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Tachas, bachas y garnachas: drogas y consumo en Puebla/Una entrevista en Elementos Destacado

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Mundo Nuestro. Circula ya la edición 103 de la revista Elementos, ilustrada esta vez de lado a lado por la fotógrafa Nin Solís.



Foto de Nin Solís en la revista Elementos 103.

El viernes 15 de abril de 2016 los focos rojos de las ambulancias se encendieron en Costa Salguero, centro comercial situado en el barrio de Palermo, a orillas del Río de la Plata, en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Se abrían paso para llegar hasta donde yacía una decena de muchachos veinteañeros intoxicados con drogas de composición desconocida. A dos de ellos los servicios médicos los hallaron sin vida, otros tres fallecieron rumbo al hospital.

En la noticia firmada por Emilia Vexler para El Clarín se ofrecen los detalles de esa fiesta electrónica que terminó de la peor manera, a diferencia del común de las fiestas rave en donde centenares de jóvenes se internan en la noche, en sitios llamados Time Warp o Mandarine Park, para desfogar con entusiasmo artificial cuatro o cinco horas de zangoloteo emocional ayudados por drogas de diseño químico con nombres como Supermán, Dove, Bob Esponja, Lamborghini y Corazón.

Supermán, la anfetamina de moda, tenía ese viernes al menos tres presentaciones diferenciadas por su color: azules, anaranjadas y rosas, estas últimas al parecer causantes de la tragedia. La crónica menciona la insistencia inusual con la que eran ofertadas las pastas sintéticas: “Chicos, ¿quieren pastis?”; “¿vos qué querés?”, como dirían allá. Cada pastilla tenía un costo variable de 150 a 200 pesos argentinos (de 180 a 240 pesos mexicanos) y no es que se obligara a nadie a comprarlas, sino que los organizadores de estas fiestas del circuito de la música electrónica, que son casi un experimento social, saben que siete de cada diez asistentes consumirán alguna de ellas y que la mayor parte de las veces no tiene consecuencias funestas. En países como los nuestros el destino depende de tantas cosas, pues las autoridades por lo general hacen mutis y se conforman con “permitir a los jóvenes” sus devaneos, sin intentar disuadir o investigar y mucho menos asegurar que las anfetaminas estén por lo menos bien hechas. “En Europa en estas fiestas ponen ‘puestos de calidad’. Vas con la pastilla y te dicen qué tiene. Químicos controlan lo que tomás”, le dijo un fiscal a la periodista argentina. Aunque, como ocurre por acá, en Buenos Aires, a cuatro días de los hechos, no había ningún dealer identificado ni parecía haber más consecuencias que cinco funerales y otros cinco dramas familiares de los chicos hospitalizados “con compromiso renal y hepático”.



Foto de Nin Solís en Elementos 103



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Sobre el autor

Leopoldo Noyola Rocha

Leopoldo Noyola, escritor, antropólogo y comunicador, con una larga experiencia en la producción de radio y en la historia testimonial. Actualmente es editor en la revista elementos de la BUAP.