Barranca Honda: la colorida (y textilera) muerte del río Destacado

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Es un jueves cualquiera. Otra crónica gráfica de la destrucción cotidiana de un río.

Es el jueves de ayer en la ciudad de Puebla. En un paraje de tantos cruzado por un arroyo que desde la Malinche va a dar al Atoyac hacia su muerte. El río Barranca Honda. Aquí la descarga es claramente textilera, la que veo desde arriba del puente que lo cruza en la carretera a Fábricas y que pinta con el mejor espíritu alquimista de rojo el río.



La descarga a unos metros del mismo puente.

Son 48 litros por segundo los que caen rojos intensos sobre el cauce del arroyo Barranca Honda, a cinco metros del puente de la carretera a Fábricas, antes de llegar a la vieja textilera Covadonga. Y en un instante el rojo todo lo tiñe. Más tarde averiguaré que la planta textil Acafintex, ubicada un kilómetro arriba por la carretera, es una fábrica especializada en productos teñidos, que de hecho, ese es el punto que la distingue en el competido mercado de la industria textil mexicana. Así los encontraré en Internet:



http://www.acafintex.com/#

“Contamos con la más alta tecnología en el teñido de telas, así como versatilidad para lograr la mejor penetración durante el proceso (…) Podemos teñir con los siguientes colorantes: Indatherenos o a la Cuba, dispersos, reactivos, directos, Naftoles, sulfuros, ácidos…”



No sé si sean ellos los responsables. Pero el río rojo –o amarillo, o verde, o azul o el que le guste al marchante-- está a la vista todos los días. Y la descarga proviene de un drenaje que sale al aire en un caño unos cincuenta metros antes de desfogar sobre el río Barranca Honda. Y la foto del satélite indica que la ruta del drenaje apunta hacia el norte, el rumbo justo en el que se ubica esta fábrica. No sé si sean ellos, pero la existencia de esta descarga –me enteraré por los técnicos del gobierno del estado de Puebla responsables de las estaciones de monitoreo—está registrada por la Comisión Nacional del Agua desde hace varios meses. Y que la descarga es continua y sistemática en su coloración multicolor. Y que, lamentablemente, no ha ocurrido nada.

La mirada abierta desde el satélite. El río Barranca Honda corre de oriente a poniente hasta descargar en el Atoyac. Es una región de fábricas textiles, algunas antiguas como La Covadonta, otras recientes y modernas, como Hilaturas Los Ángeles, al sur inmediato de la confluencia de los ríos, y Acafintex, al norte, a un kilómetro de la descarga.

Aquí la vista corta. En rojo, el punto de la descarga.

El río Barranca Honda visto desde el puente que lo cruza en la carretera a Fábricas.

El río teñido que pasa bajo los dos puentes. A la vista el más viejo, ya en desuso.

El río hacia su desembocadura en el Atoyac, cien metros abajo.

Sirve aquí la mirada amplia, la que permite observar el conjunto de un problema que afecta a más de cuatro millones de personas: aquí, las barrancas y arroyos de la Malinche que descargan sobre la ribera oriente del río Atoyac en su paso por la ciudad de Puebla:

La mirada amplia. Y el reportaje publicado aquí en Mundo Nuestro sobre los ríos que bajan hacia su muerte en La Malinche.

Los ríos de la Malinche: para entender las causas de su muerte

La descarga que encuentro al final del río Barranca Honda es una de las más graves según datos recuperados por los monitoreos realizados por Dale la Cara al Atoyac, A.C. Es una más de las incontables descargas clandestinas de los ríos muertos de la Malinche. Esta cae a menos de cien metros de la confluencia del arroyo Barranca Honda con el río Atoyac. He llegado esta tarde de jueves con los activistas de Dale la cara al río Atoyac, A.C. He seguido con detalle la toma de muestras de los técnicos que desde el 4 de diciembre realizan el monitoreo de la calidad del agua para esta organización civil decidida al rescate del mayor de nuestros ríos, el que explica la existencia misma de la sociedad poblana.

Los técnicos que toman las muestras para el análisis encargado por la Dale la Cara al Atoyac, A.C.: me dirán que el aforo es de 48 litros por segundo y que la temperatura alcanza los 38 grados centígrados.

Y constato con ellos que su muerte decretada con estas descargas es real, cotidiana, apabullante.

Tengo a la vista los datos que veo en una de las pantallas de la estación de monitoreo que el gobierno del estado de Puebla ha construido –nueve en total, desde Texmelucan hasta el sur de la ciudad de Puebla, más allá del Periférico.

La toma de agua del río Barranca Honda para la estación de monitoreo.

La toma de agua del río Atoyac en la misma estación de monitoreo.

Los indicadores a la vista y en tiempo real: cero oxígeno; conductividad en 1568 puntos.

El interior de la estación y su equipamiento.

La estación de monitoreo operada por el gobierno de Puebla. Se construyeron con recursos federales. Actualmente la Comisión Nacional del Agua mantiene un litigio ante un juzgado por cuestiona su ubicación por el riesgo de que la creciente del Atoyac pueda llevárselas de por medio. Como quiera, ahí están, y siguen en tiempo real el pulso de un río contaminado sin recato por industrias y ayuntamientos.

Es un jueves más en la historia del río Atoyac. Las lluvias hoy no han provocado que una nube densa de tóxicos se diseminen en la rompiente que existe atrás de la fábrica Hilaturas Los Ángeles. La carga de amoniacos y nitratos están a la espera de ser analizados por los técnicos de las plantas de monitoreo. Ahora escurren hacia la ciudad inconciente.

Y uno tras otro de los ciudadanos que los huelan dirán como si nada: “Cómo apesta el río Atoyac.”

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Sobre el autor

Sergio Mastretta

Periodista con 39 años de experiencia en prensa escrita y radio, director de Mundo Nuestro...