Profética 16 Aniversario: La bibliotecas de Miguel de Sandoval y José Miguel Sarmiento

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Mundo Nuestro. Profética, Casa de la Lectura ha cumplido en este arranque de julio catorce años de existencia como proyecto cultural en la ciudad de Puebla. Para conmemorar este aniversario presentamos este texto de la historiadora Emma Yanes Rizo que da cuenta de dos personajes que habitaron la casa a principios del siglo XX y que paradójicamente contaban en ella con interesantes bibliotecas: el licenciado Miguel de Sandoval y el historiador José Miguel Sarmiento.

Al comenzar el siglo XX la ciudad de Puebla tiene transformaciones sustanciales, tanto por la reconstrucción de la misma luego de la diversidad de sitios y la destrucción de inmuebles en el siglo XIX, como por el nuevo concepto de modernidad que quiso dejar atrás la época colonial para inscribirse en el afrancesamiento urbano. El régimen de Porfirio Díaz terminó en 1911, con el advenimiento de la Revolución Mexicana. En esa etapa, entre las obras importantes en la ciudad de Puebla, está la inauguración del Mercado la Victoria el 5 de mayo de 1913, cuya arquitectura produjo un cambio en la imagen urbana. Dicho mercado se convirtió al poco tiempo en central de abastos de la ciudad, con lo que contribuyó a la transformación paulatina de su entorno inmediato en el uso del suelo, de habitacional a comercial.[i]



En 1917 se cambia la nomenclatura de las calles por la que se emplea actualmente, así la casa de la Limpia 7 pasó a ser la 3 Sur número 701. Dos años después, Venustiano Carranza promulga la Ley sobre Conservación de Monumentos, Edificios, Templos y Objetos Históricos o Artísticos, en la que prohíbe la destrucción total o parcial de inmuebles históricos, ya fuera de propiedad privada o pública, quedando la Dirección General de Bellas Artes como la institución encargada de su estricta vigilancia. Puesto que ocupará José Miguel Sarmiento, futuro inquilino de la casona.

En la década de los años veinte, en la ciudad de Puebla predominan las casas de dos pisos en el área central y de un piso en la periferia y en los barrios; hay todavía una integración en cuanto a las alturas, existiendo alineamientos en los pretiles, cornisas, altura de las balaustradas y remates de las casas colindantes, pero aún existía cierta uniformidad en las casas, y en el paisaje urbano predominaba todavía la horizontalidad. Sin embargo, también en ese periodo a ciertos edificios se les agregó un piso, con lo que se comenzó a romper el perfil urbano.[ii]

En los años treinta se extiende el impacto del automóvil en la fisonomía urbana. Para satisfacer las necesidades del mismo se requirieron gasolineras, estacionamientos, así como abrir los vanos de las casas con lo que se truncaron las fachadas de los inmuebles coloniales y los patios se convirtieron en garajes.[iii]

Además, en varios de los edificios coloniales desde esa década y prácticamente a lo largo de todo el siglo XX, en la planta baja de los mismos se abrieron enormes vanos para colocar aparadores con el fin de exhibir las mercancías de los comercios, introduciendo las cortinas de metal articuladas como uno de los elementos de la degradación urbana. A partir de los años treintas la ciudad creció, tanto demográficamente como en su mancha urbana, extendiéndose por todos los puntos cardinales al crearse nuevas colonias, que rodeaban tanto a la traza española como a los antiguos barrios indígenas coloniales.

Sin embargo, el inmueble de la Limpia 7 se conservó como casa habitación unifamiliar todavía en esa época y prácticamente hasta los años cuarenta del siglo XX, a pesar de la renta de locales comerciales en la parte baja del edificio seguían sin realizarse cambios sustanciales en su fachada.[iv]



El licenciado Miguel de Sandoval como propietario de la casa de la 3 sur 701 (Profética)



El siete de agosto de 1882, la casa de la hoy Profética pasó a ser propiedad del licenciado Miguel Sandoval, quien vivió en la parte superior de la vivienda hasta 1926. Sus padres fueron el escribano Gregorio Sandoval y Guadalupe Limón. Miguel se casó con la señora Guadalupe Machorro. Tuvo tres hijos: Gonzalo, Alfredo y Josefina, de apellido Sandoval y Machorro.

