1986 se estableció por primera vez un área protegida de 16 mil 110 hectáreas denominada Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca. En el 2000 se extendió la superficie total de la Reserva a 56 mil 259 hectáreas.

El zona de la Reserva, la Semarnat, a través de la Profepa, aplica el Programa Cero Tolerancia a la Tala Clandestina en la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, que redujo esta actividad ilícita de 243 hectáreas deforestadas en 2007 a 0.4 hectáreas a agosto del 2011; el mismo se reproduce ese mecanismo en otras cinco áreas prioritarias: Pico de Orizaba, Malinche, Izta-Popo, Valle de Bravo y el corredor Biológico Chichinautzin.(SEMARNAT: http://mariposamonarca.semarnat.gob.mx/santuarios.html)

5.- El Rosario es un ejido pequeñ0. Un kilómetro antes de llegar, cuando ya no hay casitas ni bosque, hay una explanada grande, y ahí algún listo almacena mulch (una cubierta elaborada con pedacitos de corteza protectora del suelo de los bosques), y forma una plataforma de dos metros de alto se extiende muy lejos: es otra manera de explotar el bosque.

Otros listos aprovechan la caminata que los turistas tenemos que hacer: son cientos de comerciantes que han colocado sus negocios hechos con tablas a ambos lados de la calle (que no sendero) para subir al santuario. Definitivamente comercial el trayecto de más de un kilómetro en el que la gente curiosea, marchantea artesanías, come zarzamoras con crema y ve bordar trapitos con mariposas a las mujeres campesinas. Todo un jolgorio un trayecto que debería ser en silencio por la proximidad de las mariposas. Entretenido, pero definitivamente escandaloso.

En ningún momento se nos hace saber un código de conducta. Nadie nos dice que hay que respetar los espacios acordonados, ni que solamente hay que pisar los senderos porque podemos trozar los las plantas de los algodoncillos que serán la comida de las larvas, que si alguien tiene ánimo de fiesta mejor vaya a la feria, que hay que guardar silencio. Algo de ese respeto se intuye al sentir que todo está en equilibrio precario, que cualquier cosa podría hacer que este momento no se repita para la maravilla que encontraremos.

6- Suben de muchos pueblos, algunos más allá de la hora y media de camino. Retengo el nombre del poblado de Pancho Moya. De ahí cabalgan hasta la base campesina del santuario de Chincua decenas de jinetes en caballos sobre todo retintos pero también blancos, azabaches y tordillos. Resuenan apelativos como Chabacano, Baltasar y Gitano. Forman cuadrillas a la espera de los turistas. Cobran 75 pesos la subida más allá de la cima, desde donde caminaremos otra media hora en la densidad del monte y con abismos asomados a los claros del valle mil metros abajo. Las mariposas se mueven año con año, no llegan al mismo lugar, por lo que las distancias varían… Nuestro niño guía nos dice que no es fácil encontrarlas por primera vez, y hay que hacer los senderos…

Los jinetes arrearán turistas hasta por cuatro vueltas por caballo. Si son más de ciento cincuenta calculo ingresos cercanos a los treinta mil pesos por jornada. No sé qué relación de negocio tengan estos muchachos con los ejidatarios del bosque. Pero no paran, van y vienen desde la base hasta la ladera que cae a la cañada de las mariposas. Puedes imaginarlos igual, campesinos antiguos, tal vez con alguna banda revolucionaria o cristera, ocultos en la densidad del bosque, penetrados en sus sombreros y en el frío; los imagino siempre campesinos alzados para la sobrevivencia, un rato en el azadón y el maíz, un rato con la planta y la víscera en los campos de Estados Unidos, braceros siempre, jinetes hoy al servicio de las Monarca.

7.- Al final, el silencio. El bosque cerrado. La luz del sol en los claros. Y el revuelo, un aleteo que no reconoce el tiempo humano. El mundo, por un instante

Martes, 05 Abril 2016 00:00

Los trabajadores de la tierra

Los trabajadores de la tierra

La arcilla, polvo del viento

Sergio Mastretta



Video en youtube de Javier y Bárbara: https://www.youtube.com/watch?v=wgXKBHNy2T4

Por las manos y el fuego en Oaxaca la tierra es el corazón del tiempo. ¿En dónde estás, si los orígenes están vivos en los colores que retienen tus ojos? Aquí, dice Bárbara Campbel, en los materiales antiguos, en este regalo de la tierra, en los insectos que producen la grana cochinilla, en las arcillas que forman el barro, en ellos está la vida.

Y miro las mujeres a las que han dado vida sus manos: de cuerpos blancos, encendidos, como las espigas que funde el sol; mujeres que te miran y platican con el murmullo colorido de las muchachas juchitecas. Y veo que están prendidas de los corazones atrapados en los marcos de madera, encarnados, como si se los sacaras del pecho como frutos de un ritual antiguo, sacrificio de todos nuestros sueños, corazones con rostro, rojos y palpitantes, corazones rotos, rajados, ajados, surcidos a mano, corazones cabeza de toro, flor de biznaga, corazones atados a la sangre que perdieron, aturdidos por el ímpetu de los cuerpos, y que no dejan de buscar el sentido del tiempo.



Piel de Tierra Siete, la propuesta de escultura cerámica en alta temperatura que encontré en un fin de semana reciente en la capital de Oaxaca. Y por ella acercarse a ese mundo originario desde una propuesta plástica contemporánea, por la cerámica y por la pintura, y dejarse sacudir por la sorpresa que provoca esta vuelta a los orígenes. Literalmente ver partido el corazón en el árbol que se escurre en el lienzo, en la mirada disuelta de las mujeres de barro.

Piel de Tierra Siete, la exposición que la nueva galería 2 AMATT Arte Contemporáneo en la ciudad de Oaxaca ha presentado en este arranque del año, con la obra de los ceramistas Javier Cervantes y Bárbara Campbel, es la confirmación de que esta sorpresa por los materiales siempre ha estado aquí. Como la grana cochinilla, el antiguo tinte natural producido por el insecto nopalero con el que los pintores Samuel Rojas y Alejandro Martínez realizan los cuadros que completan la propuesta plástica de la exposición de la obra de los ceramistas.

“Cuando se trabaja con materiales tan primigenios como el barro para la cerámica --dice el pintor Samuel Rojas, al frente de este proyecto de difusión de las artes plásticas oaxaqueñas--, al final de cuentas, la arcilla, que es el polvo del viento de todo lo que somos, hay una conexión muy natural. Lo importante es dejarse fluir. Eso es lo que ocurre con estos materiales, la cerámica y la arcilla, la grana y la pintura, nos hacen fluir.”



Piel de Tierra Siete, en la galería 2 AMATT en Oaxaca. Mundo Nuestro presenta aquí, con una muestra fotográfica, un video, y las entrevistas con los artistas Samuel Rojas, Javier Cervantes y Bárbara Campbell, un nuevo acercamiento a este territorio de los trabajadores de la tierra, generadores de nuestras raíces.

El Mayorazgo a principios del siglo XX. Atrás del conjunto de edificios, el río Atoyac.



26 de Octubre del 2006

1 de Febrero del 2009



6 de junio del 2012



Por las noches lo derribaron todo, con pico y marro, los brazos fuertes de los hombres sin tiempo, alumbrados por el resplandor del Hospital Ángeles al otro lado del río. Fue el hambre de los pepenadores, el descontento de los obreros traicionados, la insolencia del empresario depredador, la estupidez de los mandatarios en turno. Fueron los brazos aplicados con toda la gravedad de la ambición inmobiliaria a la destrucción impune de la historia de otros hombres: los trabajadores de la fábrica textil “El Mayorazgo” y la de sus antiguos propietarios y constructores.

Porque en los últimos cinco años, a la vista de autoridades y vecinos, la segunda fábrica más antigua de México, apenas cuatro años más joven que La Constancia Mexicana, El Mayorazgo, fue demolida hasta la última piedra para desgracia y vergüenza de Puebla.

Ya no hay techumbre, ya no se mira una sola columna de hierro francés, y no hay una bóveda sobreviviente, ni huella alguna de la casa de máquinas y sus turbinas movidas por la fuerza del río. Ya no es posible siquiera imaginar que por esos galerones corrían innumerables flechas y se desbocaban las poleas hacia tróciles y telares en los que trajinaban centenares de hilanderos y tejedores al ritmo de los capataces industriales.

La fábrica demolida en una vista del 2015.

Ahí está, demolida, un tiradero inerme al paso vil de los automóviles indiferentes sobre la avenida Cúmulo de Virgo. No hay un muro en pie que nos recuerde que Mayorazgo fue por muchos años el pueblo fabril más importante de Puebla. Solitario, en un extremo, sobreviviente más por la impericia de los destructores que no hallaron forma para derribar esa torre de ladrillo rojo, el chacuaco, la afilada chimenea que apunta como un cohete extraviado al avasallante sol del mediodía de enero, rendida, taciturna, refugio de vapores olvidados. Testimonio del tiempo perdido.

Ha desaparecido toda huella del trabajo humano. Solo montones de piedras y mogotes de ladrillos y cemento. Cuatrocientos años de historia del trabajo en Puebla.

Ha desaparecido Atoyac Textil por las manos del hombre. Pico y marro aplicados, a la vista de todos y de nadie, durante veinte años, a partir del cierre de la fábrica en 1993, y tras un largo pleito laboral finalmente perdido por los trabajadores contra el último de los empresarios de El Mayorazgo, Roberto Real de la Mora. El cascarón no se perdió por una picota fulminante; poco a poco, noche a noche, vio primero salir la maquinaria en el revuelo del conflicto obrero-patronal que siguió a la quiebra de la empresa; pasaron años enteros con los galerones sometidos a la oscuridad y la intemperie humana, una caverna franca para los teporochos convertida por las mañanas en guarida de estudiantes de la secundaria de Mayorazgo, pero ganada palmo a palmo a dentelladas y ladridos por una jauría que convirtió en deporte extremo cualquier correría. La apertura de la avenida Cúmulo de Virgo, a finales del 2007, permitió la vista de los intrusos, y la foto aérea en Google Earth arrojaba todavía con claridad que la techumbre de los galerones de media fábrica estaba intacta.

