Nocturnos del Triángulo del Norte Destacado

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Día con día

Joaquín Villalobos, colaborador de El País, consultor en procesos internacionales de paz, ex guerrillero salvadoreño, ha escrito un texto extraordinario a propósito de la crisis histórica que sacude a los países del Triángulo Norte de Centroamérica: El Salvador, Honduras y Guatemala.



Es una crisis múltiple. Cada una de sus dimensiones sería suficiente para poner en peligro la estabilidad de un país o de una región. Todas juntas, convergentes en el espacio y en el tiempo, explican el éxodo que fluye de aquellos países hacia el norte, a través de México, buscando una puerta de salida en Estados Unidos.

Las cuatro fuentes del nocturno centroamericano, según Villalobos, son “la explosión demográfica, los Estados débiles que han perdido autoridad en territorios donde viven millones de pobres, el bloqueo a la microeconomía por la delincuencia y las crisis de gobernabilidad sistemáticas”: Los muros del Triángulo Norte (https://www.nexos.com.mx/?p=43589).



Ilustración de Patricio Betteo, revista Nexos.



En revista Nexos:

Los muros del Triángulo Norte, de Joaquín Villalobos, Revista Nexos, 1 de agosto 2019.

El factor demográfico es uno de los factores más sorprendentes. Resulta de un largo relajamiento en la planeación familiar de la región. El ascenso combinado de la democracia y, dentro de esta, de movimientos religiosos contrarios a políticas preventivas de educación sexual, embarazos adolescentes no buscados y contención demográfica, dio lugar en los últimos años a un aumento demográfico que ni el sistema educativo ni el económico pueden absorber.

La tasa de natalidad en el Triángulo Norte es de las más altas del continente. Guatemala tiene la mayor de Latinoamérica con 26.6 por cada mil habitantes. El Salvador 19.1, Honduras 23.4.

En Guatemala nacen 416 mil niños cada año. El Salvador es el país más densamente poblado de Latinoamérica, con 313 habitantes por km2.

En los últimos 40 años, la población de la región creció de 18 a 40 millones. Los pobres del campo migraron a las ciudades y crearon los bolsones de pobreza urbana y semiurbana donde reina el crimen.

El rechazo a la “educación sexual de los jóvenes y la inexistencia de campañas de distribución de métodos anticonceptivos”, dice Villalobos, hizo crecer y estallar “la bomba centroamericana”.

Esa es la “onda expansiva que está matando gente en los barrios pobres del Triángulo Sur o lanzándolos a morir ahogados en la frontera norte de México”.

Nocturno de las remesas centroamericanas

Una de las tragedias paradójicas de los países del Triángulo Norte de Centroamérica, El Salvador, Honduras y Guatemala, es que la abundancia de las remesas que reciben del exterior no se refleja en una mejoría de los niveles de vida, en inversiones productivas que generen empleos ni, por tanto, en una reducción de la pobreza y de la migración.

Los generosos flujos de dólares alientan un ciclo de importaciones y consumo de baja calidad, circuitos financieros de captura de comisiones y redes criminales de extorsión a las familias que reciben dólares de sus familiares en Estados Unidos.

En las últimas tres décadas, los países del Triángulo Norte han recibido la descomunal cantidad de 180 mil millones de dólares en remesas. El Salvador, 60 mil millones; Honduras, a partir de 2007, 40 mil millones y Guatemala, en ese mismo periodo, 60 mil millones. Sólo en 2018, los tres países recibieron casi 20 mil millones en remesas.

Lo dólares llegan fundamentalmente a familias pobres, pero no es el bienestar de esas familias lo que ha crecido con ese flujo de dinero, sino los homicidios, la violencia y la emigración, ahora ya no sólo por urgencias económicas sino por miedo a perder la vida o tenerla en manos de criminales extorsionadores.

“Es paradójico”, escribe Joaquín Villalobos en su ensayo citado ayer aquí, “pero en la realidad a más dinero ha correspondido más desastre social”. Y con un efecto doblemente perverso: los circuitos financieros que capturan el porcentaje mayor de las divisas ha permitido la formación de grupos económicos que no invierten en sus países sino en el exterior (“Los muros del Triángulo Norte”, https://www.nexos.com.mx/?p=43589).

En estas condiciones, la idea de una especie de “Plan Marshall” para desatar el crecimiento de la zona se antoja ilusoria o trivial.

Daría más en el clavo de las necesidades estratégicas de esos países una colaboración internacional en el fortalecimiento de las capacidades de sus respectivos gobiernos para recuperar el control territorial que por lo pronto tienen perdido a manos de feroces y ubicuas bandas criminales.

El binomio centroamericano de migración y crimen.

Nocturno de la migración y el crimen

El rasgo más visible de la debilidad de los gobiernos del Triángulo Norte centroamericano, El Salvador, Guatemala y Honduras, es el aumento de la violencia y la impunidad del crimen.

Lo característico de ambos fenómenos en esos países es que hacen dramáticamente difícil la vida diaria y casi imposible el desarrollo de los pequeños y los medianos negocios que dan vida y opciones a la economía popular.

La dificultad de la vida diaria es uno de los grandes motores de la migración en el Triángulo Norte. Según una encuesta de la Universidad Centroamericana, 63.8 por ciento de los salvadoreños quisiera dejar su país. Una encuesta equivalente de la Red Jesuita en Honduras arrojó la cifra de 42% de hondureños deseosos de migrar.

El efecto que el crimen tiene sobre la vida y la economía de las personas apenas puede exagerarse: destruye, roba o extorsiona todo lo que está fuera del circuito de grandes negocios, cuyas empresas cuentan con sus propias redes de seguridad privada y cuyos dueños viven amurallados en fraccionamientos de lujo, separados de la inseguridad de sus ciudades.

Lo demás es tierra de nadie donde medra una delincuencia particularmente onerosa para la microeconomía.

Escribe Joaquín Villalobos en el sobrecogedor ensayo que he venido glosando en este espacio:“Sólo en los años 2016 y 2017 en Tegucigalpa, Honduras, se cerraron mil 500 pequeñas tiendas que representan el 30% de estos negocios en la capital. Las pequeñas empresas en Honduras generan entre 60% y 70% del empleo y se estima que pagan 200 millones de dólares anuales en extorsiones. En El Salvador, 72% de las pequeñas empresas es víctima de extorsiones y éstas reportan pérdidas diarias de 20 millones de dólares; centenares de trabajadores del sector transporte público han sido asesinados, además de ser un sector que ha venido sufriendo de la extorsión por más de 15 años. En Guatemala las extorsiones han aumentado en un 72% en los últimos cuatro años y las pequeñas empresas representan 85% del empleo” (Los muros del Triángulo Norte”, https://www.nexos.com.mx/?p=43589).

Vistas las condiciones del Triángulo Norte, solo podemos concluir que la migración centroamericana estará con nosotros mucho tiempo.

En realidad, ya es parte de nosotros.

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Sobre el autor

Héctor Aguilar Camín

Héctor Aguilar Camín (Chetumal, 1946) novelista e historiador, es director de la revista Nexos.