El licenciado Sandoval era un hombre acaudalado y culto, tenía en propiedad además de la ya mencionada casa de la Limpia, la casa número 11 de la calle de Astomba, la número 5 de la calle de Tecajete, la 12 de Herreros o La Fragua, la 6 de la calle de Santa Teresa y la 4 de la Portería de Santa Catarina.[v]

Mientras Sandoval vivió en Limpia 7, rentó la parte baja del edificio con accesorias para diversos servicios. En 1904 ejercía ahí el abogado Miguel López Fuentes; entre 1909 y 1914, estaba en la parte baja de la hoy Profética la tienda de Velas Esteáricas y Parafinas de Wenceslao Camacho; en 1914 litigaba en Limpia 7 el abogado Luis Lozano Cardoso; de 1918 a 1925 se establece en ese sitio la Botica y Farmacia Moderna de J. M. Carvajal. Y de 1921 a 1925 se encontraba ahí el local del tenedor de libros y contadores José Solar. [vi]

El 12 de noviembre de 1915, el licenciado Miguel Sandoval ante el notario Severo Sánchez de la Vega, otorgó su testamento. Para entonces dos de sus hijos ya habían muerto. Gonzalo falleció poco antes de que su padre efectuara su testamento, el día 29 de septiembre de 1915. Josefina había contraído nupcias con el Lic. Rafael Martínez Carrillo, con quien tuvo a la niña Josefina Martínez de Becerra, madre posteriormente de los Becerra Martínez. Josefina Carvajal murió el 8 de mayo de 1899. El señor Alfredo Sandoval y Machorro fue el único hijo que sobrevivió a su padre. Sin embargo, Miguel Sandoval instituyó como heredera universal de la casa de la Limpia 7, valuada por entonces en $ 9, 000 pesos, a su nieta Josefina Martínez de Becerra. Josefina recibió en herencia dicha casa el 2 de abril de 1926. Aunque es probable, no sabemos con certeza si para entonces Josefina se fue a vivir a la casa de la Limpia con sus hijos: Elisario, Alfonso, Josefina, Héctor Javier, Mirna Josefa, Matilde, Irma María y Luz Antonieta todos Becerra Martínez.[vii]

La biblioteca de Miguel de Sandoval.

Sandoval, tenía en su domicilio de Limpia 7 (3 Sur 701), su biblioteca particular, donde destacan entre otros un ejemplar de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, así como las Comedias completas de Lope de Vega en 15 volúmenes. Siguiendo el camino de la literatura universal, Sandoval fue lector también de Gil Blas de Santillana, obra de Renato Lasage (1668-1747), primera novela realista de la literatura francesa, cuya acción se desarrolla en un clima de despreocupación donde al final triunfa la bondad innata del protagonista. Tenía también en existencia Las cartas de Lord Chesterfield, texto de referencia en todo lo que ha educación y buenas costumbres se refiere. Sin embargo, lo más interesante de su biblioteca son los libros relacionados con la historia de México. Sandoval resguardaba un ejemplar de la Historia de la conquista de México, de William H. Prescott, traducida al español por vez primera en 1844, con notas de Lucas Alamán. Se trata de una obra importante ya que el tema de la conquista y de la colonia había quedado relegado luego de la independencia, dada la hispanofobia del momento.[viii]

En la primera mitad del siglo XIX estuvo en auge la voluntad de difundir las obras de los ilustrados sobre el pasado antiguo de México, entre las que destacan dos que Sandoval poseía en su biblioteca: Historia de México, de Niceto de Zamacois, escrita en 18 volúmenes y 20 tomos (1874-1882), obra que documenta la historia nacional desde las culturas prehispánicas a mediados del siglo XIX;[ix] y la Historia Antigua de México del escritor poblano Mariano Fernández de Echeverría y Veytia editada por el también escritor Francisco Ortega, egresado del Seminario Palafoxiano. [x]

Miguel Sandoval fue, así, un hombre al tanto de los intereses culturales de su clase.