Entre el 2009 y el 2012, en medio de rumores nunca comprobados sobre el futuro del inmueble, cuadrillas nocturnas acabaron con lo que quedaba de una estructura industrial desarrollada desde los tiempos de la colonia, primero como hacienda en el XVI, después como molino en los siglos XVII y XVII, y finalmente como fábrica de hilados y tejidos --poco a poco, primero los tróciles, después los telares--, a partir de 1839. Tan vieja como La Constancia, casi tan grande como Metepec en Atlixco --pasó de 4,896 husos y 80 telares en 1867 a 8,480 husos y 258 telares en 1897, para, finalmente, en su máximo esplendor, alcanzar 13,348 husos y 700 telares en 1913--. Es una historia larga, que contiene de lado a lado el complejo proceso de industrialización de una ciudad como la nuestra, intensamente vinculada desde sus inicios al campo, pero igualmente perfilada hacia las actividades fabriles en los molinos y los obrajes. Viene de muy lejos, de los años treinta del siglo XVI, apenas fundada la ciudad, cuando el cabildo otorga licencia a un tal Manuel Mafra para la construcción de un molino a orillas del río Atoyac; en 1604, lo adquiere Diego Carmona y Tamariz, y así se fue por dos siglos, hasta que reconocido como mayorazgo de la familia Carmona y Tamariz, le fue heredado a Joaquín de Haro y Tamariz, gobernador de Puebla en aquellos años treinta del XIX, miembro de una familia aristocrática que igual dio para encabezar revueltas contra el gobierno de Comonfort en 1856, que para construir el hospital de maternidad o la penitenciaría. Es una historia que cuenta en trazos rápidos la investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP, María Teresa Ventura Rodríguez, y de la que extraigo estos pasajes de los primeros años de la independencia, cuando con El Mayorazgo aparece un ejemplo pleno de nuestra revolución industrial.

Dice la historiadora Ventura Rodríguez (*):

“José Gumersindo Saviñón, pionero en la mecanización de la industria

textil del algodón en Puebla, fue quien después de haber sido el socio

industrial de Don Estevan de Antuñano, compró en 1839, el molino y

la hacienda del Mayorazgo con el fin de fundar en ese lugar una fábrica;

ésta comenzó a operar por 1842. Al igual que «La Constancia Mexicana»

(primera fábrica textil de la ciudad), el establecimiento fabril de Saviñón

empezó sólo hilando el algodón sin tener aún máquinas tejedoras; el tejido

lo hacían artesanos en sus propios domicilios a manera de maquila. Para

1843 la factoría El «Mayorazgo» tenía en operación 2 376 husos.4 Por el

número de husos ocupaba, en ese año, el sexto lugar entre las fábricas poblanas."

La historiadora describe la ubicación de El Mayorazgo a mediados del siglo XIX:

“La hacienda «El Mayorazgo», en la que se instaló la fábrica de San

José El Mayorazgo, estaba ubicada en la municipalidad de Puebla; tenía

como límites, al Oriente, el camino real a Atlixco, que separaba sus tierras

de las haciendas El Gallinero y San Bartolo; al Poniente limitaba con el

río Atoyac; al sur con la hacienda de Castillotla y al Norte con el Molino

de Amatlán y río San Francisco. La finca tenía una superficie de 600

hectáreas, comprendiendo 14 caballerías de tierra. La fábrica San José El

Mayorazgo ocupó, a principios del siglo XX, una extensión de 321 650

metros cuadrados, limitaba al Norte con el río san Francisco, al Oriente

con el camino real a Atlixco y al Sur con la barranca del río Chinguiñoso.”

Y luego, en los años sesenta, la llegada de la familia Rivero Quijano:

“La factoría de Don Gumersindo pasó en 1864 a manos de la familia

Quijano, misma que había acumulado capital a través de sus actividades

comerciales, principalmente en las ciudades de Oaxaca y Puebla. La venta

de «El Mayorazgo», la realizó la testamentaría de Gumersindo Saviñón

hijo, en 150 mil pesos, de los cuales 70 mil correspondían a la maquinaria

  1. La compra incluía la fábrica, el molino, el cernidero de harina,

aguas, ganados útiles, enseres, deudas de peones y demás accesorios.

Los compradores del fundo que eran José Quijano de la Portilla, Alejandro

Quijano y Joaquín Calderón, constituyeron en ese año la sociedad Calderón,

Quijano y Cía., quienes además tenían la esperanza de obtener una utilidad de

30 mil pesos anuales. En ese año «El Mayorazgo» tenía más importancia como

molino de trigo que como fábrica textil de algodón.

“En 1866, al morir el primero de los socios (José Quijano de la Portilla)

su yerno Alejandro Quijano y González, liquidó a Calderón, quedándose

él y su esposa Carmen Quijano y Gutiérrez, como dueños del negocio.

Por esas fechas la fábrica de «El Mayorazgo» no era aún muy importante

en términos de dimensiones y capacidad productiva; resultaba más chica

en comparación con La Constancia Mexicana. Por ese tiempo tenía mucho

más peso la actividad agrícola de la hacienda. Un año después se registró

un incremento del equipo productivo tanto del molino como de la factoría;

ésta consolidó su planta industrial, con 4896 husos, 80 telares y otra

maquinaria complementaria; entonces el dueño empezó a tener mayores

ganancias por su actividad industrial y comercial que por la del molino. Así

lo que antes fuera un departamento con unas cuantas máquinas viejas de

hilar en un molino de trigo, se convirtió posteriormente en una verdadera

fábrica que eliminó al molino.“

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Mi abuelo Carlo Manstretta, italiano llegado a México en 1901, encabezó como ingeniero la construcción para El Mayorazgo el sistema hidráulico para la generación de energía eléctrica con las presas La Carmela y la Carmelita, entre 1906 y 1909. Él trabajaría por más de treinta años para la familia Rivero Quijano, propietaria de la fábrica desde los años sesenta del XIX. El terreno en donde vivo lo heredó mi padre del abuelo en el año 1950. Aquí vivimos desde 1980. Hemos sido vecinos de una fábrica ya para entonces muy vieja, y metida en una huelga provocada por los patrones en 1988, y a la que se dejó morir en 1993. Por más de tres años los vecinos de Mayorazgo vimos a los obreros resistir un paro larguísimo con el bote en las manos, solicitando en las esquinas la solidaridad de los automovilistas. Fue una huelga nacional. El propietario de la fábrica de Mayorazgo, Roberto Real de la Mora, era presidente de la Cámara Textil en México. Su planta, como todas en el país, había sufrido la decisión del gobierno de abrir las fronteras a los productos textiles. Las consecuencias para una industria protegida como la textil mexicana fueron brutales: en 1980 había más de 50 mil obreros en la industria textil poblana; para 1993 no quedaban más de 14 mil. Entre ellos se fueron los de El Mayorazgo, del grupo Atoyac Textil. La empresa llevó la huelga hasta el extremo del cierre. En 1995 tronó la economía mexicana, y la suerte de la fábrica quedó echada. Un larguísimo conflicto laboral terminó en el vacío: la fábrica cerrada; el patrón en el paraíso; ; los líderes sindicales vaporizados; la maquinaria rematada al mejor postor; los trabajadores en el olvido.

Y el casco industrial intacto y con su caldera y su silbato vivos para llamar al día Mayorazgo todos los días a las seis de la mañana.

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Treinta años he vivido junto a la fábrica El Mayorazgo. Cada quien tiene su memoria. Esto recuerda mi hija Alicia de sus expediciones por la planta en 1998:

“Las ruinas de la Fábrica de Mayorazgo las tengo en recuerdos de mi infancia y adolescencia. Había dos pisos, en algunas partes tres. Había un pasillo largo en medio de la planta baja, estrecho. Con bocas oscuras que abrían a galeras oscuras en el ala de la izquierda, caminando del río hacia la 11 sur, con bocas de luz del otro lado, donde el techo había colapsado o era los restos de una serie de tragaluces. El piso estaba empolvado pero era piso. En cambio, en una sección del otro lado crecía una pequeña selva, tal vez fue un patio interior. Al final de la galera iluminada había unas escaleras a una oficina, había papeles, algunos quemados. El cuartito tenía una ventana larga, como para poder percibir todo movimiento en la galera iluminada. La galera oscura tenía máquinas y carretillos de madera de más de un metro de largo.
“La planta baja no la visité mucho de niña, le temía a las jaurías de perros o a encontrar otras personas. A veces las escuchaba desde arriba. Ese piso era en parte el techo de la galera iluminada, en parte pequeños cuartos enverdecidos con enredaderas y en parte un pasillo al aire libre que terminaba en un tobogán de cemento pulido. Fuerza de gravedad aplicada a transportar algo hacia un cuarto ya muy cerca del Atoyac. En este cuarto, de nuevo en la planta baja, era común encontrar una silla de plástico rota que servía de avalancha (yo no era la única visitante). Muy cerca había una serie de compuertas y canales que al final daban al río. El agua entraba por aquí y por allá.

“En el otro extremo, del lado de la 11 Sur, estaba la entrada. Un portón grande daba a una explanada, del otro lado un jardín con cipreses y buganvilias que dejados a su suerte crecieron como no he visto en ningún otro lado. Había otra serie de pequeñas oficinas. Incluso una máquina de escribir y papeles. La luz se terminaba donde empezaba la boca del pasillo estrecho, cerca había una escalera de caracol. Subía hasta la chimenea de ladrillo naranja. Destacaba porque todo lo demás era blanco, las paredes, las columnas y los techos se sentían blancos a pesar de la humedad y los años. Se sentían blancos porque eran blancos, y la fábrica se sentía como una fábrica porque no era cualquier edificio abandonado.”

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Esa fábrica está destruida. A la vista de todos. De la mía, que soy su vecino. De la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, cuyo pomposo Complejo Cultural Universitario queda a quinientos metros. De los gobiernos estatal y municipal que no han hecho absolutamente nada por impedirlo. Y del Instituto Nacional de Antropología e Historia y CONALCULTA, las instituciones federales a cargo del patrimonio histórico de México.

Ahí están las imágenes para confrontar cualquier vergüenza.

(*) María Teresa Ventura Rodríguez, “Colonia el Mayorazgo, algunos aspectos sociales y culturales, Congreso Internacional 1810-2010: 200 años de Iberoamérica”, en 200 años de Iberoamérica (1810-2010): Congreso Internacional : Actas del XIV Encuentro de Lationoamericanistas Españoles, Santiago de Compostela, 15-18 de setiembre de 2010 / coord. por Eduardo Rey Tristán, Patricia Calvo González, 2010, ISBN 978-84-9887-290-3, págs. 713-730.

