El nuevo Parque Soria en San Pedro Cholula I Destacado

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Hace un año nos llegó el rumor que dentro del polígono protegido por ley patrimonial, el gobierno municipal de San Pedro Cholula también emprendería “adecuaciones” e intervenciones constructivas en lo que es conocido actualmente como Parque Soria. Se trata de una de las plazas delimitadas por estructuras en los costados que según Bandelier integra al conjunto arquitectónico de la gran pirámide los montículos conocidos popularmente como Cerro de Acozac que con el Cerro de la Cruz se encuentran al sur y el oriente del Tlachihualtepetl.

Los ciudadanos que llevábamos más de dos años cuestionando intervenciones constructivas dentro de este polígono protegido por ley del lado de San Andrés Cholula (y sufriendo represalias inadmisibles por defender el patrimonio cultural de la nación) casi inmediatamente al conocer el rumor que se intervendría el Parque Soria invitamos al Pres. Municipal. José Juan Espinosa de San Pedro Cholula a que nos presente su proyecto. La reunión se llevó a cabo en la explanada que se iba a intervenir pero según explicó el alcalde el proyecto estaba en fase de elaboración y más bien nos presentó con los funcionarios encargados; en primer lugar el arquitecto Rodolfo Huerta Espinosa que se comprometió ante todos, incluyendo ante los representantes de los vendedores de artesanías y comidas en el lugar, que se iba a proyectar una plaza pública que no dañaría suelos arqueológicos ni, dijo, la “dignidad” y la cultura de los cholultecas. Nosotros solo insistimos en que se debía respetar el manejo de suelos que los arqueólogos del INAH habían elaborado para la zona; dijimos que no se podía excavar; no se podía extender más cemento contribuyendo al desequilibrio de la permeabilidad de los suelos ya seriamente afectados por las construcciones del lado de San Andrés (incluyendo el puente vial); y que no se podía utilizar maquinaria pesada para excavar ni empalmar. Pedimos sensatez en el manejo de la zona y ofrecimos información sobre la vocación tradicional (ceremonial y comercial) del lugar diciendo que no se debía destinar zonas a más estacionamientos de coches

El día y el presupuesto finalmente llegó y el proyecto constructivo quedó iniciado en el Parque Soria; pero al constatar que máquinas excavadoras retiraban tierra, que se había sustraído todo el mobiliario urbano, bancas, banquetas, plantas, etc. etc. e incluso a los vendedores de comida y artesanías que tradicionalmente trabajan en la zona, los integrantes de Cholula Viva y Digna primero solicitaron se les muestre el permiso del INAH y después constataron, en dialogo y con la presencia del Presidente Municipal, que las excavaciones no se excedieron 80cms. de profundidad y las máquinas habían removido solo escombros y rellenos en las zanjas excavadas. Ellos exigieron, para cumplir con la ley, la presencia de arqueólogos de salvamento en la obra y también la presentación del proyecto, el mismo que había obtenido la aprobación del INAH (el permiso del INAH corresponde al Oficio 401b (4)77 2016/4085 y está firmado por el Arq. Eduardo Merlo). Del proyecto solo obtuvieron, sin embargo, una explicación verbal y la entrega de fotos; pero hoy, a las 11 de la mañana, constatamos que dos jóvenes arqueólogos estaban ya presentes en la obra.



La reunión este día se desarrolló entre autoridades municipales, encargados y contratistas de la obra, miembros de Cholula Viva y Digna, artesanos y comerciantes y representantes del Comité de Académicos en Defensa del Patrimonio Cultural de la Cholulas (entre los que me encuentro yo) y fue ríspida. El presidente Municipal muy ocupado en otras tareas llegó con por lo menos una hora de tardanza y el Secretario de Gobernación Carlos Ponce así como el Arquitecto Huerta Espinosa, no ofrecieron ningún proyecto que pudiéramos estudiar los allí presentes sino nuevamente solo fotos o “fotitos” como dijo una arqueóloga de lo que se proponían como resultado final de las construcciones. Insistimos que en esas condiciones no podíamos opinar ni contribuir a un proyecto que avanza pero que nadie conoce sus alcances; insistimos que hay un problema de permeabilidad en la zona que el cemento y varilla solo vuelve más crítico; insistimos que es responsabilidad de todos intervenir la zona de una manera que el acervo arqueológico no fuera afectado pero tampoco los usos y costumbres de la zona. Unas mujeres artesanas otomí y nahua parlantes tomaron la palabra y expusieron lo que ha sido la injusta, onerosa e insegura experiencia vivida con personal del Ayuntamiento, y por años, para ejercer sus ventas allí. No puedo ni describir la vergüenza que nos debe dar a todos el trato que han recibido estas mujeres en esta zona, precisamente en esta zona, una que construyeron los pueblos indígenas en tiempos mesoamericanos y a los cuales ellas pertenecen.

No puedo constatar si hay o hubo violación a suelos arqueológicos por estas nuevas obras en el polígono protegido en las Cholulas y en el Parque Soria. Cruzo los dedos que al expandir planchas de cemento efectivamente no se contribuyó al deterioro de la arquitectura y cultura mesoamericana que esta zona resguarda. Quiero pensar que la explanada no será monopolizada por carpas para negocios que dejan rentas a los ayuntamientos expulsando a los que no tienen dinero para pagar los nuevos módulos de ventas; ni se conforman con ser recluidos en un tipo de comercio que es más bien de centros comerciales modernos y no del tianguiz tradicional con sus usos y costumbres cholultecas. No he visto sino unas “fotitos” y solo máquinas que amenazan los pocos árboles, arrancan magueyes y una zanja que rellenan de varilla y cemento para sostener un muro de cuatro metros de altura y no sé cuánto de longitud. Ese muro se proyectó de agua y el INAH no lo autorizo (¿es que no saben que no se puede ni siquiera proponer algo así sobre suelos arqueológicos?) Ese muro será ahora, nos dijeron, verde porque su función es “alinear” lo disparejo de las bardas de las casas colindantes y evitar que estas familias abran puertas hacia el nuevo parque ¿público? o instalen negocios familiares con acceso al parque. Cuando insistí que un muro es excluyente, que tiene la función simbólica y en los hechos de excluir o de controlar un espacio para unos y no para otros (le llamé el muro Trump) caí en la cuenta que eso es precisamente lo que buscan al construirlo. Yo pedí a los allí presentes que no destinemos recursos públicos para construir muros (menos aún en estos tiempos) y alguno sugirió que el dinero que se ahorraría podría ayudar a los comerciantes desplazados y los albañiles que estarían en paro mientras seguimos discutiendo entre todos como hacer de este parque un lugar que nos abrace a todos. Pero me temo que estas autoridades en San Pedro Cholula escucharon, se irritaron, me “corrigieron” que no era “muro” sino una muralla y que podía ser de adobes; después se dieron la vuelta y se retiraron convencidos que los intransigentes y con pedimentos irracionales éramos solo nosotros. Muro habemus.

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Sobre el autor

Anamaría Ashwell

Anamaria Ashwell es Maestra en Antropología. Fue maestra fundadora, coautora de su primer plan de estudios y primera coordinadora de la escuela de Antropología de la BUAP (1980-1982); fue investigadora del Instituto de Ciencias desde 1978-2000. Ha participado en la edición de revistas como Espacios y Crítica. Libros, artículos y traducciones varias ha sido publicados en México y el extranjero. Sus ensayos más recientes se han publicado en la revista Elementos BUAP. Es colaboradora habitual de La Jornada de Oriente y de esta revista digital Mundo Nuestro.