Los años treinta: José Miguel Sarmiento, inquilino de la casa de la 3 sur 701

José Miguel Sarmiento, inquilino de la casa de la 3 Sur 701. Foto: Puebla y sus alrededores en el Primer Centenario de la Consumación de la Independencia Nacional Mexicana, 1921.

Desde 1917, como ya se comentó, correspondió a José Miguel Sarmiento, ser el responsable de la defensa de los Monumentos Históricos, por parte de la Academia de Bellas Artes. Por lo menos de 1938 a 1940, todavía con ese cargo, Sarmiento rentó la casa de Profética, llamada por él como la casa de San Pedro y San Juan y resguardó ahí su propia biblioteca, a la que nos referiremos más adelante.

José Miguel Sarmiento nace en Cholula el 29 de septiembre de 1876. Fueron sus padres el licenciado Miguel A. Sarmiento y la señora Concepción Fernández de Lara. Sus estudios los hizo en el Seminario Palafoxiano y después en el Colegio del Estado donde continúo la carrera de leyes. Fue profesor por muchos años de Lectura Corriente y Expresiva, Gramática Castellana, Raíces Griegas y Latinas y Literatura. Fue director de la Academia de Bellas Artes, miembro de la Sociedad de Geografía y Estadística y de otras sociedades científicas en el extranjero.[xi]

El 3 de febrero de 1916, la Primera Jefatura del Ejército Constitucionalista nombró a José Miguel Sarmiento, miembro propietario para integral del H. Consejo Municipal de la ciudad de Puebla. El 29 de agosto del mismo año, el Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, encargado del poder ejecutivo de la unión, lo nombra a su vez Inspector Local Honorario y Conservador de Monumentos Artísticos de Puebla, puesto en que lo ratifica Venustiano Carranza ya como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, un año después. En 1917 el gobernador del estado le otorga el cargo de Director de la Academia de Bellas Artes. Es responsable en 1918 de la compilación de flora y fauna para la Colección de Historia Natural del Estado de Puebla. En noviembre de 1919 lo comisionan, junto con Felipe Neri del Castillo y Manuel Rivadeneyra, para “rendir homenaje y respeto a los restos del poeta Amado Nervo” en representación del gobierno. En enero de 1926, el presidente de los Estados Unidos Mexicanos lo designa Conservador del Museo de Puebla y lo reitera en su puesto como Inspector General de Monumentos Artísticos e Históricos, dependiente del Departamento de Bellas Artes.

De su labor en ese cargo, el historiador Carlos Montero destaca su iniciativa para quitar los anuncios comerciales y propaganda política de las casas coloniales del centro; la defensa del atrio y jardín de Santiago en 1918 y en 1922 su propuesta de Reglamento para el Rescate y Conservación de los Monumentos de Puebla.[xii] El anterior Reglamento derivó posteriormente, en 1939, en la Declaratoria de Monumentos Históricos de los siguientes inmuebles eclesiásticos: Iglesia de San José (1936), Convento de Santa Mónica (1936), Iglesia y Convento de Capuchinas (1938), Casa de Ejercicios de La Concordia (1936), Iglesia de la Soledad (1936), Puente del Emperador (1932), Templo de la Compañía (1933), Templo de San Cristóbal (1933), Iglesia de Guadalupe (1933), Catedral (1933), Templo de la Merced (1933), entre otros.[xiii]