1990-1991 La larga cola del sistema con Mariano Piña Olaya

Por Sergio Mastretta

Palacio de Gobierno, en la vieja avenida Reforma, el 16 de enero de 1990. Una hilera larga, apacible, la de la salutación. Nada que ver con el aparatoso dispositivo de seguridad y el plantón de ambulantes, amas de casa y malpiquistas frente a la vieja estación del Ferrocarril Mexicano en la 11 Norte. Ricos y pobres, funcionarios mayores y menores, empresarios de peso y esperanzados, líderes y bases priistas populares, secretarias catrinas de la federación y del ayuntamiento, el priismo por las buenas y por la nómina en pleno formado en el pelotón del ausentismo, en la democracia que se sostiene con el apretón de manos y una vez al año, en el felicidades licenciado.

A las tres de la tarde en Palacio, dos hombres ya no hayan como destorcer el gesto de gratitud, obligados como están desde hace una hora a dar salida a una cola que se apretuja en el portón de Reforma, curvea entre porras y se ve se siente Piña Olaya está presente bajo los corredores, sube por la escalera entre edecanes de mascadas doradas, se emociona en ese segundo piso de decisiones y las subsecretarías, pasa de lado a la secretaría particular y es engullida por el Salón Juárez. Pero todavía falta un rato para que los dos políticos compongan la cara y se vayan a comer junto con 350 comensales a casa Puebla. El gobernador en la prestidigitación anual de la política –viene de dos horas que valen sobre todo por el planteamiento sobre la universidad-, y Jaime Serra Puche



Parece anonadado de tanto pueblo, que viene de responderle indirectamente a los empresarios poblanos que no se hagan, que aquí los señores ya se modernizaron y ni quien se queje de la apertura comercial Por ahora los dos hombres saluda, aprietan las manos, de vez en cuando abrazan viejitas que recuerdan una oportunidad, saludan y vuelven a apretar. Los dos hombres miran a todos y no ven a nadie, pagan el costo de poder.

La disonancia

A la una de la tarde la disonancia. A esa hora del día el embotellamiento igual se forma por los arreglos de la verbena popular que se instalara por disposición oficial en el zócalo vespertino o por algún requiebre de los marchistas que tenían amenazado el día anual de Piña laya. Es esto último: los ambulantes del 28 de Octubre y las mujeres de la Unión de Amas de casa se quedaron de ver frente al Seguro Social de San José; los malpiquistas de la UAP lo hicieron frente al Teatro Principal. Unos y otros recularon y ahí están con su bloqueo frente a la estación.



A esta hora del sol y del aire frío enfrento los dos discursos: el oficial en el Auditorio y el inflamado de las fuerzas populares. Los dos están en su papel: Piña Olaya, los dirigentes de las organizaciones que han dejado dolor de cabeza al estado y el rector Samuel Malpica han hablado este día y han dicho lo que se esperaba de ellos. Pero el gobernador hizo una propuesta a los universitarios. Los de la 28 de Octubre se acercaron a los reporteros; ayer el gobierno negoció con ellos en boca del Procurador Fernández de Lara y el mayor Rodríguez Verdín. Finalmente se comprometieron a una reunión de los ambulantes con el gobernador para el miércoles o jueves. “Marchamos porque ya era una decisión del Consejo General de Representantes, pero estaba el ejército en la 8, así que no íbamos a caer en la provocación del Gobierno”.

Después habla Samuel Malpica: “El gobierno no se tienta el corazón para la violencia”, alcanzo a oír. “Esos animales todavía se encuentran parapetados en el Carolino”, sigue. Antes ha dicho que como ha ocurrido en la historia de Puebla, ahora las fuerzas populares enfrentan un adversario muy poderoso que en su informa ha dicho que en el estado no sucede nada y que se respetan los derechos elementales de los ciudadanos. Pero el asesinato de Gumaro Amaro y el reciente del universitario Cuellar Muños prueban de lo contrario. Dice que los que están en el Carolino fueron capaces de disparar sobre mujeres y niños y que el Secretario General Valerdi, quiere el despido masivo de trabajadores, el cierre del Hospital Universitario y el incremento de las cuotas estudiantiles. Está en eso cuando lo interrumpe un ambulante. Le da el micrófono y el hombre va al grano, habla del dinero malgastado por los universitarios en general. Malpica continúa y plantea que no va a permitir que los estudiantes paguen para que terminen sirviendo a las clases dominicales, que en la UAP se forman estudiantes concientes y que luchan contra la explotación. Terminan gritando “Hasta la victoria compañeros”. Es indudable que Samuel Malpica tiene hoy un enemigo principal.



Cabe en una mañana el sistema.

A las 10:55, Juan Celis y Eleusis Córdoba casi llegan tarde al tinglado. Muy formales, traen su invitación en la mano. Igual que yo, tienen que bordear la ribera de sardos. “Como íbamos a venir antes si no nos invitaban “, dice que el ingeniero mexiquense dirigente de Antorcha Campesina en Puebla. Están aquí y su gente gritará más tarde allá en el Palacio que su organización estará presente. En tiempos de Jiménez Morales los de Antorcha presentaban su contingente para mantener lejos a los descontentos en el día del informe. Ahora parece que la CNOP del nuevo diputado López Tinoco les evitó la tarea.

Una hora antes, cuando no se le ha ocurrido llegar a ningún invitado, los diputados de estreno entran al recinto, su casa por un día, por la cocina. Con la pechadita Enoé seguida por el hombre del trienio en el Congreso, Pepe Alarcón, salen por una de las puertecitas de esa mala copia en cartón de la cursilería del siglo XIX que persigue a la burocracia de los legisladores. En un escenario ausente desfilan los representantes que han acordado no meterse en problemas de interpelaciones. Los que llegan por la puerta principal ya lo encuentran muy sentaditos, como están hasta el 93 los flamantes congresistas.

Don Antonio Montes, el diputado priista más viejo del equipo, fue el único representante que subió una fila arriba a saludar al gobernador, que rompió la minuta y se fue a saludar de abrazo a sus gobernadores invitados. Pasó silencioso el añejo líder campesino, enjutado en su traje gris, pero lo vio el risueño e inefable senador don Blas Chumacero. “A donde vas, viejo –le dice-, o ya no saludas desde que eres diputado?”.

A medio informe no le queda al reportero más que escrutar la tribuna en busca de la somnolencia, el pecado capital de los que asisten a cualquier informe en el universo. Por ahí están los ojos cerrados de dos o tres gobernadores, y más arriba se quiebra un instante Martín Josephi. Rostros que algo tienen que ver con el poder. En el conjunto mayoritea la fealdad masculina y el traje gris algo pelea contra el tono oscuro. Qué escruta uno: rostros de políticos, pulcritud de burgueses, raigambre de la burocracia. En todos la cara impune de la seriedad.

Cuadro por cuadro, rostros que miran al frente, inhabilitados por la cursilería del México independiente; rostros que se clavan en el yeso solemne de las águilas, en los garigoleos de flores y jarrones copiados del cristal biselado de las casonas porfirianas; miradas que leen y releen año con año los listados de pronombres que revuelven sus frases con la voz del informante.

A las 11:30 habla el gobernador del problema universitario. Ya le han aplaudido una vez, la primera y la principal. Ahora invita a la iniciativa privada a participar en la universidad. Nadie aplaude.

A las 12 descubro una sección especial de dormilones. Arriba, a la derecha, seis micrófonos puntean sobre los que cabecean como órganos mixtecos. El grupo parece un matorral seco que no se despabila ni cuando Piña Olaya se refiera a la nevada que quemo los 500 millones de dólares que el café poblano iba a dejar en la entidad los próximos tres años. Interrogo: el grupo dormilón es el coro que guiará al final a la clase política en su enfebrecido y patriótico himno nacional.

La inercia perdida.

Lunes 14 de enero de 1991. Informe y futuro. Se viene encima una mañana anclada en lo que se hizo en un año, con los “ciudadanos sensibles”, como decían los científicos porfiristas, arrojados al aplauso y al abrazo. Es el día de los hombres en el poder, en el mutuo halago de rendir cuentas y beneplácitos.

En el reparto, los colegas del país en primera fila, con los empresarios de siempre y los de moda repartidos con pulcritud, con los ejecutivos de las transnacionales ajustados en la mueca de la gratitud y el compromiso, con la corte de funcionarios dispuestos en escala ascendente (en el espacio del auditorio) y descendente (en la cercanía de las decisiones y la nómina) con la compostura que otorgan lealtades y autocríticas.

Martes 15, cuarto informe de Mariano Piña Olaya, tal vez el número 61 desde que Calles, con su PRN, institucionalizara la todavía mentada en el discurso expiatorio Revolución. Recuento de lo que los gobiernos han hecho y de lo que dicen que la sociedad quiere que se haga. Reseña de 60 años en quince figuras de gobernadores bien o mal queridos, más o menos impuestos, agarrados o desarraigados, derrocados por rebeliones populares o guillotinados por el centro, memoria de lo que somos y de lo que hemos podido ser, aunque no lo digan o quede escrito en los informes. Finalmente, la visión de los gobernadores, militares o civiles que han encarnado este traje a medio vestir que encasaca a la región con el nombre de Puebla; esa estructura, dirán algunos, ese aparato, dirían otros, ese gobierno, nombrará la mayoría que no sufrido y gozado la sociología de la UAP, ese entorno que todo lo puede, esa omnipresencia de templo que todo lo ataja; con ustedes, el Estado, con su carga de civismo y represión, caciquismo y modernización con la que ha colocado a la sociedad poblana.

Es un vistazo de alguien nacido en el medio siglo, en la modorra de la ciudad sin semáforos, atado a la memoria materna de los años caciquiles y a la visión desesperanzada de la figura paterna, con todo el eco de la insurgencia urbana de los sesentas. Una mirada a las inercias rotas, a los futuros reclamos aquí y ahora, pero disueltos como la espuma marina que nunca baña las costas poblanas. Un reclamo por el rumbo ni siquiera soñado ni siquiera perdido.

