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Vivir sin tregua/El Puerto libre de Ángeles Mastretta Destacado

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Puerto Libre/Nexos

Toda la noche dijo su nombre. Murió al amanecer mientras sus hijos dormían y ella lo perdonaba.

Nunca voy a escribir la novela de mis padres. Tengo muchos principios como éste, pero salto de párrafo en párrafo como quien ve las fotos en desorden que va encontrando en una caja vieja. ¿Por qué tenía que perdonarlo? Por todo y nada. Por morirse. Por dejarla con cinco hijos, a los cuarenta y seis años, bella como una llama, lívida, valiente y orgullosa.

Nadie iba a mantenerla, ni a ella ni a sus hijos. Raros sus padres que creyéndose generosos no se dieron cuenta del tamaño de su indefensión. Ella nunca puso cara de mártir, ni penó a gritos. Ni pidió ayuda. No sé si temería que alguien le reprochara haberse casado con un hombre que no le dejó nada. Ni un centavo partido a la mitad. Quizás la renta del siguiente mes. Porque ellos y sus hijos vivían al día, aunque comieran mejor que en ninguna de las otras casas. Nada creían que les había dejado, porque ni quién pensara en el terreno solitario y remoto que ella salvó de malograrse junto con todo lo que su marido perdió con la guerra de su posguerra en Puebla.



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Sobre el autor

Ángeles Mastretta

Novelista poblana. Entre sus principales libros están Arráncame la vida, Mal de amores, Mujeres de ojos grandes, y los más recientes La emoción de las cosas y El viento de las horas. Publica todos los meses su Puerto Libre, además del blog Del absurdo cotidiano.