Por su parte, correspondió también a José Miguel Sarmiento, rescatar el inmueble de la casa de Victoria 2 o 3 Poniente 302, vivienda del coleccionista José Mariano Bello y Acedo, para convertirlo en Museo en 1938, luego de que falleciera su propietario.[xiv] Gracias a la intervención de Sarmiento el inmueble sede del hoy Museo José Luis Bello y González, que contiene la segunda colección de artes aplicadas más importante del país, fue declarado Monumento Artístico por el gobierno del estado en 1942. [xv]

En lo que respecta a la casa de la calle 3 Sur 701, desconocemos si mientras José Miguel Sarmiento vivió en la misma realizó algún trámite para su declaratoria como Monumento Histórico, aunque nos parece lógico pensar que fue así, o, por lo menos que Sarmiento la haya conservado en buen estado.

La biblioteca de José Miguel Sarmiento en la 3 Sur 701 y la literatura en Puebla en las primeras décadas del siglo XX

Pasemos ahora a comentar la vida en torno a la biblioteca de José Miguel Sarmiento. Éste tenía en la entrada de la biblioteca la divisa heráldica de la familia Sarmiento-Acuña, que usaba como sello en cada uno de sus libros.

Trataba así se hacer un homenaje o seguir el ejemplo del distinguido Diego Sarmiento de Acuña, conde de Gondomar (Galicia), bibliófilo también, quien llegó a tener una de las más importantes bibliotecas nobiliarias de la España moderna, posteriormente donada al rey Carlos II, hoy parte del fondo de la Biblioteca Real de Madrid. En dicha biblioteca hay entre otros ejemplares una copia manuscrita del siglo XVI de la Historia de las Indias de Bartolomé de las Casas, el Atlas de Oliva y la correspondencia de Pedro de Gasca.[xvi]

Por su parte, la biblioteca de José Miguel Sarmiento, ubicada inicialmente en su domicilio particular en la hoy Profética y actualmente resguardada por la Universidad de las Américas, Puebla, cuenta con una interesante colección donde destacan las obras de los escritores liberales y los modernistas de la época. Entre los primeros sobresalen:

Ignacio Mariscal, con sus Poesías de 1911. Mariscal nació en Oaxaca el 5 de julio de 1829 y murió el 16 de abril de 1910. Fue poeta y periodista, desterrado en su momento de Oaxaca por su oposición liberal a Santa Ana con el triunfo del Plan de Ayutla; posteriormente fue diputado al Congreso Constituyente de 1856 a 1857.[xvii]

José Contreras y Peón, con sus Obras Poéticas de 1889. Nació el 12 de enero 1843 y murió en 1907. Era miembro de la Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística desde octubre de 1873. Ingreso a la Academia Mexicana el 16 de marzo de 1896. Fue Director del Hospital de Dementes de San Hipólito y se especializó en enfermedades mentales. Además de ensayos científicos en la Gaceta Médica de México de 1879, publicó poesía. Fue amigo y colega de Guillermo Prieto e Ignacio Manuel Altamirano.

Juan de Dios Peza, con Musa de viaje de 1889. Peza nació en la ciudad de México y fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Fue alumno de Ignacio Ramírez el Nigromante y de Ignacio Manuel Altamirano, muy amigo también de Manuel Acuña.

Guillermo Prieto con su Romancero Nacional de 1885. Escritor, novelista, cuentista, ensayista, liberal. Salvó la vida de Benito Juárez en Guadalajara. Es nombrado por Altamirano como: “El poeta mexicano por excelencia”. Sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

José Rosas Moreno, con sus Fábulas de 1872. Nació en Lagos, Jalisco. Desde joven se afilió al partido liberal, escritor y educador de temas infantiles. Se le conoce como “el más grande fabulista de América”. Ignacio Manuel Altamirano, Juan de Dios Peza y Francisco Pimentel, tienen importantes ensayos críticos sobre su obra.

Vicente Riva Palacio con sus Páginas en verso de 1885. Liberal, se une a Zaragoza en la lucha contra la invasión francesa. Participa en el sitio de Querétaro de 1867-1875. Novelista, poeta, dramaturgo, historiador.