Inercias presentes

A la espera del Virrey Piña Olaya, recuerdo dos inercias en la historia poblana:

  1. - Guillermo Treviño, el viejo líder ferrocarrilero, no tienen memoria del año en que nació. Pelea con su camarada comunista Valentín Campa y con su enemigo cetemista Fidel Velázquez la longevidad. Hijo de un villista fusilado en Nuevo León, es muchas cosas por el final y por el principio, en fechas que se enredan como los nudos de sus manos; la huida de adolescente al puerto de Tampico por un pleito policiaco; su entrada al mundo por esa puerta falsa y mágica de los chinos; sus primeras andanzas en los patios rieleros; su ingreso masónico a los estratos de la clase obrera ferroviaria; su nacimiento en el religioso valle de vida clandestina del partido comunista; la persecución obregonista por tomar partido de la huertista en la guerra del invierno del 23-24; la apertura al paisaje socialista universal en el viaje a Argentina; la disciplina del trabajo en la ruta Puebla-Cuautla en el Interoceánico; las jornadas de propaganda en la región febril de Orizaba con los carteles diseñados por Siqueiros; las noches inmensas en un hotelucho de la 4 Poniente por el rumbo del Ferrocarril Mexicano, con el todavía anónimo Agustín Lara, inspirado por “el piano viejo que refleja el espejo su sonrisa de marfil”, todavía la canta el viejo Treviño “y en la risa lleva una tonada que me parece arrancada de París”. Cuantos sueños entonces, sufridos bajo la persecución anticomunista de Elías Calles en 1927. 10 años antes de que los poblanos comentarán para sus adentros, en pleno cardenismo, “sí aquí gobierna Maximino”.

En 1939 Guillermo Treviño encaraba al mitin frente al Palacio de Gobierno, en lo que ahora es Tesorería Municipal. Era en los meses de la Administración Obrera de Ferrocarriles Nacionales. Líder de los patieros poblanos, estaba al frente de la negociación del contrato colectivo de la rama con la empresa. Y no recuerda lo que dijo. Apenas terminó la arenga, un senador amigo suyo le habló al oído: “Abusado, ahí están los sicarios de Maximino, te van a matar”. Era común la amenaza y era común que se cumpliera. Guillermo se escondió por un tiempo en la ciudad de México. Ni admirarse, eso lo vivía cualquiera que se llama comunista.

Pasaron muchos años, Guillermo estuvo al frente de la toma del sindicato en 1947, el local de la sección 21. Sobrevivió como dirigente al charrazo del 48; encabezó el destacamento obrero que quemó caminos junto con los estudiantes en contra del alza al transporte urbano en 1949, cuando mandaba el gobernador Betancourt; y en 1958 dirigió en la región el movimiento vallejista que puso en jaque en agosto de ese año al aparato corporativo de control laboral; y sufrió la represión como tal en marzo de 1959, cuando el sonriente López Mateos liquidó la insurgencia obrera en todo el país. Recuerda su detención en el campo militar, y a los presos que le cantaban “Señor Treviño, señor Treviño, esos huevotes no son de niño”. Y los siete años de exilio en Uruguay, justo en el tiempo de que la rebelión popular termina con lo que parecía el último suspiro de avilacamachismo poblano. Tiempos tan cercanos, detenidos en la memoria de cualquier viejo.

Ahora está en su sillón de viejo, entretiene la soledad con una jauría de gatos, a la espera de los amigos ingratos que como yo, no lo visitamos. Con las preguntas entumecidas en las manos ¿Qué fue de la insurgencia obrera? ¿Dónde se perdió el sueño comunista? ¿En qué se convirtió aquel mundo que combatimos?

  1. - Los vieron venir y tronaron la boca con la displicencia del abarrotero. Tenían en mente el sonido de la caja registradora en las temporadas de mayor venta: veían entretenerse a los sobrinos en “la demostración de juguetes” y en la venta de tarjetas de navidad tras los mostradores larguísimo frente a los que se apiñaban los clientes. Los vieron venir, pero se pensaban pastores dichosos en un valle simple sin lobos. Simples y llanos como buenos católicos del altiplano, eran los dueños del comercio: La tarjeta Rodoreda, La Nueva España, Almacenes Armenta, La Sorpresa, Librería Letrán, La Sevillana, El Caballero Elegante, con sus hombres de tirantes en la guardia del movimiento de las empleadas anónimas y secretarias perennes, atrincherados en el centro de la ciudad suspendida en la cuadrícula de sus tradiciones, como el apacible silencio de una tarde de domingo.

Pero los avisos llegaron uno a uno a instalarse en las mismas entrañas de esos señores, sobre los baldíos de las casas que dejan derrumbarse. Cualquiera pudo ser la primera: Sears, en la 3 Poniente, Woolworth en 5 de Mayo, Salinas y Rocha en Reforma, Blanco en los que fuera Las Fábricas de Francia. El grito de alarma sonó cuando la Comercial Mexicana ultrajó sus conciencias; ocupó una manzana entera sobre los cimientos más rancios del orgullo patronal, el espacio que guardara la fábrica textil La Poblana.

“Eso no funciona”, dijo en una sobremesa don Abelardo Sánchez, dueño, junto con su hermano Basilio, de la tienda más próspera de la ciudad, La Tarjeta.

Y al ultraje siguió la blasfemia: las nuevas tiendas no cerraban los domingos. Cualquiera de entonces recuerda a las señoras sorprendidas de romper el hábito de la misa matinal los domingos. “Voy al supermercado” era una frase equivalente a la actual de “voy al videoclub”. Los comerciantes llamaron a una reunión formal del gremio con toda seguridad en el Teatro Principal. Presidió don Abelardo. La demanda era precisa: exigir al gobierno que no permitiera la apertura dominical de los comercios. “Frenar a los arrivistas” era la consigna.

Pero hizo un mutis el gobernador Aarón Merino Fernández. El había llegado al relevo del derrocado general Nava Castillo. Como había llegado la Wolksvagen, y en el panorama seguían HILSA, Pemex, Ciba Geigy y el gran capital foráneo y trasnacional que a un ritmo semilento reindustrializaría, sobre los viejos capitales textiles y comerciales, el corredor central de Puebla. “Gobierno despilfarrador”, decían a media voz los críticos; “Gobierno ladrón”, decían a media voz los comerciantes. Y veían como junto con las tiendas de autoservicio en la ciudad se instalaba el cambio; se abría la avenida Hermanos Serdán, se armaba el esqueleto del estadio Cuauhtémoc, se terminaba de asesinar el río San Francisco –con un solo tubo, no con dos, como lo había diseñado el gobierno de Nava Castillo.

“Es un suicidio salirse del centro”; comentaron los señorones cuando escucharon por primera vez de la construcción de los centros comerciales. El tiempo no les dio la razón. Sólo Rodoreda encontró la salida de calabozo changarrero.

  1. - Cuánto cambia una sociedad de un día para otro, se preguntaba allá por 1961 el joven reportero llegado de Guarrero. ¿O tan sencillo le sería comprender a los poblanos? ¿Sería su mundo así tan decidido a lo blanco y negro?

Cubría ya, para siempre en su carrera, la fuente política y al gobierno estatal. Platicaba todos los días con Fausto M. Ortega, porque todos los días el gobernador lo encontraba ahí, en una oficina que prácticamente no tenía antesala. Eran los tiempos más elementales, así que poco ameritaba el aparato estatal. Don Fausto, oficial mayor con Rafael Ávila Camacho, un burócrata común y corriente puesto ahí en el poder de la familia teziuteca, recibió línea del Presidente Ruíz Cortines para romper de una vez el cacicazgo: “Usté va a gobernar –le dijo el veracruzano-, no los Ávila Camacho”. Por eso Rafael subió un día hasta el despacho de Don Fausto y lo agarró a fuetazos, a la usanza de su hermano mayor, como último signo de esa fuerza perdida.

Eran tiempos elementales, piensa ahora el experimentado reportero. Estudiaba Leyes en El Carolino, en el primer patio. Hasta allá llegaban los de Medicina a mentarles la madre: “Ley, justicia y ciencia, chingue a su madre jurisprudencia”, gritaban los futuros matasanos. “Formol, benzol, bencina, chingue a su madre Medicina”: Y luego seguían los cadenazos de los grupos sobre la 4 muy lejana todavía de su pomposo bautizo de Plaza de la Democracia.

Pero cuánto cambia una sociedad de un día para otro. Una tarde cualquiera de 1961 se olvidaron las consignas gremiales entre Leyes y Medicina. El reportero vio formarse los dos campos ahí a la vuelta, frente al Palacio Municipal; los mismos rostros, las mismas cadenas, pero las consignas confirmaban la entrada de los sesenta:

“Mueran los FUAS”

“Mueran los comunistas”.

El ritual establecido

Todos en sus puestos a las 11.10 de la mañana.

Los hombres del sistema en el máximo ritual del año cumplen disciplinados el protocolo establecido, apretujones incluidos. Es una mística establecida ya sobre la voluntad de los individuos, cada quien asume su papel en el escalafón de jerarquías y modernidades. Ahí están los gobernadores como sacerdotes testigos: bordean con el incienso de sus rostros adustos a las dos figuras petrificadas, Fidel Velásquez y Manuel Espinoza Iglesias, sentaditos juntos los dos viejos como si se quisiera paralizar la lucha de clases en el apretón de manos que se dieron cuando se encontraron. Al frente, los oficiantes Piña Olaya, Patricio Chirinos y José Alarcón repartían el pan y el vino de la misa laica. Entre unos y otros, los diputados como acólitos sin campaña. En el espacio entero el auditorio, los adoradores que invocan al Dios altísimo del presupuesto. “Y con tu espíritu”, repetirán una y otra vez en los aplausos. Afuera, los sacrificados con su aura de pueblo completan el escenario de la festividad, campesinos con sus demandas en el morral y escolare4s con agudísimo popurrí de música mexicana.

Sí, todos están en sus puestos a las 11.10 de la mañana.

Los panistas también.

No lo vio venir ninguno de los operadores del gobernador. No tomaron en cuenta a Paco Fraile allá arriba agazapado. O pensaron que la interpelación sería después, a la usanza del Congreso de la Unión, con los diputados de la oposición sacando cartelitos y vociferando desde sus curules. O se confiaron en el acuerdo entre los diputados. Pero no, se los madrugó el diputado Mantilla, el mismo personaje tartamudo e indescifrable en sus pesadísimos discursos en la Cámara. De un salto se plantó frente al altar, ante un Mariano Piña que apenas acomodaba sus papales en el atril. Allí quedó paradito, como un niño de primera comunión, con sus folders bajo el brazo para controlar el nerviosismo frente al sacerdote que nunca se inmutó.

“¡Señor gobernador –se oyó-, yo quisiera preguntarle dónde quedaron los dos billones de pesos...!”

Lo que haya dicho es lo de menos. El ritual se rompió un instante, lo suficiente para que las neuronas institucionales activaran la defensa y completaran el sainete.

De inmediato Alarcón: “Señor diputado no tienen derecho de hacer uso de la palabra...” Y otras frases así que los que ocupan su puesto en México han dejado listas para estos casos.

Y de inmediato Celso Fuentes, el primero que arrancó con el aplauso para apagar la voz del panista.

