Misterios de la sala oscura. Ensayos sobre el cine y su tiempo/Profética Destacado

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Mundo Nuestro. Este jueves 17 de mayo a las 7 de la noche se presenta en Profética un libro extraordinario, Misterios de la sala oscura, de Fernanda Solórzano y que presenta así la revista Letras libres:

"Las películas sostienen una relación intensa y a menudo invisible con el momento en que se estrenan. Este libro busca descrifrar los misterios de esa relación en un grupo de cintas que han influido en la vida de millones."

Presentamos este fragmento que les dará una idea de la narrativa que logra esta joven crítica mexicana:

En las horas de la madrugada, un taxi recorre las calles de Los Ángeles. En su interior viajan dos mujeres rubias; se notan asustadas y ansiosas por llegar a su destino. El taxi se interna en un barrio desierto y se detiene frente a la puerta de un club nocturno. Lo identifica la palabra Silencio escrita sobre la entrada en letras de neón. Las mujeres entran y ocupan sus asientos. De un costado del escenario, que tiene de fondo largas cortinas de terciopelo rojo, aparece un hombre que anuncia el espectáculo. Es un tipo entre siniestro y ridículo: tiene el aspecto de un mago que, con ademanes histriónicos, explica al público que todos los sonidos que habrán de escuchar en el teatro son producto de una grabación. A la inversa que los magos, explica el truco antes de ejecutarlo, pero esto resulta aún más inquietante. Por ejemplo: una de las mujeres rubias se convulsiona al escuchar el sonido de un trueno, a pesar de que se le dijo que era un ruido artificial. El mago desaparece (literalmente) y llega al escenario la llamada Llorona de Los Ángeles: una mujer maquillada con colores estridentes que canta a capela una canción en español. Su interpretación afligida conmueve a las rubias: a ambas les escurren lágrimas gruesas por las mejillas, quizá evocando el amor perdido del que habla la letra. La cantante se desploma a media interpretación. Su voz sigue llenando el teatro, aun mientras dos hombres la arrastran fuera del escenario. Las rubias siguen emocionadas. Una de ellas toma su bolso y halla dentro una caja que no recuerda haber puesto ahí. Ésta contiene una llave que es la clave de un misterio. La llave es lo que, sin saberlo, deseaban encontrar en la sala oscura del club.



No es una escena feliz. La angustia inicial de los personajes, la emoción inexplicable que les genera el espectáculo, y la realidad espantosa a la que accede el espectador terminada esa secuencia, sugieren que el club Silencio es un lugar, si no demoniaco, por lo menos sobrenatural. Lo de menos es descifrar el significado de la escena en la trama: la lógica no tiene lugar en una película como Mulholland Drive.

¿Por qué me atrae el cine? Por escenas como la que acabo de referir. Laura Harring y Naomi Watts entran a un teatro siniestro y escuchan el canto desgarrado de una mujer. ¿Por qué me atraen los misterios que veo en la oscuridad de una sala? Una escena tan lúgubre como la que crea David Lynch ilustra mi fascinación por las historias filmadas.

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