Ignacio Manuel Altamirano, con la Selección de obras, en el primer centenario de su nacimiento. Se considera a Altamirano el padre la literatura mexicana. Nace en Tuxtla Guerrero, hijo de madre y padre indios. Estudió derecho en el Colegio de San Juan de Letrán. En 1854 se adhirió a la revolución de Ayutla. En 1857 se unió a la guerra de Reforma, en 1859 fue diputado del Congreso de la Unión. En 1863 se une a la lucha contra la invasión francesa y el imperio de Maximiliano. En 1867 se retiró de las armas. Fue maestro y organizador de las “veladas literarias” en su propio domicilio. Funda junto con Ignacio Ramírez y Guillermo Prieto, El Correo de México y posteriormente la revista Renacimiento.[xviii]

Y por último, Luis González Obregón con sus Ensayos históricos y bibliográficos. González Obregón fue alumno de Altamirano. Funda junto con Ángel del Campo, Luis G. Urbina y Ezequiel A. Chávez El Liceo Mexicano, Científico y Literario que subsistió hasta 1894. Publicó entre otros libros Las Calles de México (1922 y 1927) y La vida en México en 1810, editada en 1911. Su biblioteca fue centro de consulta y tertulia y sede de la Academia Mexicana de la Lengua.

Por su parte, en lo que se refiere a los modernistas, destaca en la biblioteca de Sarmiento la obra de Lascas (1901) del poeta Salvador Díaz Mirón.[xix] Hay también en existencia una selección de poemas del presbítero Federico Escobedo, latinista y también considerado precursor del modernismo.

Cuenta a su vez con una colección representativa de la obra de Amado Nervo: Almas que pasan (1906) Los balcones (1920), Ellos (1920), Ensayos (1910), Mis filosofías (1930), Las ideas de Tello Téllez (1921), Juana de Asbaje (1920), En torno a la guerra (1921). Amado Nervo estudió en el seminario de Zamora en Michoacán. Escribió en El Mundo Ilustrado, El Nacional, El Imparcial y en las mejores revistas literarias. Influyó en Gutiérrez Nájera y en el grupo que se congregaba en torno a la Revista Azul y la Revista Moderna. Entre 1898 y 1900 fundó y dirigió la Revista Moderna, sucesora de Azul. Amado Nervo fue muy cercano a Luis G. Urbina, Manuel Gutiérrez Nájera y Rubén Darío. Murió el 24 de mayo de 1919, sus restos yacen en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

La biblioteca de Sarmiento posee también con un ejemplar de Rumores de mi huerto (1908), de María Enriqueta Camarillo, la cual se dio a conocer como cuentista en la Revista Azul y llegó a ser un importante exponente del modernismo. María Enriqueta nació en Coatepec, Veracruz en 1872 y murió en la ciudad de México en 1968. Fue miembro de la Real Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes de Cádiz.

Finalmente, hay en dicha biblioteca un libro escrito por el propio José Miguel Sarmiento: Los domingos del doctor Guzmán.[xx] Se trata de un homenaje a los 25 años de tertulias literarias realizadas en la casa del doctor Daniel Guzmán el cual fue uno de los defensores del centro histórico de Puebla y bisabuelo de quien rescató el inmueble de la 3 Sur 701 en el año 2003. En el libro se relata la vida bohemia de Puebla de finales del porfiriato a los años treinta. Por sus páginas pasan los poetas Eduardo Gómez Haro, Rafael Cabrera y Manuel Rivadeneyra, entre otros. Dichas tertulias, según comenta el historiador Cordero y Torrres: “tomaron tal seriedad que sin estatutos, ceremonias, ni reglas esclavizantes, formaron la Sociedad de la Juventud de Puebla y con su nacimiento lanzaron su órgano periodístico intitulado Primaveral.”[xxi]