Y diez segundo después el doctor Sergio Guzmán, el único diputado que en octubre votó en contra en el caso de la resolución de Jolalpan, subió a pedir al panista que terminara ya con el show.

Pero no quería. Y seguía con su cuento.

Y a los quince segundos el ganadero Alfonso Lechuga Fosado trepa al entarimado. Y jala del brazo al panista. El doctor Guzmán mejor se hace a un lado. Y a los veinte ya Mantilla agarró al priísta del cogote. Y lo empuja. Y un auditorio ducho en la materia hubiera gritado “¡Santo, Santo, Santo!”. Pero sólo hay aplausos y más gritos de “¡payaso, payaso, hijo de Husein!”. Y el ganadero serrano empuña y perfila un recto a la mandíbula. Pero algo en su corazón, tal vez una mirada de Piña que lo fulmina, detiene lo que hubiera sido el aleluya de la provocación panista.

Y a los veinticinco segundos la voz de Piña Olaya “¡Jorge!” para detener a un guarura que ya iba.

Y mantilla que ya se baja a los cuarenta segundos, y la parvada de reporteros lo persigue. Queda el respiro encabronado de los priístas.

Y el rito sigue.

Algo entretiene la modernidad.

++++

A las 9:30 es el mismo escenario de siempre. El “selecto grupo de maestros de Educación Estética del estado” apabulla infantes. Son inefables: ensayan Qué chula es Puebla. Es natural, los inflaman con eso de que son la imagen de los niños de Puebla. Y los niños cantan, ahora México lindo y querido, y sus voces arrasan en aire en un vaivén agudo y desastroso que desespera a los maestros como un cascabel que les corroe sus conciencias.

Ahí junto un grupo de campesinos de San Nicolás Buenos Aires intenta penetrar la malla de guaruras de traje que contienen y filtran a los elegidos, a los que verán y participarán del oficio adentro. Vienen en representación de su presidente municipal, “no vino porque está muy enfermo”. Pero no vienen de oquis: “Tenemos que ir al pueblo a informar de lo que dijo el gobernador. Nosotros damos apoyo al PRI, ora lo queremos de vuelta, apoyo al campo señor, pozos, allá somos 720 ejidatarios, y una hectária se riega, puritito temporal.”

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A las 10:37 los diputados se faltan al respeto. Han iniciado quince minutos antes la sesión, hablan los diputados de la oposición. Es lo que concertaron, sí señor. Pero el auditorio es un jolgorio: edecanes, reporteros, operativos gubernamentales, todos hacemos nuestro trabajo, atosigamos con grabadoras a los sacerdotes y al que se deje con tal de cumplir con la cuartilla declaratoria de rigor. Nada nos detiene, abrumamos incluso a las momias de capital y trabajo, diez, quince de nosotros reporteros casi ahogamos a los viejos.

Habla el doctor Guzmán, que hoy vino con una gran dote de sentido común. Increpa al público: “Señores, también los diputados de oposición merecemos respeto”.

Y el propio Pepe Alarcón cae en la cuenta y una, dos, tres veces llama la atención. Pero nada ocurre. Alguien reparte un panfleto (Sufragio) a los diputados. Qué bueno, ya no tienen pretexto los señores para no pelar a los que ahora tienen el micrófono. Nadie se sorprende, que siga el jolgorio.

Lunes, 04 Abril 2016 00:00

De cómo Leonardo Sciascia

El pasado 20 de noviembre fue el aniversario de muerte de uno de los grandes escritores italianos, Leonardo Sciascia (1921-1989), imprescindible para comprender no sólo a la mafia italiana, su composición y expansión desde el siglo XIX, también a las mafias contemporáneas y su transnacionalización al incorporarse al mercado de las drogas, es decir la de su conversión al narcotráfico.

Leonardo nació en Racalmuto, provincia de Agrigento en Sicilia, fue profesor de primaria casi toda su vida, hasta que se jubiló en 1970, año a partir del cual se dedicó por completo a escribir. Sus novelas están basadas tanto en personajes de ficción, siempre inspirados en los propios habitantes de su pueblo, como en documentos históricos (La desaparición de Majorana, Los navajeros, La bruja y el capitán, Puertas abiertas, En tierra de infieles); de igual manera es autor de la magistral crónica histórica Todo Modo, en la que relata los angustiosos días del asesinato de Aldo Moro por las Brigadas Rojas en Italia.

Ante su cruda critica de la realidad social, Sciascia fue acusado por sus oponentes de pesimista, Alberto Moravia, por el contrario, descreyó de ese lado oscuro del autor siciliano porque diría “lo que prevalece en él es el optimismo de la escritura.” Narrar la verdad, con toda su crudeza y sin las ataduras que impone según decía el propio Sciascia, la historia oficial, era un camino árido, pero quizás más certero, en la búsqueda de una filosofía de equidad y justicia. Puede la literatura sin ataduras, decía, ser más realista que la historia, pues está generalmente del lado del poder, estructura un discurso y en ese sentido miente para las mayorías.

En 1979 Leonardo Siciascia tuvo una larga conversación con la periodista francesa Marcelle Padovani, corresponsal en Italia de Le Nouvel Observateur, publicada ese mismo año con el título La Sicile comme métaphore y editada en español por el Fondo de Cultura Económica en 1991. De ésta hemos retomado para Mundo Nuestro una selección en la que Sciascia disecciona el origen y funcionamiento de la mafia italiana, en la que el lector podrá encontrar grandes similitudes con la estructura del narcotráfico en México: grupos de origen campesino que inicialmente se organizan para defenderse entre sí, hasta que finalmente encuentran en el camino de la ilegalidad su fortaleza, de la mano claro está de la alianza con políticos, la policía y el Estado para la compra de votos, los favores burocráticos y los negocios fraudulentos. En el trasfondo: el abandono del campo y un modelo de capitalismo consumista inalcanzable para la mayoría.



Entrevista de Marcelle Padivani con Leonardo Sciascia, sobre la mafia, 1979.

Marcelle Padivani (M.P.): ¿Cuál es la labor de la mafia? Recaba votos para las elecciones. Asesina según estrictos intereses de clan (intereses económicos e intereses de poder) impera sobre la subcontratación pública. Aunque por un lado parece que “protege” a la población, por el otro, le merma sus recursos, extrayendo porcentajes y diezmos allí donde haya una fuente de beneficio. Aunque algunos conserven una imagen romántica de ella, muy de fines de siglo XIX, también organiza las principales redes de droga en el mundo así como el tráfico de diamantes. Es como una llaga incurable en la realidad siciliana y aun italiana. Los partidos de izquierda y el movimiento sindical han pagado un alto tributo en muertos para destruir el poder mafioso. Gracias a la Reforma Agraria que siguió a las luchas campesinas y a las ocupaciones de tierras, los partidos y los sindicatos de izquierda consiguieron alejarla del campo, donde dominaba, e introducir de manera más general una “nueva moralidad” en el país. Pero la mafia no ha muerto todavía, aun cuando esté tan desconcertada que tenga grandes dificultades para adjudicarse un jefe. ¿Cuál es en su opinión la evolución de la mafia? ¿Por qué nació en la Sicilia occidental? ¿Cómo se fue ramificando después? ¿Qué es lo que ha cambiado desde hace veinte años en las relaciones de la mafia con la población, con el poder, con los partidos políticos? ¿Por qué la democracia cristiana se ha servido, y sin duda todavía se sirve, de la mafia? En que haya pasado del campo a la ciudad y después de la especulación inmobiliaria al tráfico de drogas, ¿no revela también las dificultades que tiene la mafia? ¿Por qué parece haber una cierta ambigüedad en el ánimo de los sicilianos frente a esta asociación de criminales de derecho común?

Leonardo Sciascia (L.S.): Mi recuerdo más remoto de la mafia se remonta a los grandes procesos penales que abrió Mori, jefe de policía, en 1927-1928-1929, contra el fenómeno mafioso que hacía estragos en Sicilia. Oí hablar entonces de detenciones de mafiosi, de personajes notables encarcelados en los calabozos del reino porque se había descubierto que estaban vinculados a la onorata societá.Racalmuto poseía una mafia relativamente fuerte –una cincuentena de personas- y ya ni se contaban las muertes violentas porque las había prácticamente todos los días. Había órganos de la represión y una delegación de la Pubblica sicurezza (agentes de policía) para una población de trece mil habitantes, la cual en la actualidad goza únicamente de diez carabineros. La represión que Mori llevó a cabo fue tan fuerte y estuvo tan bien organizada que durante años no se hablaba sino de detenciones. ¿Había decidido el fascismo extirpar la mafia de la isla y después de toda Italia? Hoy en día algunos siguen negando que el fascismo haya emprendido esta batalla, pero no los entiendo, pues si el fascismo optó en un principio por la represión antimafiosa, es por la comprensible razón de que dos mafias no pueden coexistir en el mismo país con carácter duradero. El antiguo alcalde de Racalmuto también fue detenido y hay que dejar constancia de que con el consentimiento general, pues todo el pueblo, aunque no lo dijeron abiertamente, estaba de acuerdo en que estas medidas de orden público eran necesarias. Deban la impresión de una gran limpieza. Por lo demás, la mafia fue tan bien extirpada que, en adelante, no tuvimos el “honor” de ver la sombra de un mafioso en Racalmuto. Pero quiero agregar de inmediato que se trata de un caso particular.

No obstante, el fenómeno de la mafia en su verdadera naturaleza, en su acepción profunda, yo no la palpé sino hasta la postguerra, cuando los norteamericanos, que acababan de desembarcar en Sicilia, se organizaron para llevar a cabo una pura y simple operación de reunificación de la mafia, la cual había escogido, como es natural, el campo antifascista en el momento oportuno y, ante la perspectiva de una victoria aliada, había mostrado pedigree político satisfactorio. Parece, pues, que los norteamericanos llegaron a nuestras costas con listas de personas de confianza en los bolsillos –sorprendentemente casi todas ellas mafiosas- a las que asignaron de inmediato puestos de responsabilidad. Fue así como una buena parte de los alcaldes de la Sicilia occidental acabó asociada oficialmente a la mafia. El que era considerado su jefe supremo don Calogero Vizzini, al que llamaban don Caló, fue nombrado alcalde de Villalba. Y lo mismo desde la más pequeña hasta la más grande de las aldeas. Hoy sabemos que los servicios secretos norteamericanos se valieron de la mafia de los Estados Unidos, de origen siciliano, para organizar el desembarco en Sicilia.



