A la vista de nuestros muertos, todos somos peregrinos Destacado

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Mientras pongo mi altar y coloco la foto de boda de mis padres, me pregunto qué pensarían de todo esto que está pasando: el aeropuerto, los migrantes hondureños...

Sin quererlo, pienso inevitablemente en mi educación cristiana y me remito a la historia de María y José caminando en un país lejano del que no se nada. Con un burro y unos huaraches, ella a punto de dar a luz.
Por ese entonces no existía el psicoprofiláctico, ni los hospitales con sus grandes recursos. Ni coches de lujo, ni aviones, ni aeropuertos.
Recuerdo las posadas de mi infancia en donde cantábamos pidiendo posada y nos la negaban hasta que alguien, según la tradición, se acomedía, y nos abría las puertas. Todos celebrábamos. Supongo que esa historia refleja el primer acto de humanidad que puede haber, recibir a los otros y ofrecerle la humilde morada: un pesebre.
No sé que habría pasado si le dijeran a José: "Dónde está tu pasaporte, tu permiso de migración, qué sabes hacer, de dónde vienes, qué hace tu país que no atiende a tu esposa, no tienes seguro, ¡cómo fuiste tan descuidado y no pagaste tu seguro! Ahora ya hay seguro popular., ¿estás seguro qué es tuyo?, nosotros no somos ricos, no tenemos dinero, ni empleo..."
¿No es eso, acaso, lo que pasa con la caravana hondureña?, ¿no están pidiendo posada? ¿Y no es ahora donde éstas leyendas o creencias servirían de ejemplo para que entendamos que el planeta es de todos y que somos seres humanos, unos con más ventajas que otros, pero no por eso mejores? Tal parece que en estos tiempos lo único que vale la pena contemplar es el dinero, la inversión, la economía.
¿Y sí es verdad que la construcción del aeropuerto va a volvernos a los ojos del mundo un país de clase mundial, un país de fiar para los inversionistas? ¿Hemos contemplado que en unos años, no muchos, la ciudad de México se quedará sin agua y nuestro conflicto crecerá buscando el vital liquido?¿Y que se extinguirán especies y aves hasta que acabemos con este planeta? Y si es verdad eso, ¿qué hacemos con el aeropuerto?

Me lo pregunto de nuevo, mientras termino de poner papel picado, veladoras y un par de mandarinas. No veo más que la sonrisa de mis padres mientras la llama de la veladora los ilumina tenuemente.

Y luego el silencio.



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Sobre el autor

María Antonia Yanes

María Antonia Yanes (Ciudad de México, 1967) es dramaturga y directora de casting.