Por su parte, en un artículo de 1907, Juan de Dios Peza, el ya mencionado escritor capitalino y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, destaca a la nueva generación de escritores poblanos de la primera década del siglo XX, entre los que incluye a Eduardo Gómez Haro, autor de la obra de teatro Redención en la muerte; a Francisco Neve y sus obras de teatro La llorona, Los rateros, El velo de la desposada y La torre Eiffel; al poeta Felipe N. del Castillo, quien publicó en 1889 una colección de sus poemas con prólogo de Atenedoro Monroy; a Manuel Rivadeneyra y Palacio quien a su juicio: “se distingue por su limpio, florido y elegante estilo, por la delicadeza de sus pensamientos, por la verdad y el colorido de sus concepciones y la claridad de sus estrofas” A su vez, matiza la participación del ya mencionado José Miguel Sarmiento, quien en 1907 publica su libro Toques, se trata de “un joven con buen caudal de conocimientos literarios, con facultades de recitador galano, otro de los poetas líricos que enaltecen el Parnaso de Puebla, un poeta de porvenir”. Asimismo, el artículo hace referencia a varios presbíteros del Seminario Palafoxiano que, desde su punto de vista, se distinguieron en esa época por su labor docente en materia literaria, así como por su producción poética. Menciona al padre Federico Escobedo, “poeta inspiradísimo”, conocedor y traductor “de los más renombrados poetas latinos”, como Horacio, Catulo y Tibulo. Así como a los sacerdotes Rafael Ángel de la Peña y Joaquín D. Casasús, también latinistas que “tantas obras de inmenso mérito y vertidas del idioma del Lacio llevan publicadas.” [xxii]

El grupo de escritores destacados por Meza, corresponden a los que Antonio Esparza Soriano llama la generación del Seminario Palafoxiano, entre los que se encuentran justamente Eduardo y Enrique Gómez Haro, el padre Federico Escobedo, Felipe Neri del Castillo, Rafael Serrano, Francisco Neve y Manuel Rivadeneyra.

Ambas bibliotecas, la de Sandoval y la de Sarmiento, son entonces un particular antecedente del posterior uso que se le daría a la casona de la 3 sur 701, con su biblioteca pública y gratuita que hoy todos disfrutamos.

[i] José Antonio Terán, óp., cit., p. 175.

[ii] José Antonio Terán, óp., cit., p. 176.

[iii] Ídem, p. 180.

[iv]

[v] El Lic. Miguel Sandoval y Limón otorgó testamento en la ciudad de Puebla ante el notario Severo Sánchez de la Vega el 12 de noviembre de 1915. Expediente 29728, tomo 217, libro 5º, ff. 87-114v.

[vi] Idem.

[vii] Idem.

[viii] Testamento de Miguel de Sandoval, ya citado.

[ix] Ídem. Niceto de Zamacois (España 1820-México 1885), fue historiador, novelista y poeta español, asentado en México donde contrae matrimonio. Fue colaborador junto con Hilarión Frías y Soto e Ignacio Ramírez, de la obra Los mexicanos pintados por sí mismos. Colaborador también del periódico El Renacimiento, fundado por Ignacio Manuel Altamirano.

[x] Obra registrada en el testamento ya citado.

[xi] Tomado de los documentos personales en el archivo de la familia Sarmiento.

[xii] Carlos Montero, Arquitectos e Ingenieros Poblanos del siglo XX, BUAP, CONACYT, 2006., pp. 277-279.

[xiii] Edificios Coloniales, Artísticos e Históricos de la República Mexicana que han sido declarados Monumentos. México, INAH, ed., Cultura, 1939.

[xiv] Archivo de Monumentos Históricos del INAH, Puebla, casa 3 Poniente 302.

[xv] Emma Yanes Rizo, Pasión y coleccionismo, El Museo de Arte José Luis Bello y González, INAH, 2006.