Pero quisiera detenerme en un ejemplo que yo considero particularmente significativo, el del sargento Dickey. En tanto que agente de la CID (Criminal Investigations Division), Dickey detiene en Sicilia al famoso jefe mafioso Vito Genovese, “hombre punta de la malavita tanto en tiempos de Mussolini como con la administración del gobierno militar aliado”, como se dijo. El intrépido sargento Dickey logró pues atrapar a Genevese, a quien se buscaba en Estado Unidos por homicidio, y en el momento de la captura, encuentra Genevese provisto de un cierto número de credenciales por oficiales del GMA (Gobierno Militar Aliado), quienes afirman con frialdad que el boss mafioso es “profundamente honesto”, que “denunció numerosos casos de corrupción y de mercado negro que eran obra del personal denominado “de confianza”, y que es, además “digno de confianza, leal y de gran seguridad para el servicio”, etc. Las desdichas de Dickey acaban de empezar, pues nadie en Italia ni fuera de Italia quiere asumir la responsabilidad de un arresto de este tipo. Durante seis meses, Dickey trata de informar al célebre coronel norteamericano Polleti -¡qué tanto hizo por Sicilia!- y nunca lo consigue. Dos veces los descubre en su despacho, desafortunadamente, tirado entre mujeres y botellas vacías. Cuando después de haber estado meses tras él, Dickey logra hacer comparecer a Genovese ante el tribunal norteamericano, tiene la mala suerte de que el testigo de cargo, que estaba encerrado en una cárcel estatal, muera envenenado. Se ignora todavía quién fue el autor del crimen. Pero en todo caso, ya no había nadie que pudiera probar la culpabilidad de Vito Genovese, quien por tanto fue absuelto y más adelante sirvió de modelo al Padrino.

La administración militar aliada en efecto llevó a cabo una restauración y una revaluación de la mafia siciliana. Se puede pensar que se trata de un fenómeno completamente aberrante, salvo si se tiene en cuenta que la mafia había sido durante mucho tiempo separatista en el plano político y se había convencido de que los Estados Unidos querían hacer de Sicilia “la cuadragésima novena estrella” de la bandera norteamericana (no fue sino más tarde cuando la mafia se dedicó a apoyar a los partidos nacionales italianos, a partir de que comprendió que los Estados Unidos no tenían ni ganas ni interés de hacer de Sicilia una entidad autónoma que mantuviera vínculo de privilegio con América del norte). Así fue como la mafia pasó del protectorado norteamericano al protectorado democristiano. Pues la mafia está siempre por definición del lado del poder. En este contexto se ubica la historia de Salvatore Giuliano, bandido de camino real antes de convertirse en instrumento de la mafia y de la Democracia Cristiana, y que fue utilizado por estos dos poderes mientras resultó utilizable. La mafia ha tenido siempre con el bandidaje una relación de estricta conveniencia. Lo sostiene mientras saca de él algún provecho, pero si este apoyo puede llevar a una ruptura con el Estado para eliminar a los que están afuera de la ley. La historia de Salvatore Giuliano, quien masacró a los trabajadores el primero de mayo de 1948 en Portella-della-Ginestra (Sicilia), marca el punto de conveniencia máximo del bandidaje con la mafia, a la que, en este caso, la democracia cristiana le había encomendado que asestara un golpe a los partidos de izquierda porque de este episodio sangriento (once muertos) la mafia había encontrado otros medios, otros métodos, otros hombres, que no implicaban ya forzosamente la utilización sistemática de la violencia. ¿No se acababa de proclamar la autonomía regional[1] y, con ella, la perspectiva de jugosos beneficios en relación con la gestión del tesoro público por los autóctonos y con las “reparaciones” que el Estado italiano reconocía que había que llevar a cabo en la isla? De estas “reparaciones” nacieron no sólo la promoción de las actividades de la mafia sino también la industrialización bárbara de Sicilia, con la construcción de esas “catedrales en el desierto” que son las fábricas cuando no se benefician de un tejido económico y social adecuado, y la especulación inmobiliaria para terminar.

Sicilia podía beneficiarse de un tipo de desarrollo basado en la agricultura y el turismo; pero se escogió una segunda vía, la de la industrialización a ultranza, que no resolvió nada por que empleó únicamente a una pequeña cantidad de mano de obra y desequilibró zonas enteras de la isla, sembrando por donde quiera que pasara el desorden y la contaminación. La mafia se insertó de manera completamente natural en el proceso de desarrollo industrial, convirtiéndose de nuevo en empresario, gestor, revendedor, intermediario y agente de reclutamiento. Y en cada una de estas actividades tuvo la habilidad de extraer diezmos, impuestos y porcentajes, acabando por constituir una clase en sí y por justificar la tesis de Hobsbawm: la mafia –él dice- es “una es especie de burguesía”, representa incluso la única posible burguesía en Sicilia. La única diferencia entre esta burguesía y una burguesía de tipo europeo, por así decirlo, es que la mafia lleva a cabo una explotación llamada rapina desencadenada, salvaje, como la que ejercía antaño en las azufreras. Con la intención de sacar el máximo beneficio y en los plazos más breves posibles, sin preocupación alguna por los problemas de seguridad del personal, como la necesidad de construir trabes y contrafuertes en la mina, y sin siquiera preocuparse de programar sus propios beneficios. Es la lógica del “todo y ya”, perjudicial tanto para la salud de los trabajadores como para el porvenir de las empresas.



Esta burguesía mafiosa obedece a otras reglas que no son, tampoco las de la burguesía clásica, pues el poder mafioso no es hereditario. No se nace mafioso, uno se vuelve mafioso. Cuando se es hijo de mafioso, no se recibe ningún imperio en herencia, hay que conquistarlo. Y es así que el poder del más poderoso de los mafiosos se puede trastocar de la noche a la mañana por la irrupción de capas nuevas, la llegada al mercado de miembros recientes que cuestionan aquello que consideran una institución, y es lo más normal, pues el hecho de poseer las más fastuosa riquezas no vuelve legítimo un poder basado en la violencia, la violación de la ley y el abuso generalizado. ¿Quién podría asombrarse de que una violencia más joven o más carente de prejuicios, llegara a trastocar una violencia establecida desde hace mucho tiempo, y que las batallas intestinas y los conflictos de generaciones llenaran las páginas de los periódicos de hechos diversos a la vez que ensangrientan las banquetas de la buena ciudad de Palermo? De esta terrible lógica de los jóvenes contra los viejos nace la precariedad y la incertidumbre del poder conquistado por el mafioso, de modo similar a Sísifo, aquel tiene que reconquistar eternamente su lugar por muy modesto que este seam para el nunca hay nada adquirido definitivamente y que tendrá que luchar hasta el final por el poder, es decir, en el lenguaje de la mafia, por la vida.

¿Dónde se organiza este poder mafioso? En las cárceles. Las cárceles son las universidades de los mafiosos, en especial la de Ucciardone en Palermo, desde donde a veces los boss siguen dirigiendo sus asuntos, políticos o comerciales. En mi obra de teatro I mafiosi, quise mostrar cómo había sido posible que la mafia, que ya era fuerte en el Estado borbónico, hubiera encontrado en el Estado italiano el mejor estímulo para su desarrollo, sobre todo gracias al aparato electoral. Se puede concebir así, al contrario, por qué le resultó fácil al fascismo, al menos en una primera etapa, entrar en guerra contra la mafia, al no tolerar el régimen de las elecciones libres; el poder político no necesitaba a la mafia para organizar, si era necesario mediante la violencia, el consenso electoral. Se entiende también porqué la democracia proporciona un terreno favorable a la mafia. Es muy triste, pero es así: democracia y desarrollo económico son las vigas maestras de la mafia…

Esta mafia está ligada para siempre al hecho de que la democracia se organice y de que el dinero circule. Cuando la agricultura deja de garantizar un ingreso decente, la mafia, en tanto que fenómeno rural, tiende de inmediato a declinar y el mafioso agrícola a desaparecer en los campos. Ya no se oye hablar de él. Este viejo mafioso patriarcal hacía un poco el oficio del juez de paz, resolvía con una especie de buen sentido innato los sitios más complejos y vivió en una especie de sacerdocio laico en el seno de cada pueblo. No tenía otra riqueza que las tierras de las que se había apropiado mediante la violencia ejercida exclusivamente sobre los más ricos que él, lo cual no le volvía forzosamente antipático a los ojos de todos. Tenía un método infalible para con los ricos: hacía que se endeudaran hasta el cuello y después los obligaba a vender a bajo precio. Encontramos el prototipo de ello en El gatopardo, en el personaje llamado Sedara (es decir, el padre de Angélica). El mafioso rural había trepado simplemente la escala social porque de arrendatario había llegado a propietario, un propietario que ejercía a su vez derechos de naturaleza feudal sobre sus empleados. El campesino que trabajaban sus tierras tenía que esforzarse más y pedir menos que otros, contentarse en general con que se le pagara con servicios y ser objeto de numerosas molestias y maltratos. Para este campesino, la única diferencia entre el varón “latifundista“, que era dueño de la tierra, y el mafioso, disfrutaba antes de adueñarse de ella, consistía en que este último, en vez de ir a gastar el dinero a Palermo, vivía en su tierra, sudaba en su tierra. Y acababa por merecer el poco bien que se había ganado.

