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Toda la vida/Sobre la última novela de Héctor Aguilar Camín Destacado

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Toda la vida Héctor Aguilar Camín Penguin Random House/México, 2016


Serrano y Liliana Montoya son novios de juventud. Viven en el mismo barrio. Él huye de ella y ésta, las veces que se rencuentran, le reclama por qué de jóvenes no le propuso matrimonio y le dice que si lo hubiera hecho su vida sería otra. La narración se estructura a partir de entretejer dos historias; la del asesinato que ordena Liliana del hombre que viola a Dorotea, su hermana menor, y la de la relación de ella y Serrano.

A lo largo de su vida, los dos se encuentran una y otra vez en circunstancias distintas. En cada reencuentro ella le vuelve a contar el episodio del asesinato. Entre los dos hay cariño y una atracción que resulta irresistible. Después de años de no saber de ella, la busca, la encuentra y deciden vivir juntos. Ella un día desaparece. Mientras están juntos viven sin más lo que les toca vivir. Lo que tenían que vivir y no vivieron. El autor dice que en el fondo es una historia de amor, como los amores deben ser, es decir, intensos, que dan miedo y que son irresistibles como todos los amores que lo son de verdad.

La otra historia es la del asesinato del Catracho, el supuesto violador física y moral de Dorotea, la hermana menor de Liliana. Ella se lo solicita a la pareja con la que vive, que es un policía. Serrano intrigado investiga sobre el asesinato. En su pesquisa descubre que la hermana de Liliana tiene en realidad una relación con el Catracho y que no ha sido violada. No queda claro si en realidad ha habido el asesinato. El hecho es que Liliana lo vive así.

Tiempo después Serrano se encuentra con Dorotea, la hermana de Liliana. Ella se ha casado con un hombre rico, que nada sabe de su vida anterior. Vive en un mundo de lujo. Ella reflexiona con Serrano, al que conoce desde niña, el porqué es diferente a Liliana, y por qué su vida es distinta. Al final, la hermana menor se hace cargo de su hermana mayor, alcohólica y enferma.

Las historias ocurren en una Ciudad de México que ya no existe. Los bares, restaurantes y hoteles que frecuentan los personajes, que en su tiempo fueron emblemáticos, desaparecieron. En la novela hay una mirada amorosa y nostálgica de la vida bohemia de la ciudad que le toca vivir a Serrano y Liliana, pero que ahora ya no tiene lugar. Ese mundo quedó atrás y ya no volverá.

En la novela se da cuenta de “usos y costumbres” de las policías de esa época. De la relación que se da entre los políticos en el poder y las policías. Los primeros utilizan a los segundos, para mantener en control a la delincuencia. Las ejecuciones extrajudiciales era la norma. De esos cuerpos de seguridad dice el autor “no eran unos hampones que estaban sueltos, como las policías municipales de hoy; sino eran unos hampones que estaban sometidos al poder político”.

En entrevista con Jan Martínez Ahrens, el corresponsal de El País en México (El País, 22.06.16), Aguilar Camín dice que la novela es “un relato de apariencia realista que al final no es más que la suma de versiones. Salvo ciertos hechos duros, nunca tienes la certidumbre de qué pasó con este asesinato, con estas vidas, procede por aproximación. La verdad, al final, no puedes asirla. Como tantas veces pasa en la vida pública de México”.

Y añade “que el dilema de la novela es: ¿se puede salir moralmente impune de un homicidio? ¿Se puede vivir con la culpa de un crimen? Es una pregunta que se extiende a la sociedad mexicana. ¿Se puede salir impune de ese nivel de violencia y barbarie?”. La novela no pretende responder a esto, pero sí mostrar el daño profundo que estos personajes han infligido a sus vidas por haberse situado en una región de excepción donde viven con ese secreto a cuestas, un secreto que incendia, que marca y daña. Es una historia de amor en los extremos”.

A la pregunta directa del periodista de si añora el pasado, Aguilar Camín le responde: “Cada vez que pienso en el pasado lo añoro, pero no tengo una actitud melancólica. La tengo como escritor porque así salen las cosas cuando escribo. Me parece que el efecto más profundo de la literatura, o al menos de las novelas que han marcado mi vida, es esa sensación de haber penetrado un mundo y salir de él lleno de experiencia, de vidas imaginarias que producen melancolía…”. De esta obra dice el autor que “es una novela muy corta, de capítulos muy breves, diseñada para ser leída rápido”. La disfruté.



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Sobre el autor

Rubén Aguilar Valenzuela

Rubén Aguilar, comunicador y politólogo, un tiempo jesuita, ha sido impulsor de de una veintena de organizaciones de la sociedad civil, entre ellas el Centro Mexicano para la Filantropía (CEMFI), FunSalud y consejero del Instituto Nacional de Nutrición Dr. Salvador Zubirán. Fue consejero de empresas como Grupo Carso, Grupo Alfa y Cinépolis.Licenciado en Filosofía (1969-1972), y un tiempo participó como vocero del gobierno de Vicente Fox. Es Maestro en Sociología (1975-1978), y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana (1985-1987).