[xvi] Diego Sarmiento de Acuña, fue un noble distinguido en servicios al rey: mayordomo, consejero de Guerra, hacienda y estado, embajador extraordinario en Alemania, Francia, Inglaterra y Flandes, gobernador y capitán general del reino de Galicia, comendador de Monroyo y de la orden de Calatava; representante de Felipe III (1613-1618) y de Felipe IV (1620-22), cerca de Jacobo I de Inglaterra con quien realizó un importante papel como embajador.

La biblioteca de la Casa del Sol formada en el siglo XVII fue la primera en la entidad de aquellos días, contiene entre 7000 y 8000 volúmenes, y fue ejemplo a seguir en su época de otros bibliófilos como Diego de Arce y Reynoso, Lorenzo Ramírez de Prado.

En su disposición testamentaria (1785) del quinto titular del condado de Gondomar el acopio pasa a “la biblioteca particular de su majestad”.

El perfil del erudito: “entre sus aficiones literarias estaban señaladamente los libros de caballería y la poesía”. Fue cronista de las tres órdenes militares mayores. Mecenas y corresponsal de escritores altos como Alonso de Ercilla. El inventario de su biblioteca de 1623 corrió a cargo de Esteban Eussen.

[xvii] Mariscal además participó en la elaboración de la Carta Magna de 1857, acompañó a Benito Juárez a Veracruz durante la guerra de los tres años. Participó en la redacción de las Leyes de Reforma como consejero jurídico. Intervinó en la aplicación de la Ley de Desamortización de los Bienes del Clero en 1856. En víspera de la intervención francesa es designado ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. En 1863, Juárez lo designó Oficial Mayor de la Secretaria de Relaciones Exteriores. Al triunfo de la república es nombrado Presidente del Tribunal de Justicia del Distrito y Territorios Federales y Secretario de Justicia e Instrucción Pública. En 1871 es nombrado Ministro de Relaciones Exteriores. En 1885, Ministro de Relaciones Exteriores durante el Gobierno de Porfirio Díaz. Fue traductor al castellano de Shakespeare, Longrellua, Edgar Allan Poe y lord Byron.

[xviii] En dicha revista escribieron tanto románticos, como neoclásicos y eclécticos, conservadores, liberales, hombres de ciencia, etc. Altamirano fue el puente entre la generación del liberalismo ilustrado, con escritores como Ignacio Ramírez, Francisco Zarco, Guillermo Prieto y Vicente Riva Palacio y la generación de los entonces jóvenes Justo Sierra, Manuel Acuña, Manuel M. Flores, Juan de Dios Peza y Ángel del Campo. Fundó dos periódicos: El Federalista, en 1871, y La Tribuna, en 1875.

[xix] Salvador Díaz Mirón (1853-1928), nació en el puerto de Veracruz. En 1876 es deportado a Nueva York por razones políticas. A su regreso colabora en diversas publicaciones. En 1878 representó a su distrito de Jalancingo, en La Legislatura de Veracruz. En 1884 es diputado del Congreso de la Unión. En 1910 es desaforado y encarcelado por atentar contra la vida de Juan C. Chapital. Al triunfo de la Revolución es puesto en libertad. Durante el gobierno de Victoriano Huerta es director del periódico El Imparcial. Lasca, su principal libro, contiene un total de 30 poemas inéditos. Díaz Mirón está sepultado en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

[xx] José Miguel Sarmiento, y Alfonso G. Alarcón, Los domingos del doctor Guzmán. Puebla, Ed. Económica, 1937.

[xxi] Citado por Alejandro Palma, óp., cit., p. 97.

[xxii] Juan de Dios Peza, “El espíritu literario de Puebla”, tenemos copia fotostática del artículo, pero lamentablemente en dicha copia, cuyo original está en el Archivo de la familia Sarmiento, no aparece mencionado el periódico donde se publicó.

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Sobre el autor

Emma Yanes Rizo

Historiadora, escritora y ceramista, tiene un Doctorado en Historia del Arte por la UNAM y es investigadora en la Dirección de Estudios Históricos del INAH.