Éste tipo de mafioso ha desaparecido con la migración a las ciudades. A partir de los años cincuenta, las poblaciones pequeñas se empiezan a despoblar, poco a poco las tierras van siendo abandonadas (además han resultado cada vez más improductivas), y entonces las ciudades entran en apogeo, se construyen fábricas, oficinas, viviendas y circulan grandes cantidades de dinero. La mafia vuelve a ser lo suficientemente hábil para llevar a cabo la gran mutación del siglo. Abandona las fuentes de riqueza de origen bucólico y se convierte en empresario de obras públicas, maestro de obras en el edificio o constructor inmobiliario. Trasplanta a la ciudad un sistema de gobierno idéntico al que practicaban en el campo: la mayor explotación posible del trabajo de los demás; una excelente organización; la práctica generalizada del porcentaje que se descuenta de antemano tanto del departamento que se va a construir, del puente cuya construcción se va a iniciar como de las oficinas que determinada empresa va a inaugurar. El militarismo como método de mando; la violencia como ley. Si para finalizar agregamos que la mafia ha establecido vínculos tales con el poder político, en especial con el demócrata cristiano, que estos vínculos le permiten la impunidad en caso de transgresión explícita de las normas…

Que si un empresario honesto quiere obtener un permiso de construcción en uno u otro lugar, tiene pocas oportunidades de ver realizado su deseo… En tanto que el mafioso obtiene todo lo que desea y transgrede alegremente la ley: construye doce pisos de altura en lugar de seis, pero nunca se le ocurrirá a nadie, ni siquiera a los expertos del catastro, atreverse a decir que el inmueble del mafioso es más alto de lo que la ley permite. Esto puede que parezca completamente surrealista. La verdad es que la mafia mantiene con el Palazzo (el poder) o bien una relación de corrupción pura y simple a base de dinero, o bien una relación de tipo electoral que confiere a los demócratas-cristianos la seguridad de que obtendrán el mayor número posible de votos. Sumamente responsable de la extorsión electoral, la mafia se encarga tanto de reunir a los “clientes” el día de la consulta como de presionarlos mediante el miedo, la violencia, la corrupción y los pequeños favores. No hay porque creer que la organización “clientelista” de la mafia es únicamente prevaricación y abuso; la mafia no descuida para nada los mecanismos del interés, sino todo lo contrario. ¿Qué hay de interesado que la promesa del posti, del puesto, cuando alguien está desempleado? ¿O las facilidades que se ofrecen, las que una burocracia normal tendría que garantizar a todos los ciudadanos, pero que en Sicilia tienen el cariz de un favor muy especial? Por ejemplo, la obtención rápida de un certificado (de nacimiento, muerte, de matrimonio, de propiedad, de salud). En Sicilia es casi imposible obtenerlo sin la intervención de algún intermediario, es decir de un mafioso capaz de recaer con todo su peso en los empleados de los servicios administrativos. ¿Qué pedirá a cambio del servicio prestado? Algo módico, la boleta de voto en favor de la Democracia Cristiana. ¿Por qué tendría uno que negarse? ¿No le han sacado del apuro?

En Sicilia hay un hambre tal de posti, de puestos públicos, hay tantos desempleados y tan pocos lugares de trabajo que el poder mafioso está lejos de desaparecer. Tanto más cuanto que nadie cree, con toda razón, que los concursos se desarrollen normalmente y que sean los mejores los que ganen los puestos. Así pues, supongamos que la víspera de una consulta electoral, el municipio publica un anuncio de concurso para cien plazas en la administración de la ciudad de Palermo. Habrá, sin duda, unos diez mil aspirantes, diez mil desempleados que quieren trabajo, lo cual quiere decir diez mil familias con su red de parentesco extendida, o sea ochenta mil personas como mínimo. El mafioso interviene, promete puestos a todo el mundo, se desenvuelve como un intermediario eficaz, cortés y de trato agradable. Llegados a este punto, se me podría decir: “De acuerdo, el mafioso promete puestos, pero no está a su alcance el cumplimiento de sus promesas y su credibilidad se irá desinflando como un globo”. Y así sería si las plazas que se ofrecieron desde el comienzo no estuvieran en definitiva atribuidas verdaderamente a desempleados protegidos por la mafia, pero no: están cien hombres en paro que de repente dejan de estarlo, se trata de personas que uno conoce, que forman parte del vecindario, de las que nadie ignora que estaban recomendadas. Quién puede sorprenderse entonces de que en las elecciones, este conjunto de redes familiares vote, en todo o en parte, por el partido que aconsejan los mafiosos, o sea, por la Democracia Cristiana.

No olvidemos tampoco los pasos para conseguir un puesto en un banco o un permiso para llevar armas, una licencia para abrir una tienda (o un simple puesto de flores) o para conseguir la administración de una gasolinera, tareas todas ellas ante las que un ciudadano, en su calidad de simple ciudadano, se siente naturalmente desamparado. La mediación de la mafia llega entonces en el momento preciso para ahorrarle las peores molestias.

No obstante, en la actualidad, la ruptura con la cultura inicial de la mafia está en vías de llevarse a cabo por razones que Pier-Paolo Pasolini denominaba “hedonistas”. Todos nosotros, mafiosos o no, ahora queremos gozar de la vida; el cine y la televisión ofrecen modelos de existencia homologadores que sean muchos más libres y más “consumistas” que en otro tiempo. El joven mafioso lo mismo que todo el mundo, tiene unas ganas locas de vivir su vida, sin cansarse demasiado y gozando del máximo bienestar posible. Es por esto que se realiza la ruptura con los “papas” de la mafia y no, desafortunadamente en nombre de una nueva cultura, de una nueva concepción de la vida, sino, antes bien, en nombre de una existencia más fácil, más agradable, más desligada de preocupaciones materiales, en suma más al día. La cultura mafiosa cede así el lugar a una no-cultura que lo único que pide es vivir sin trabas.

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Los mafiosos, que representan el desorden institucionalizado, necesitan perentoriamente el orden a nivel de la criminalidad baja y media. En un crimen cometido por la mafia no es raro que no se encuentre al cadáver, pero no es por razones directamente vinculadas al carácter mafioso del criminal. En general, significa que han intervenido motivos de orden político-financiero, tal vez incluso que los servicios descritos se han deslizado en la historia.

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Pero desafortunadamente basta con una baja en el ánimo público para que la mafia se inserte, prospere y se multiplique. Por último, la mafia llegó a Estados Unidos: primero organizó la salida clandestina de Sicilia a América y después garantizó a los recién llegados una buena recepción en el Nuevo mundo.

La mafia ofreció entonces tantas analogías con el capitalismo que no fue nada difícil para el capitalismo asimilarla.

Y además había aquellas malditas elecciones… Es imaginar la temible seducción que debían ejercer en un político norteamericano deseoso de triunfar esos grupos humanos organizados y que obedecían a pie juntillas las órdenes de sus jefes. Pero en el momento mismo en que estos políticos decidieron valerse de la mafia, tuvieron que servirla y encubrirla en sus ilegalidades. El periodo más glorioso fue evidente el de la ley seca, pero el periodo actual, con su tráfico de droga no les es menos desfavorable.

Cuando se han celebrado elecciones en Estados Unidos, miles de sicilianos se han sentido más que contentos de poder poner de manifiesto sus talentos de organizadores de consenso; indiferentes a los problemas de la democracia en este país extranjero --¿lo son menos en el suyo?--, le han hecho el juego al partido conservador. Ellos, aquellos que partieron de la Italia rural y subdesarrollada impulsados por la miseria, helos ahí transformados en pilar del sistema electoral menos democrático y del capitalismo industrial que más explota la miseria. En suma, se han pasado una vez más de lado del patrón.

Me pregunto a menudo acerca del poder inalterable de la mafia. Observándola y escudriñándola, he empezado a conocer el sentido de sus más pequeñas manifestaciones. Y sé que cuando la mafia atraviesa por períodos de crisis interna en los que los arreglos de cuentas llenan de flores los adoquines de Palermo y se empieza a contar los muertos de las grandes familias mafiosas, pues bien Dios mío, las cosas no van tan mal puesto que los mafiosos se matan entre ellos. Sé, por tanto que cuando la mafia dispara y se la cree inexistente, aplastada, eliminada sé qué está pasando por un buen periodo, que está almacenando los beneficios y que su aparente silencio disimula sus ganancias.

El Estado tiene una gran responsabilidad en la fortuna de la mafia y se puede decir incluso que en cierta manera la ha alimentado en su seno. A veces se ha acusado al Estado de los “errores” que ha cometido en su lucha contra el fenómeno mafioso. ¡Si tan sólo se tratara de “errores”! A decir verdad, el Estado nunca ha luchado contra la mafia. En la época en que el Estado conformaba una verdadera mafia, en la que había llegado a convertirse totalmente en una mafia --me refiero al fascismo--, entonces sí, el Estado trató de expulsar a la mafia como fenómeno de competencia. Más tarde, esta lucha adquirió aspectos a veces espectaculares, a veces grotescos, con batallas entre policías por ejemplo, como si los boss se escondieran en los matorrales, en la resistencia, pero nunca hubo una auténtica voluntad de extirpación. Tuvo lugar también el episodio de la Comisión Parlamentaria de averiguación sobre la mafia, formada bajo la presión de la opinión pública continental y en especial del Partido Comunista. Se habló mucho de la mafia, tal vez incluso demasiado, pues se alimentaba la esperanza de que las medidas de policía y de justicia fueran a permitir circunscribir el fenómeno. Pero, extrañamente, nada de eso se produjo y, en cambio la mafia tuvo la inteligencia de aprovechar la oportunidad que le ofrecía esta averiguación para llevar a cabo una renovación interna que había llegado hacer indispensable con el ascenso de las nuevas generaciones. La mafia se liberó de sus personajes más folclóricos, más comprometidos, los que estaban más al descubierto, los más gastados, y después se presentó a la opinión pública como la víctima de medidas plenamente anticonstitucionales.

El aparato del Estado se bloqueó más arriba, a nivel de los funcionarios de las cabezas de distrito y de los ministros romanos que tenían estrechas relaciones con los políticos. Es concebible que el balance que se sacó de las acciones de esta comisión no fuera muy optimista.

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Ellos (los mafiosos) son, en el fondo, lo que Montesquieu denominaba la virtud, refiriéndose a las clases dirigentes, son hasta virtuosos en el sentido simple del término; es difícil descubrir en ellos el menor escándalo, o el menor adulterio, o el menor drogado o aún la mínima simpatía por el izquierdismo. El mafioso odia el desorden y la no observancia de las normas. Puritano, adepto a las costumbres más austeras rígido en su comportamiento individual y social, no debe por tanto hacer sonreír; en una sociedad que asiste impotente a la disolución de las normas, el mafioso vive en un sistema que Calvino muchas veces no desaprobaría.

Conocí a un abogado especializado en la defensa de casos mafiosos. Un día, un gran bossfue a buscarlo a su casa. El abogado se estaba lavando y lo recibió, a pesar de todo, haciéndole pasar al baño. El mafioso de contempló con un aire ofendido, le tiró la toalla y le pidió que se secara:“S’asciugasse”, le dijo. Pero el pudor no lo es todo. Para completar su preocupación por las normas, el mafioso es capaz de comportarse como fiel Cervantes religioso. Sí, va a misa; no, no es particularmente creyente; pero los ritos sociales colectivos representan para él un elemento de satisfacción, una impresión de normalidad. Detesta todas las formas de marginalidad.

[1] Desde 1970, las veinte regiones de Italia gozan de autonomía administrativa, legislativa y económica. Invierten a su antojo los fondos que les adjudica el Estado.

Lunes, 04 Abril 2016 00:00

Cien números de la revista Elementos

La revista Elementos que la BUAP edita desde 1984 es sin lugar a dudas una de las más importantes publicaciones de divulgación científica en Hispanoamérica, y probablemente la más consistente y calificada en México. Publica ahora su edición número cien. Con este texto, su director histórico, fisiólogo del Instituto de Fisiología de la misma universidad, el Doctor Enrique Soto Eguíbar, da cuenta de las razones de este festejo por la ciencia en México.

ELEMENTOS N.100

En qué es diferente publicar 100 Elementos a 98 o 103? Bueno, realmente en nada y en mucho. Estos números múltiplos exactos de 10 tradicionalmente inducen al festejo y un 10 de 10 no es para menos. Este número revela la persistencia de un acontecimiento: 3 veces algo es poco, 10 veces es usualmente considerado como “algo” y 100 veces es considerado bastante o mucho, aunque no siempre, ya que lamentablemente 100 pesos representan ya muy poco.

Como sea, en el caso de una revista es un buen motivo para festejar, al menos demuestra que hemos sido tenaces, o a lo mejor muy necios, lo que sea, pero no poco. Festejemos pues que la revistaElementos publica su edición número 100 y con ello se suma a un selecto grupo de revistas culturales con el claro don de la persistencia. Este hecho revela, además, que en nuestro medio estamos aprendiendo a crear tradiciones científicas y culturales, que hemos logrado rebasar los sexenios gubernamentales y, en el caso de las instituciones universitarias, los cuatrienios rectorales. Estamos con ello apostando a una nueva forma de tradición, la académica, y creo yo, sentando las bases de lo que a largo plazo puede ser la cultura científica moderna en nuestro medio.

En el desarrollo de Elementos pueden distinguirse dos etapas, una primera de formación en que fue promovida y dirigida por Jesús Mendoza Álvarez (actualmente Subdirector de Radio y Televisión del CONACyT) y que abarca del número 1 al 15, publicados entre el año 1984 y 1990, y una segunda etapa de rescate y consolidación, en que me ha tocado dirigir la revista desde el año 1992 al presente y que abarca desde el número 16 al 100. Dicho esto, es claro que la edad en años de la revista es mayor de lo que aparenta con sus 100 ediciones, lo cual revela que en una primera etapa la revista estuvo sujeta a diversos vaivenes institucionales y no logró sortear indemne los cuatrienios que ya he mencionado. En su segunda etapa, por fortuna, se ha privilegiado la estabilidad sobre otros elementos relacionados con la organización administrativa de la Universidad, lo que nos ha permitido editarla de forma estable y con un perfil definido que ha tenido, y esperamos siga teniendo, cambios graduales que la han mejorado, sin los grandes sobresaltos que implica reinventarla cada sexenio o cuatrienio, como sucede con diversas instituciones del estado y también de las universidades públicas.



¿Qué pretendemos en esta que he presumido como la mayoría de edad de la revista? Lo fundamental es mejorar su contenido, la profundidad, la inteligencia y el lenguaje con que se abordan los asuntos del conocimiento. Es necesario que nuestros autores amplíen su mirada y problematicen sus asuntos tratando de crear un verdadero diálogo intelectual con los lectores. Muchos de los trabajos que publicamos son todavía más un monólogo que un diálogo dirigido al lector. Este, creo, es un reto general de los científicos y divulgadores, el acento en la internacionalización ha llevado a que los científicos mexicanos abandonemos en gran parte al español como lenguaje. Hay que dar una pelea para sostener a nuestra lengua como parte fundamental en la divulgación del conocimiento científico, más aún si queremos promover la pertinencia social de la ciencia e incentivar el desarrollo de una cultura científica en México y en Latinoamérica.

La ciencia en México es relativamente joven. Si bien se pueden trazar sus antecedentes a los siglos XIX y XX, es realmente a mediados del siglo XX cuando se crean los fundamentos que llevarán a desarrollar instituciones científicas modernas, con personal propio dedicado a la labor de investigación y desarrollo científico. El CONACyT, que fue la primera institución del estado mexicano formalmente destinada a atender el desarrollo de la ciencia en el país, inició sus actividades hace casi 45 años, en 1971. El Sistema Nacional de Investigadores cumple apenas 21 años de vida, lo cual evidencia la juventud de la ciencia en nuestro país. Así pues, con sus 100 números (31 años de publicación),Elementos cumple la mayoría de edad y constituye uno entre los muchos medios que contribuyen a conformar lo que hoy podemos denominar la cultura científica en México, la cual, por su dimensión e impacto social, es sumamente pobre si se la compara con la de países homólogos como Argentina o Brasil. Es por ello que indudablemente debemos celebrar, pero sobre todo promover las condiciones para asegurar el futuro de la revista, que luego de otros tantos números podrá aspirar a inscribirse en el catálogo de la cultura científica latinoamericana, y gracias al desarrollo y crecimiento de la Internet, a la cultura del mundo.

El conjunto de revistas de divulgación que como Elementos contribuyen a la divulgación, difusión y discusión del conocimiento científico académico, es un elemento esencial en el proceso de socialización del mismo y es, entre otros medios de comunicación, esencial para el desarrollo de la cultura científica y en la apropiación pública de la ciencia. Cabe anotar que por su cercanía a la comunidad científica y por la comodidad de los científicos con la escritura de artículos, es que las revistas de ciencia tienen un lugar natural en el pensamiento científico mexicano. Si no me equivoco, la mayoría de revistas de divulgación mexicanas pertenecen a instituciones de educación pública superior, y únicamente conozco a Quo como revista de cultura científica que se edita fuera de una institución pública y está sujeta estrictamente al circuito comercial. Las demás, en su mayoría, y en mayor o menor medida, dependemos aún de fondos públicos para sobrevivir, lo cual indica que no existe una comunidad de interés lo suficientemente grande y con el potencial para “gastar” en la compra de revistas científicas, aunque hay que aclarar que este “esquema de negocios”, hoy, con el desarrollo de Internet, probablemente no tiene sentido, y los editores de revistas científicas tendríamos que imaginar un esquema de circulación que no tiene que ver con la compra de ejemplares impresos, los cuales más bien han pasado, al menos en el caso de Elementos, a representar la menor parte de la edición y están dedicados al consumo local y a la circulación gratuita, esto a pesar de que la revista se distribuye en el cada vez menor y más empobrecido circuito comercial de revistas.

Llegamos así al verdadero reto que enfrentan todos los medios impresos del mundo: Internet.Elementos fue una de las primeras revistas mexicanas que movió todo su contenido a la red y, desde el año 2001, cada uno de los números de la revista fue publicado simultáneamente en forma impresa y digital. En el año 2005 digitalizamos todos los números previos de la revista, desde el primero, conformando así un archivo total disponible de forma gratuita y totalmente abierto en Internet. Estos 100 ejemplares conforman un texto de 6400 páginas, 1267 artículos, disponibles libremente para su uso y distribución gratuita. Elementos se adhirió a la iniciativa de “Open Acces” con una licencia “Creative Commons” de tipo CC (compartir, copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato. Adaptar, remezclar, transformar y crear a partir del material para cualquier finalidad, incluso comercial). Se trata de una licencia amplia que permite descargar los contenidos de la revista, modificarlos, redistribuirlos y hasta venderlos. El único requisito es dar crédito a la autoría y a la publicación original en Elementos. Es esta una de las pocas revistas, y en México la única, que ha optado por una licencia total de todo su contenido. La razón obedece a que es producto de una institución pública y por tanto debe estar disponible para el público en general. Todo esto ha determinado que la revista tenga una presencia en diversos países de habla hispana, y en países como los Estados Unidos, donde el español es la segunda lengua. Esto ha llevado también a que autores de otros países publiquen sus trabajos en Elementos, conformando así un genuino proceso de internacionalización. Este último aspecto es relevante y los números indican que Elementos es hoy claramente una revista de corte internacional. Del total de 535 autores, 440 han sido de instituciones nacionales y 95 de extranjeras. Eso significa que el 22% de los autores que publican en Elementos son extranjeros. Eso aunado al hecho de que el 45% de las visitas a nuestro portal de Internet provienen del extranjero, demuestra claramente la internacionalización de la revista (ver gráficas en la numeralia anexa). Por esto estamos en proceso de renovación del portal de la revista para ampliar la visibilidad de sus contenidos y diversificar sus lectores. Si bien la revista como tal se dirige al nivel educativo medio superior y superior, en el portal de la revista hemos decidido ampliar el alcance a otros niveles mediante la incorporación de contenidos multimedia y noticias científico-académicas, dirigiéndonos a lectores con un nivel educativo por debajo del medio y manteniendo el contenido de la revista tal como se ha desarrollado en los últimos 15 años dirigido al nivel medio superior y superior.

No quisiera terminar este texto sin mencionar a todos los que han colaborado en la revistaElementos (espero no omitir a nadie y desde ya ofrezco disculpas si fuera el caso). En su primera etapa ya mencioné a Jesús Mendoza Álvarez que fue director junto con Jorge Barona Díaz. A Marcelo Gauchat, gracias a quien pudimos dar vida a la segunda etapa de Elementos y quien diseñó esencialmente lo que es hoy la revista; fue él quien nos enseñó a pensar una revista. A Emilio Salceda Ruanova, quien se unió al proyecto a partir del número 18 y desde entonces nos ha acompañado en esta labor. A la asistente María del Refugio Álvarez Tlachi. A los diseñadores Jorge González Aragón, quien realizó el diseño de los números 16 y 17, Jorge Lépez Vela (30 al 57), Elizabeth Castro Regla (58 al 73), Miguel Ángel Sánchez Vázquez (74 al 81) y Mirna Guevara Díaz (del 82 en adelante). A Ileana Gómez Torres y a la técnica de mi laboratorio, Lorena Rivera Valerdi, quien se ha encargado de mucho. Evidentemente destacan los que son y han sido miembros del Consejo Editorial: Beatriz Eugenia Baca, María Emilia Beyer, María de la Paz Elizalde, Jesús Mendoza Álvarez, Enrique González Vergara, Francisco Pellicer Graham, Leticia Quintero Cortés, José Emilio Salceda, Raúl Serrano Lizaola, Gerardo Torres del Castillo, y los ya ausentes Cristóbal Tabares Muñoz y Luis Rivera Terrazas. Finalmente no dejo de mencionar al más reciente, pero no menos importante miembro del equipo editorial de la revista, Leopoldo Noyola, quien se encarga junto con Emilio Salceda de la revisión editorial y de generar contenidos para la revista y especialmente para el portal de Internet.